Jue 11.01.2007

SOCIEDAD  › UNA BALA BONAERENSE MATO A UN CHICO EN UN PATRULLERO

La secta del gatillo fácil

El chico, de 17, detenido por un supuesto asalto, murió con una bala en la cabeza en el patrullero que lo llevaba a la 3ª de La Plata. Cinco policías prescindibles, dos detenidos por homicidio con alevosía.

› Por Horacio Cecchi

La muerte del chico fue una sola. Una bala, de 9 milímetros de una pistola policial reglamentaria, entró por su parietal derecho y lo mató. Las versiones, las dudas y las sospechas son unas cuantas. El dato que más las alimenta, aunque no sea el único, es que el chico, de 17 años, recibió el impacto en la cabeza mientras era trasladado por dos sargentos en un patrullero a la comisaría 3ª de La Plata, más conocida como comisaría de Los Hornos. El chico había sido detenido una hora antes por el dueño de la casa que supuestamente acababa de robar, un policía de la comisaría 4ª también platense. Los dos sargentos fueron detenidos y luego expulsados de la Bonaerense por homicidio con alevosía. La comisaría fue intervenida, y un capitán y dos oficiales más también expulsados de la Bonaerense por encubrimiento. La primera versión de los dos sargentos apuntó a la estupidez: dijeron que no lo habían revisado bien y el chico, oh sorpresa, dentro del patrullero sacó un arma calibre 32, forcejearon y una bala se escapó de una de las pistolas policiales.

La versión de los sargentos ofrecía algunas grietas por las que no sólo podría colarse un arma calibre 32. Según ese relato, alrededor de las 2 de la madrugada de ayer, el policía Luis Dorato, de la comisaría 4ª de La Plata, regresaba a su casa sobre la calle 66 y 163, en la localidad de Los Hornos. Antes de entrar, los vecinos le advirtieron que había dos muchachos adentro robando su vivienda. En ese momento, Dorato vio salir a los dos muchachos con objetos suyos y decidió perseguirlos. Uno logró escapar. Al otro, un jovencito de 17 años, logró detenerlo.

Dorato llamó entonces a la comisaría 3ª, con jurisdicción en la zona y ubicada en la calle 137, entre 61 y 62. Y la 3ª envió un patrullero ocupado por el dúo de la estupidez, los sargentos Santiago Constantino Regalía y Christian Aníbal Gutiérrez. Supuestamente, el policía Dorato entregó a sus colegas de la 3ª al ladronzuelo. Según la versión oficial del descuido, es necesario que en primer lugar Dorato se haya descuidado para que, después del entrevero con el joven y siendo policía, le haya pasado desapercibido la calibre 32 que dicen que tenía el chico entre sus ropas.

Según la práctica, el detenido, esposado, debió ser introducido en el asiento trasero del patrullero, después de haber sido revisado concienzudamente.

Pero, según la versión inicial, no fue así. Los sargentos Regalía y Gutiérrez subieron al chico al auto sin advertir la supuesta arma. Siguiendo esa versión, ya en viaje hacia la comisaría y a la altura de la esquina de 150 y 66, el chico intentó usar el arma, y en el forcejeo se disparó la 9 milímetros del sargento Regalía, impactando en el parietal derecho del chico.

Las grietas de la versión fueron abismos. Que el arma pasara desapercibida a los tres policías resultaba poco creíble. No cerraba la explicación del forcejeo estando los dos policías sentados delante porque con el chico armado no hubieran tenido tiempo. Tampoco que el disparo accidental hubiera ingresado por el parietal. “Parece más que le hubieran estado dando con el caño y se le disparó un tiro”, confió un ex comisario con cierta generosidad. En realidad, la resolución 18 del ministro de Seguridad, León Arslanian, habla de homicidio con alevosía, demasiado distante del disparo accidental y con demasiados ecos de ejecución por la espalda. Que los dos sargentos más el capitán Carlos Morales, el teniente primero Iván Martínez y el teniente Lucas Oyarzábal, también de la 3ª, hayan sido declarados prescindibles de la Bonaerense indica que la primera versión no cerraba por ningún lado. Para el caso, los otros tres policías fueron declarados prescindibles por encubrimiento. La comisaría, además, fue intervenida.

Anoche, el fiscal 4 platense, Sergio De Lucis, aún tomaba declaraciones por la causa. El caso, de todos modos, avanzaba con hermetismo. Una versión argumentaba que el jefe de la comisaría tenía protección de algún juez.

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