Sáb 01.06.2002

SOCIEDAD  › UNA LINEA AEREA EN LA QUE LAS ACCIONISTAS ERAN PROSTITUTAS

La compañía de Nader y sus chicas

El magnate dominicano Nemen Nader intentó instalar aquí una línea aérea. Contrató a varias connacionales traídas por redes de tráfico. Empezó a capacitarlas y a los tres meses se esfumó.

› Por Mariana Carbajal

La historia parece desopilante, pero es real. Un año atrás, muchas de las dominicanas traídas por redes de tráfico y obligadas a prostituirse en Buenos Aires recibieron una extraña convocatoria: su compatriota, el exótico magnate dominicano Nemen Nader, quien supo tener fluidos contactos con el menemismo y con narcomilitares golpistas, les ofreció trabajar en la línea aérea que planeaba abrir en la Argentina y, además, las inscribió como accionistas de la compañía. Las chicas recibieron clases de inglés, árabe y francés, y también entrenamiento como tripulantes y agentes de viajes en oficinas montadas con todo lujo en la avenida Santa Fe. La ilusión duró tres meses. De pronto, tan sorpresivamente como había aparecido, Nader se esfumó y las dejó colgadas, sin pagarles ni un solo peso. No era su primera estafa: al empresario se lo acusa de presuntas defraudaciones en numerosos países.
Elsa J., una mulata dominicana de 23 años, labios carnosos y un físico despampanante, fue una de las convocadas. De aquellos días le quedó un carnet de agente de Relaciones Públicas de APA International Air, con la firma de Nader como “presidente director” de la compañía. También, una carpeta con las características de los aviones que volarían para la empresa y las rutas que empezaría a operar y unirían Buenos Aires con República Dominicana y Medio Oriente. “Si mirás la carpeta, te vas a dar cuenta de que ninguna de las paradas que hacían los aviones eran normales: al menos que no sea para lavado de dinero o lavado de droga”, dice la joven, con el convencimiento de quien sabe lo que dice.
La historia del frustrado desembarco de APA en el país comenzó a principios del 2001. Por entonces, el extraño empresario dominicano reapareció en Buenos Aires e informó a la prensa el inminente inicio de operaciones de la compañía, que misteriosamente había dejado de operar en 1998 en Dominicana. Mientras hacía rimbombantes anuncios al periodismo, Nader montaba sus oficinas en el piso 11 de un edificio en la avenida Santa Fe 1179 y convocaba a las jóvenes caribeñas –muchas de ellas explotadas sexualmente–, con el visto bueno de la cónsul dominicana en Buenos Aires, Amanda “Chinchina” Cabral, la misma a la que denuncias judiciales difundidas por Página/12 vinculan con una de las organizaciones delictivas que traficaron y explotaron sexualmente mulatas traídas desde Santo Domingo. A Elsa la convocó un argentino conocido de la colectividad dominicana. “Me llamó por teléfono a las 7 de la mañana y me dijo: ‘Nena, levantate que a las 8 te voy a esperar en Santa Fe y Libertad’. Cuando llegamos a la oficina, tuve que esperar a Nenem Nader y ahí lo conocí”, recordó la joven en diálogo con Página/12. Tiene miedo de hablar y por esa razón su nombre está cambiado, para preservar su identidad. “Iba a las oficinas todos los días, de 9 a 11 y de 15 a 17, para tomar clases de idioma. Fueron casi tres meses”, recordó Elsa.
La cónsul fue la encargada de cortar la cinta inaugural de la oficina que APA abrió en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza el 11 de enero de 2001, donde muchas de las mulatas y también mulatos traficados recibieron entrenamiento como comisarios de abordo, azafatas y agentes de viajes y turismo, con la promesa de que trabajarían para la línea aérea. El sueño empezó a desvanecerse rápidamente. Dos semanas después tenían que abandonar el lugar. La Subsecretaría de Transporte Aerocomercial había hecho averiguaciones y recordado sus antecedentes, y el 25 de enero de 2001 firmó una resolución por la que le denegó a APA el permiso para operar en el país. Un día antes, la dependencia había recibido una comunicación de la Dirección de Aeronáutica Civil de República Dominicana, en la que le informaba que la línea aérea de Nader “está impedida de hacer cualquier operación” en ese país desde 1998 “hasta tanto cumpla con las disposiciones establecidas en la legislación aeronáutica vigente”.
Nader no se daba por vencido. Mientras seguía capacitando dominicanas traficadas con la promesa de darles trabajo, informaba a un diario de negocios que en representación de un grupo árabe-americano acababa de comprar la aerolínea CATA, una firma local con talleres de reparación de aviones propios, con gran parte de sus hangares en Morón, información que luego fue desmentida de plano por el presidente y fundador de la compañía, Roque Pugliese. “Cuando venía a visitarnos, lo acompañaban dos guardaespaldas. No parecía ni un tirado ni un improvisado, pero después me di cuenta de que no iba a comprar nada. Me enojó el tiempo que me hizo perder. Después me lo tomé todo en broma”, comentó Pugliese a este diario.
Las que no se tomaron el asunto en broma fueron los centenares de dominicanos y dominicanas –muchos de ellos víctimas de redes de tráficos– a los que Nader les prometió incluso participación en las ganancias de la empresa. Entre las supuestas accionistas figuran al menos tres dominicanas que fueron repatriadas a su país en las últimas semanas con pasajes enviados por familiares suyos desde Santo Domingo o cedidos por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Curiosamente, un año antes Nader hizo el mismo cuento en Sudáfrica. Movilizó a empresarios por la llegada de APA a Ciudad del Cabo y a los pocos meses desapareció sin dejar rastros.

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