SOCIEDAD › PELEA POR EL CONGELAMIENTO DE UN FAMOSO BASEBOLISTA
Vendiendo a papá en segmentos
Ted Williams, un famoso bateador, murió diez días atrás. Uno de sus hijos mandó congelar su cuerpo, con la idea de vender su ADN. Otra de las hijas quiere evitarlo y va a los tribunales.
Por Isabel Piquer
Desde Nueva York
El cuerpo de Ted Williams, el mejor bateador de la historia del béisbol, se convirtió en el objeto de una macabra controversia. Williams murió recientemente de un paro cardíaco a la edad de 83 años, después de haber entusiasmado durante décadas a los aficionados del deporte rey en Estados Unidos. Pero su desaparición ha resultado ser algo más que literal. La misma noche de la muerte, uno de sus hijos, John Henry Williams, mandó congelar el cadáver en un centro criogénico con el propósito de vender su ADN. El asunto está en los tribunales.
“Mi padre está en un cilindro de metal cabeza abajo, tan congelado que si pudiera tocarlo se rompería en pedazos por el mero calor de mi mano. Me enferma sólo de pensarlo”, dijo hace unos días a un diario de Arizona Bobby-Jo Ferrell, la otra hija de Williams que destapó todo el escándalo y denunció a su hermanastro para recuperar los restos de su padre.
La primogénita del mítico bateador de los Red Sox de Boston asegura que John le propuso la idea hace un año y que ella la rechazó horrorizada. “El me dijo: sería interesante si pudiéramos resucitar a papá dentro de 50 años. ¿Y si pudiéramos vender su ADN? Podría haber pequeños Ted Williams por todo el mundo.”
Y así parece haber ocurrido, aunque nadie ha confirmado dónde está exactamente el cuerpo de Ted Williams. Bobby-Jo quiere incinerarlo y dispersar sus cenizas por los cayos de Florida, donde tanto le gustaba pescar. Este habría sido su último deseo.
La historia es bastante siniestra. El pasado viernes por la noche, John Henry Williams, sin comentarlo a nadie, robó el cuerpo de su padre recién fallecido de una funeraria de Florida y lo mandó por avión a un centro criogénico de Arizona, la Fundación Alcor para Prolongar la Vida. “Mi padre no quería ceremonias”, fue lo único que dijo entonces el hijo para justificar la ausencia de funeral.
La Fundación Alcor lleva desde 1972 congelando cadáveres para eventualmente resucitarlos cuando la ciencia lo permita. No ha querido confirmar si Williams es su nuevo inquilino, pero tampoco lo ha negado. El proceso consiste en sumergir el cuerpo boca abajo en nitrógeno líquido y esperar al futuro. Increíblemente, la mayoría de sus actuales 50 pacientes sólo han elegido conservar la cabeza, suponiendo que los milagros de la clonación permitirán quizá darles, además de otra vida, un nuevo cuerpo. También resulta más barato: congelar un cuerpo entero ronda los 120.000 dólares; una cabeza, tan sólo 50.000.
Ahora un juez de Florida debe determinar el destino de Williams. “John Henry está tratando de hacer dinero con el cuerpo de mi padre y no voy a permitirlo”, dijo Bobby-Jo a la agencia Associated Press. “Esta es la peor forma de abuso, ni Steven Spielberg hubiera podido imaginar algo semejante.” Los abogados de su hermanastro aseguran que padre e hija tenían sus diferencias y no se veían desde hace tiempo, por lo que Bobby-Jo no podía conocer sus últimas voluntades.
Personas cercanas a la leyenda del béisbol aseguran que John Henry lleva ya más de diez años explotando y controlando la fama de su padre. Se recuerdan historias de pleitos por los derechos de comercialización de souvenirs, incluso con su otra hermana Claudia, cuando ésta quiso vender 2000 bates firmados por Williams, o una página web con los recuerdos de mejores épocas, cuando el mítico bateador compartía el panteón de records con Joe DiMaggio o Babe Ruth-Williams ha sido el último jugador en conseguir batear más de 400 veces en una temporada en las Grandes Ligas, y consiguió 521 home runs en toda su carrera. También se dice que John Henry heredó el carácter irascible de su padre.
Los aficionados están especialmente indignados. El martes por la noche, los Red Sox honraron la memoria de Williams en el estadio de Milwaukee,desplegando en el césped la figura del gigantesco número nueve que siempre llevaba. Ninguno de sus tres hijos estuvo presente en la ceremonia.
Lo más paradójico del caso es que existe un libro sobre la clonación de Ted Williams. Se llama El Proyecto Samuel y su autor lo escribió hace dos años como una historia de ciencia-ficción.
The Guardian, especial para Página/12