SOCIEDAD
› EL CRIMEN EN CRISIS POR LA FALTA DE EFECTIVO
Ni los ladrones se salvan
Un auto rinde de 100 a 200 pesos. Las camionetas casi no se venden por los controles en Paraguay. Nadie sale de un banco con efectivo. Y las cajas están vacías. El crimen ya no paga.
› Por Raúl Kollmann
“Por un auto robado de unos pocos años, están pagando 100 pesos. Por uno casi nuevo, 200. ‘Hacer’ un coche ya no sirve para nada: los desarmaderos te pagan esa miseria porque no venden nada. El corralito ése nos mató. Lo único que se hace ahora es mirar las casas en las que la gente se fue a algún lado de vacaciones o salieron por unas horas y ver si se puede hacer un escruche (forzar la entrada), pero la papa está en las empresas que siguen trabajando en negro, que tenés que tener algún entregador, y ahí puede haber efectivo. También están las cajas de bancos o supermercado. Esas hay que hacerlas muy rápido y la verdad es que tampoco tienen mucha plata.” Este es el resumen que varios presos le hicieron a Página/12 sobre la delincuencia en la época del corralito. Las cosas robadas no tienen mercado porque no hay dinero y robar efectivo también es casi imposible.
En la recorrida por las cárceles, este diario pudo medir en profundidad la crisis de la delincuencia, que ahora también está cercada por la hecatombe económica. En principio se dijo que las bandas, chicas o grandes, se volcaron a robar casas a raíz de que dejaron de tener sentido los asaltos de otro tipo:
- Ya no se roba a la salida de los bancos –salideras–, porque nadie se lleva ya dinero en efectivo.
- La piratería del asfalto perdió atractivo, debido a que no hay comerciantes que tengan dinero para comprar el contenido de un camión robado.
- El robo de autos, porque los vehículos casi no se pueden convertir en plata ya que los desarmaderos –compradores de esos autos truchos– prácticamente no tienen clientes. El gran negocio de robar camionetas 4x4 y llevarlas al Paraguay bajó bastante, sobre todo porque en el país vecino hay ahora más controles, ya no es tan fácil.
- Los camiones de caudales tampoco llevan ahora mucho efectivo y es demasiado poco para la envergadura de banda y armamento que se necesita para enfrentar a los custodios.
Sin embargo, parece ser que la alternativa del robo de casas no es ni sencillo ni rentable. Jorge, preso en la Unidad 9 de La Plata y en estrecho contacto con las bandas que actúan en el sur del Gran Buenos Aires, describe de esta manera la forma de actuar:
- En general se buscan barrios parque y se trata de detectar quién se fue de vacaciones o está ausente por varias horas. “El que se va afuera en estas épocas es porque tiene plata”, simplifica el delincuente.
- En ausencia de los dueños de casa, por lo general se le da el tranquilizante Rohypnol o un anestésico dental a los perros guardianes. Hasta que se duerman suele pasar una hora y es entonces que los delincuentes vuelven para actuar.
- Antes de entrar se corta el teléfono del lado de afuera de la casa, porque en general las alarmas funcionan conectadas a la red telefónica.
- “No tiene sentido robar electrodomésticos porque no se los vendés a nadie. Lo que se busca es plata”, explica Adrián, preso en Florencio Varela por robo a mano armada.
–Pero la mayoría de la gente tampoco tiene dinero en la casa y menos cuando se va de vacaciones -.retruca este diario.
–No es cierto. Las personas mayores suelen guardar dinero. No les tienen confianza a los bancos ni a nadie. Las casas tienen que ser de jubilados.
–¿También roban en la Capital Federal?
–No, no, eso es demasiado riesgo. En el Gran Buenos Aires se conoce el terreno y también a los milicos (policías).
Pese a todas estas estrategias, aparece como casi el único dato bueno de la crisis el hecho de que los delincuentes tienen ahora muchísimas menos oportunidades de salirse con la suya. Esto lo perciben nítidamente losfiscales y jueces del Gran Buenos Aires, que ya casi no tienen casos de asaltos grandes.
Según averiguó este diario en las principales cárceles, hay muchos robos que ni siquiera se denuncian porque se hacen contra empresas que trabajan en negro y son las pocas donde se puede encontrar algo de efectivo. Por ejemplo, algunas distribuidoras de alimentos, frigoríficos clandestinos o mayoristas de medicamentos que realizan todavía parte de sus ventas en negro. Aunque éstos son ahora los golpes más rentables, el problema es que en general son empresas que tienen custodia y hay que saber muy bien los movimientos financieros internos: no siempre hay dinero. Por ello, en ese tipo de asaltos suele haber un entregador.
La piratería del asfalto sigue existiendo, pero también bajó mucho. Cuando se roba un camión ya prácticamente se hace a pedido, o sea que la mercadería está vendida de antemano. “Por el camión te pueden dar unos dos mil pesos y en general se lleva al norte del país. La mercadería se entrega al 50 o al 40 por ciento de su valor y a veces todavía más barato. Hay algunos supermercados chicos que te compran. Lo otro que sigue funcionando un poco es ‘hacer’ algún camión de combustible y venderlo a distribuidores que mezclan la nafta legal con la robada”.
En la desesperación, algunas bandas se orientan a hacer muchos robos chicos y orientados hacia los lugares donde hay efectivo: en especial las cajas de supermercados o las cajas de los bancos. Pero en ambos casos las empresas y entidades financieras ya tomaron muchísimas precauciones. Por ejemplo, el efectivo que hay en cada caja bajó fuertemente. Pese a ello, las cajas son de los pocos lugares todavía apetecidos por los ladrones.
Sin duda, la especialidad delictiva que más creció en los últimos tiempos es la falsificación de moneda, en particular de patacones. “Lo más buscado es el efectivo y por eso ahora hay mucho patacón de 10 o 20 pesos, bastante bien fabricado. En el mundo nuestro, un trucho se coloca al 20 o 30 por ciento del valor”, admite Alberto, el hombre de la cara tajeada. En una palabra, un bono de 20 patacones se suele sacar a 4 o 6 patacones. Parece encajar bien con la lógica del corralito: como no hay efectivo, los delincuentes los fabrican más que nunca.
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