SOCIEDAD
› ENTREVISTA A ROBERTO SAVASTA, FLAMANTE SUBJEFE DE LA POLICIA BONAERENSE
“Lo de Avellaneda nos mató a todos”
Dice que la policía “no tiene que salir a matar a nadie” y cuestiona la mano dura. Pero sostiene que la Bonaerense no encubre hechos delictivos. El subjefe policial se debate entre el discurso políticamente correcto y el cuidado de no enfurecer a su tropa.
› Por Horacio Cecchi
“¿Van a llevar balas de plomo?”, preguntó Página/12, mientras la columna de piqueteros se dirigía hacia el Cuartel de Bomberos de La Plata para realizar un escrache al comisario Alberto Franchiotti, detenido en ese lugar. En la jefatura de la Bonaerense, el subjefe de la institución, Roberto Savasta, se enteraba de la marcha en el preciso momento en que se realizaba esta entrevista en su despacho, un día después de su designación oficial como segundo en la cima de un volcán de consuetudinaria erupción. “Ni por casualidad. Es irracional, una locura –respondió Savasta–. No entiendo ni siquiera que disparen balas de goma contra la gente. Lo de Avellaneda nos mató a todos.” Durante la entrevista, cuestionó la mano dura (“la única mano del policía es la ley y el Código Penal”, afirmó). Sostuvo que el secreto para reconstruir públicamente una fuerza harto cuestionada es “el control, responsabilizar a los jefes de lo que ocurre en su jurisdicción”; consideró como “crítico” el hacinamiento de presos en comisarías; hizo énfasis en la “necesidad de activar los foros vecinales y acercar la policía a la gente”, e insistió en ajustar la preparación policial “en derecho, derechos humanos y trato a la sociedad”. El tiempo dirá si es un discurso más. También, dirá si puede. Y, fundamentalmente, si lo dejan.
–Para cortar hay que tomar la decisión en la cabeza. Sin voluntad, no se puede.
Roberto Savasta no se refería a la Bonaerense sino a los cigarrillos: fuma cuatro atados diarios. Pero los cigarrillos servirán, en este caso, como metáfora.
–El policía que no es humilde, no puede ser policía. Nadie se puede olvidar de sus orígenes. El que se olvida, se olvida de sí mismo.
–¿Y los suyos, cuáles son?
–Mi padre fue comisario en La Plata. Estoy hablando de hace más de 40 años. Era otra policía. En realidad, era otro país. Todo cambió. Se podría decir que, como el resto de la sociedad, se era muy ingenuo.
–¿Y ahora cómo es la policía?
–La generalidad es buena. Tenemos conductas como las que derivaron en los sucesos de Avellaneda. Bueno, somos más de 40 mil hombres, es incontrolable la conducta individual de cada uno. Uno tiene que dar directivas claras. Si alguna conducta individual se desvía, provoca un daño terrorífico. Lo de Avellaneda nos mató a todos.
–¿Considera que fue una conducta individual?
–Se fue de las manos, no fue algo planificado.
–Pero alguien decidió llevar balas de plomo. ¿Quién decide? ¿Un sargento?
–No, pero tampoco las puede retirar por su cuenta. Hay un jefe y el jefe es responsable. No niego que haya estructuras sueltas, de cuatro o cinco hombres, como ocurrió en este caso, que empujan para otro lado. En lo personal, reprocho la responsabilidad por lo ocurrido en Avellaneda a la plana mayor de la departamental de Lomas de Zamora. Estructuras que tenemos que detectar y llevar a la Justicia, para que no arrastren al resto.
–¿Cuáles van a ser los próximos pasos en esa investigación?
–Lo va a resolver la Justicia en base a los testimonios que se vayan produciendo. Está en plena investigación. No tengo dudas de que se va a esclarecer en un ciento por ciento. La policía va a colaborar con todo lo que la Justicia requiera. Nosotros no encubrimos esta clase de cosas. Nunca.
–Pero los hechos fueron encubiertos hasta que los reveló Página/12. Usted dice que nunca las encubrieron. ¿Se refiere a la actual jefatura y un grupo policial o a la institución?
–No, en líneas generales.
