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El “Oldendorff” no pudo salir y el “Irízar” corre el mismo riesgo

La Armada anunció ayer que el buque alemán “Magdalena Oldendorff” no podrá salir del área por las condiciones reinantes en la Antártida. El “Irízar” intentará hacerlo, aunque no se descarta que también deba invernar allí.

“El hielo aún se mueve debido a su expansión y tendremos que observar el campo día a día para decidir qué hacer con el ‘Irízar’: si podremos encontrar una ruta de salida hacia aguas abiertas o deberemos invernar en un lugar seguro.” Sacadas de contexto, las palabras pronunciadas ayer en una conferencia de prensa por el capitán de navío Raúl Benmuyal, a bordo del rompehielos de la Armada argentina, sorprenderían a propios y extraños. Pero en realidad no hicieron otra cosa que confirmar la noticia adelantada hace siete días por Página/12 como una alternativa posible: el buque alemán “Magdalena Oldendorff” deberá permanecer en aguas antárticas hasta el deshielo de mediados de noviembre, mientras que el “Almirante Irízar” buscará a partir de ahora una salida posible aunque solitaria, en un último intento por esquivar un invierno que se le aparece cada vez más frío.
Los campos de hielo, creciendo en extensión y profundidad, se están volviendo más compactos y resistentes. Las temperaturas, generalmente menores a los 20 grados bajo cero, complican cada vez más los movimientos y exigen un mayor uso de combustible para abrirse camino entre las blancas capas. Para colmo, las dimensiones del “Oldendorff” son mayores en largo y ancho a las del “Irízar”, con lo que la estela de agua no congelada formada por este último no siempre alcanzaba para mantener una marcha regular en la que el buque alemán siguiese en lineal convoyado a su par argentino. Fueron estas cuestiones básicas, además del pronóstico meteorológico reservado que se espera por lo menos hasta mediados de setiembre, las que, según el propio Benmuyal, determinaron la cruda decisión: los alemanes deberán pasar el invierno en la Antártida.
“Fue una resolución tomada en conjunto con las autoridades del barco alemán. La velocidad de salida en convoyado era muy lenta y se corría el riesgo de quedar atrapados entre los hielos del mar de Weddell”, aseguró Benmuyal, quien explicó que el peligro de permanecer en esa situación consistía en que los buques podrían perder el control de sus movimientos y “entrar en la circulación propia del mar”, con la triste consecuencia de no poder salir a aguas abiertas ni siquiera en el verano. El comandante del Area Naval Antártica argumentó además que en un vuelo de exploración glaciológica el capitán del “Oldendorff” le admitió que la navegación de ambos buques juntos se había vuelto “imposible”.
De esta forma, el “Irízar” guió al “Oldendorff” hasta una península conformada por “hielos viejos” de varios años de antigüedad en donde se especula que el viento penetraría en forma sensiblemente menor y el crecimiento de “hielo joven” sería menor que en otros sitios del mar de Weddell. “El ‘Oldendorff’ quedará a resguardo de las malas condiciones del clima en las latitudes 69 grados sur y 1 grado oeste, muy cerca del lugar donde se encontraba mientras esperó al `Irízar’”, explicó una fuente de la Armada a Página/12. La misma fuente detalló que antes de que los buques se separaran, dos tripulantes alemanes fueron trasladados al “Irízar”, mientras que Juan Carlos Campana, uno de los médicos argentinos que viajó en la expedición, quedó a disposición de la tripulación del buque varado, al que se le entregaron nuevos víveres, combustible y medicamentos. En total, permanecerán en el “Oldendorff” 17 tripulantes alemanes y el médico argentino.
Respecto de los pasos a seguir por el rompehielos argentino, Benmuyal afirmó que debido a lo cambiante de las condiciones del tiempo se deberá “observar cada foto satelital cuidadosamente y analizar el campo todos los días” para ir descubriendo las aberturas “más seguras” entre los hielos. “No puedo precisar cuánto demoraremos en llegar a aguas abiertas. Por ahora sólo pensamos en agotar todos los recursos necesarios para hacerlo”, manifestó. De lograr su objetivo, el “Irízar” tendrá que haber atravesado antes 1600 kilómetros de campos de hielo más o menos espeso, más o menos antiguo. En caso contrario, sus autoridades ya pensaron en varios “puertos de hielo” –de características similares a la península– donde esperar el deshielo, que se produciría a partir de mediados de noviembre. “La misión está cumplida sobradamente. Cuando partimos no teníamos certezas de poder abastecer al `Oldendorff’ y lo conseguimos. La ayuda humanitaria se llevó a cabo con éxito”, se consoló con razón Benmuyal, antes de finalizar el contacto con la prensa.
Producción: Darío Nudler.

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La tripulación del “Irízar” abastece de combustible al buque alemán “Magdalena Oldendorff”.
 
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