A la 1.15 de la madrugada de ayer se entregó a la policía. Al mediodía fue trasladado a la unidad 21 de Campana. Temía por su seguridad en la cárcel. Algunos padres quisieron agredirlo.
Sea que los cien mil pesos de recompensa que ofreció el Ministerio de Interior funcionaron como cinturón de buzo, sea que, como dijo su abogado, estuvo atareado durante todo el día y recién se enteró durante la noche, la cuestión es que Mario Ochoa, el chofer condenado a 16 años por violación de seis chicos discapacitados, se presentó detenido luego de un día de permanecer técnicamente prófugo para la Justicia. La detención se produjo entre la 1.15 y la 1.30 de la madrugada de ayer, en la puerta del estudio del abogado de Ochoa, Rubén Jones, donde fue esposado y trasladado a la comisaría 1ª. Allí pasó la noche, para ser trasladado al mediodía a la unidad 21 de Campana, donde quedará preso para cumplir su condena. A esa hora, un grupo de padres de los chicos violados intentó agredir a Ochoa y a su abogado, desatando incidentes. En coincidencia con el caso, el ministro de Justicia, Alberto Iribarne, anunció que elevará al Congreso un proyecto para “limitar la excarcelación de acusados en los casos en que exista una condena en primera instancia” (ver aparte).
“No hay nada que festejar, pero hay una parte de satisfacción de que se fue a pedir justicia y la Justicia respondió”, dijo María Elena Leu-zzi, de la Asociación de Víctimas de Violaciones.
“Fueron dos días de calvario, pero mañana le voy a dar un beso enorme a mi hijo Luciano y a decirle que cumplí con mi promesa de que Ochoa estuviera preso”, aseguró Juana Domínguez, madre de una de las víctimas del chofer. Los familiares se fueron enterando por mensajes y llamados telefónicos a partir de las 2 de la mañana. Y una parte de ellos se reunió en el frente de la comisaría para aguardar la salida del preso hacia el penal.
Ochoa había sido condenado el 20 de julio pasado a 16 años de prisión por el Tribunal Nº 2 de San Isidro, por hallarlo culpable de la violación de seis de los trece chicos que fueron presentados como víctimas. Un grupo de padres, enardecidos, debió ser echado de la sala a los empujones por la policía. El mismo tribunal fue el que, al ser apelada la condena, decidió dejar en libertad a Ochoa, argumentando que la prisión preventiva de tres años había excedido la posibilidad de mantenerlo preso sin condena firme.
A partir de ese momento, la mitad de los padres acampó en el hall de los tribunales. El martes pasado, la Sala II de Casación bonaerense dispuso la detención de Ochoa, en una decisión no relacionada técnicamente con la condena sino con un recurso presentado por el fiscal general de San Isidro, Julio Novo, en 2006.
Pero cuando la policía fue a buscar a Ochoa, no lo encontró. A partir de ese momento, se lo consideró prófugo de la Justicia. Mientras su foto comenzaba a ser distribuida por Internet por Avivi y por las Madres del Dolor, el ministro de Interior, Aníbal Fernández, ponía a disposición una recompensa por 100 mil pesos para quien proporcionara datos ciertos que permitieran atrapar al violador.
“La recompensa tuvo mucho que ver. La persona a la que ponen precio a su cabeza sabe que en cualquier momento va a ser descubierta”, dijo ayer el capitán Luis Peveri, titular de la comisaría 1ª de San Isidro donde quedó detenido Ochoa. En cambio, el abogado del chofer, Rubén Jones, aseguró que “la recompensa no tuvo nada que ver; él ya se quería entregar. Se demoró porque cuando me notificaron a mí, él ya se había ido a trabajar y recién pude avisarle cuando volvió. Y estaba un poco atemorizado con su seguridad”. Es tradición carcelaria que los condenados por violación suelen sufrir agresiones de parte de los otros presos.
La detención fue convenida a la madrugada para evitar concentraciones y posibles agresiones. Y se realizó en la puerta del estudio de Jones, en la avenida Maipú al 100. Allí, Ochoa fue detenido por unos policías que lo aguardaban en la vereda, después de palparlo de armas y esposarlo con las muñecas por detrás. De allí fue trasladado a la 1ª. “Se lo veía preocupado, como una persona que estaba por perder su libertad”, dijo Peveri. Al mediodía, en medio de incidentes, intentos de los padres por golpear a Ochoa, empujones y demás, Ochoa fue trasladado a la unidad 21 de Campana. Entretanto, su abogado se reunió con el presidente del Tribunal de Casación bonaerense, Federico Domínguez, para el planteo de una serie de nulidades. Aseguró que la presión de los medios influyó sobre los jueces en la decisión de detenerlo. No dijo lo mismo (sobre la presión de los medios) en relación con la decisión del Tribunal Nº 2 de liberarlo.
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