–Pero la Bonaerense ha encubierto. Huelgan los casos. AMIA, Cabezas, Melmann, Wilde, Andreani, Ramallo, ahora Avellaneda. –La confusión, y en eso es en lo que hay que trabajar mucho, es que se cree que la institución está representada por casos delictivos y, aunque aparece así, no es así. La mayor parte de los policías son humildes, y aspiran a trabajar con la ley en la mano.
–¿Qué le pasa a un policía que tiene conceptos de legalidad, y resulta que trabaja en la 1ª de Avellaneda, hay una marcha de piqueteros, viene el comisario y le dice, che, agarrá munición de guerra.
–El comisario no va a dar esa orden.
–Pero la dio.
–Quiero pensar que nadie va a ser tan irracional que, a sabiendas, va a llevar balas de plomo.
–No me va a decir que se confundieron.
–No, simplemente que desde mi óptica dar esa orden es irracional. Estuve tres años al frente de la Departamental La Plata. Cada vez que había una marcha, y hubo más de 1500, y ninguna con problemas, al personal lo agarraba yo, les decía a ver qué armamento tienen, nadie tira un tiro, yo doy las órdenes, si se tira, se tira para arriba y jamás balas de plomo. Me pregunto, por qué se tira contra la gente, aunque sean balas de goma. Si tirar para arriba, una vez, alcanza. ¿Para que los vamos a correr? Si yo tengo que cuidar esto y la gente se fue de acá.
–¿Por qué sucede, entonces?
–Por falta de control, de pautas. Por eso hablo de limitar las responsabilidades. Si quiero que salga bien, voy yo, va el jefe correspondiente, controla y sabe quiénes son responsables.
–¿En qué queda entonces lo del policía legalista? ¿Qué debe hacer si le toca trabajar en una 1ª de Avellaneda con una marcha en puertas?
–Se tiene que presentar ante la Justicia. Le dice al fiscal, Fulano y Mengano llevaron balas de plomo por orden de Zutano. No voy a encubrir una situación ilegal. Es su obligación, no sólo como policía sino como ciudadano.
–¿Esos hombres existen?
–Claro que existen.
–Además del de Avellaneda, ¿cuál es el tema más crítico a resolver?
–Los detenidos en comisaría. Suma mucho personal que podría estar en la calle, en tareas de prevención. No es fácil de resolver porque el Servicio Penitenciario está también sobrepasado.
–¿Por qué ocurre esto?
–Porque la situación social se ha empeorado...
–¿Usted cree, como declaró Amadeo D’Angelo al asumir la jefatura, que hay que cercar las villas?
–(Hace un gesto de desagrado). Culpar a la pobreza por la delincuencia es la salida más fácil. Pero, además ocurre porque la ley de excarcelación es muy dura.
–A partir de las modificaciones propuestas por Ruckauf...
–Claro. Y no hablemos de mano dura. Acá hay una ley y un código, que tenemos que cumplir todos, empezando por la policía y siguiendo por toda la ciudadanía. Todos. Y punto. No sé qué es mano dura.
–Habría que preguntarle a Ruckauf. El ex gobernador soltó en su campaña, y lo sigue haciendo, que había que meter bala para solucionar el problema de la delincuencia.
–No tengo una explicación lógica de la mano dura. La policía no tiene que salir a matar a nadie. La idea es salir a detener. La única mano dura que conozco es la de la ley. La generalidad de la policía es consciente de que no se puede hacer más ni menos de lo que dice la ley. La ley nos dice qué hacer y cómo hacerlo. La policía es auxiliar de la Justicia.
–Como auxiliar de la Justicia, en Avellaneda, se veía a policías de civil levantando los cartuchos para borrar pruebas.
–Un grupo que, como en este caso, arrastra a toda la institución que arriesga la vida a diario. Eso no se puede permitir. Los temas siguieron rodando. Eran muchos. Para cerrar, mientras aplastaba un cigarrillo contra el cenicero, Savasta señaló dos temas que lo preocupan: acercar la policía a la gente, y acentuar su preparación: “Más derecho, derechos humanos y trato a la sociedad. Si no están esas materias, tendrán que estar”.
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