SOCIEDAD › BONAERENSES PRESOS POR LA MUERTE DEL PRESTAMISTA
Otro crimen con sello policial
Detuvieron a dos policías en actividad, uno en disponibilidad y a la pareja de la víctima. Ahora buscan a un miembro de la Federal. El prestamista apareció fusilado en el Parque Pereyra.
Cuando al prestamista Marcelo Penna le descerrajaron dos tiros en la nuca mientras lo mantenían atado a un árbol del Parque Pereyra Iraola fueron muchas las deudas azules que quedaron sin pagar. Ayer, cuando fueron detenidos tres policías y su propia mujer por el crimen, se abrió una nueva puerta en la investigación del fiscal Marcelo Pelayo: qué ganaron sus ajusticiadores, además del robo de unos cien mil pesos que los asesinos planearon con la complicidad de la concubina. Página/12 adelantó en exclusiva, tres días después del hallazgo del cuerpo, que se investigaba a una banda mixta dedicada a los secuestros extorsivos y a la piratería del asfalto. Desde entonces una banda integrada al menos por seis policías en ejercicio y retirados y algunos civiles está en la mira. Ayer, fuentes de la DDI de Quilmes, aseguraron que la clave del crimen es Gladys Díaz, de 42 años, la mujer que vivía con el prestamista y que al mismo tiempo era amante de uno de los suboficiales que lo robó y lo asesinó. Los policías “se quebraron”, dijeron fuentes judiciales. Y ahora la Justicia busca a un oficial retirado de la Policía Federal, al que señalaron como partícipe.
Marcelo Horacio Penna era un abogado que había elegido una vía más rentable, quizás, que su profesión universitaria: prestar dinero por izquierda a personajes sin escrúpulos y blanquear negocios sucios de otros. Nada más riesgoso, queda claro, que asociarse en semejantes empresas con hombres de la mejor policía del mundo, a esta altura famosos por la manera de resolver sus asuntos aniquilando con el sello de la mafia. Pero en eso andaba Penna, y para peor con una mujer que según confesaron los policías detenidos, lo engañaba y terminó entregándolo a sus victimarios. Gladys Díaz está detenida y será indagada hoy por el fiscal Pelayo, que quiere que le explique por qué además de robarle el dinero fresco que había en la casa que compartían sobre la calle Roca al 2527 del partido de Avellaneda, lo mataron a sangre fría.
Desde el comienzo, fuentes del Ministerio de Seguridad de la provincia sospecharon que el de Penna no fue un cadáver más de los que abundan en el conurbano y que contribuyó al intento de desestabilizar la administración de Juan Pablo Cafiero como nuevo ministro de Seguridad.
El final de Penna fue el 9 de julio. Ese día entraron en su casa y lo secuestraron al mismo tiempo que se llevaban de allí una pistola calibre 40 y un fajo de billetes. Ayer, un vocero de la Bonaerense le dijo a Página/12 que es una cifra de cinco dígitos, y que habrían sido dólares.
Hasta el momento la versión sobre aquella jornada era la que había inventado con cierta desprolijidad Gladys, su concubina. Fue ella quien se presentó a denunciar la desaparición de su novio que, juró, la había dejado plantada aquella tarde después de prometerle que se encontrarían en el viaducto de Sarandí y la avenida Mitre. Gladys falseó ante el fiscal lo que pasó aquel día. Dijo que Penna salió temprano para visitar a una hija enferma en Florencio Varela y que más tarde la llamó por teléfono para decirle que pasaría a un curso de inglés en la subsede Avellaneda de la Universidad de Buenos Aires, del que saldría a las 17.30. La mujer aseguró que Penna volvió a llamarla para decirle que iba a hacer algunas compras en un supermercado de la zona y acordaron encontrarse a las 19. Juró que ella lo esperó protegiéndose de la lluvia bajo el alero de una parada de micros. Al fiscal, desde el comienzo, le llamó la atención el testimonio. Ahora sabe que Gladys lo entregó aquel día, tras una cuidada planificación hecha con su amante, el oficial Jorge Lescano, para quedarse con su dinero y algunos bienes.
“Le robaron la guita y se llevaron los diskettes con la lista de deudores y los montos. Está claro que le prestaba a varios policías y que cambiaba cheques de actividades ilegales”, le dijo ayer a este diario una fuente de la investigación. Lo que todavía no está claro es si son lospolicías detenidos los deudores beneficiados con la muerte del prestamista. Además del amante de Díaz, en cinco allanamientos hechos en Hudson, Villa España y Florencio Varela, el fiscal detuvo al policía en actividad Sebastián Sandoval, y a Ramón Omar Lescano, en disponibilidad preventiva. Hasta anoche seguía prófugo un policía retirado de la Policía Federal, que también habría participado del asesinato en el que a Penna lo llevaron hasta una fila de árboles del Parque Pereyra, lo esposaron a un árbol y le dieron dos tiros de 9 milímetros por la espalda.
La policía confirmó ayer que a uno de los detenidos se le secuestró una pistola Bersa que pertenecía al abogado y aseguró que la mujer participó en la planificación del crimen junto a Lescano. La noticia se conoce un día después de que se conociera que fue una allegada cercana a la familia quien ideó el secuestro de Diego Hallé, de 12 años. En su caso la mujer que lo tuvo atado en su propia casa también era una deudora en apuros. En el caso de Penna sus asesinos habrían pensado cada detalle hasta para hacerse de sus bienes ganados con años de juicios por hipotecas y préstamos clandestinos. “Si podían robarle fácilmente el dinero que había en la caja, ¿por qué lo mataron?”, le preguntó este cronista anoche a una fuente de la DDI. “Eso es algo que solamente está en la cabeza de los que están presos”, contestó enigmático el oficial. Pero otras fuentes policiales admitían que “el valor del cadáver” de Penna era “mucho más alto” que los billetes que su mujer y cuatro policías se repartieron después del fusilamiento bajo el amparo de la noche en el parque.