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Los semáforos cambiaron porque nadie se detiene
“Acá quien derogó los semáforos de facto fue la gente.” Fernando Ascuada es el secretario de Gobierno del Municipio de San Fernando, uno de los partidos del primer cordón bonaerense que buscó una vía legal para regular una de las modalidades impulsadas por los habitantes de sus calles: la desobediencia al semáforo en rojo durante la noche. En San Fernando, el 90 por ciento de los semáforos ahora se desactivan después de las diez de la noche. Este fenómeno se repite en Vicente López en menor medida y en algunos barrios de San Isidro. En todos los casos, la instalación de los semáforos en intermitente fue una respuesta al tipo de prevención exigida por vecinos y consejos de seguridad ciudadana. Pero al mismo tiempo, son uno de los efectos más claros provocados por el miedo en los barrios y en las zonas que de noche toman la fisonomía de pueblos fantasmas.
“La recesión, los negocios cerrados, la crisis: una cosa llevó a la otra y se fueron despoblando buena parte de los barrios durante la noche”, dice Ascuada analizando uno de los efectos impensados de la crisis. “La gente de San Fernando está cambiando de hábito, de noche no hay movimientos y a su vez existe la sensación de más vulnerabilidad y de riesgo que de a poco hizo que ya no se detengan en los semáforos.”
Hace dos años, lejos de ahí, en una esquina de San Isidro murió una mujer en un intento de robo. Ocurrió frente al semáforo de Andrés Rolón y XXX. A partir de ese momento, ese semáforo dejó de funcionar a las diez de la noche. Ahora un 30 por ciento de los semáforos de esa localidad se apagan a la misma hora. La municipalidad tomó la decisión a pedido de los vecinos. Sergio Matera es concejal del PJ en San Isidro, y el autor de un proyecto de ordenanza que dejaría fuera de sistema al 100 por ciento de los semáforos automatizados del partido. Es decir, de los 157 semáforos, 120 se apagarían de noche: “No fue una idea demasiado original –dice Matera–, fue puro sentido común. Después de las diez y media de la noche, nadie para en los semáforos, lo vi yo como vecino”.
En San Fernando y en San Isidro la decisión institucional llegó después que la reacción espontánea de la gente. Las ordenanzas o las reglamentaciones internas no hicieron más que darle un carácter de legitimidad al miedo, y pusieron las cosas en orden. A ninguna autoridad, le resulta indiferente la desobediencia aunque se trate sólo de un semáforo. Hasta ahora, esas reacciones sólo aparecían de modo episódico, de parte de algunos pícaros o de los más temerosos. En los últimos meses, ese fenómeno se extendió por contagio. Ese fenómeno colectivo obligó a los municipios a buscar el modo de controlarlo. “Era un peligro –dice Ascuada–: la gente tiene pánico de que les roben y derogaron los semáforos pero eso mismo causaba un riesgo mayor porque como no se sabía qué sucedía, los desprevenidos terminaban accidentándose.”
Ahora en las calles de San Fernando, el 10 por ciento de los semáforos se apaga a las 21, el resto de los automatizados a las 22 quedan desactivados. Por ahora y hasta que se terminen las carteleras de señalización, el único signo de los cambios es un amarillo en intermitencia. Entre otros lugares, allí se apagan los semáforos de Sobremonte en el Cementerio, la esquina de Sobremonte y Uruguay y algunos de Avellaneda, una de las avenidas de entrada a la ciudad. Con esa mismalógica, en la zona aumentaron los controles de seguridad en las plazas y en lugares públicos como el cementerio y los centros de atención comunal.
En tanto, los desactivados son un 30 por ciento en el Tigre y algunos otros de Vicente López. “Mi propuesta original –dice ahora Matera– era hacer un cronograma que cubra los días laborales y otro para los fines de semana donde el amarillo se active después de las doce de la noche. Mis colegas del concejo se decidieron por un criterio unificado”. La ordenanza aún no está aprobada, pero desde el Ejecutivo de San Isidro ya informan que el cien por ciento se desactivaría a partir de las diez. Así será sobre Libertador, Márquez, Centenera, Santa Fe y la ex Dardo Rocha. Matera está convencido de que es uno de las medidas con más consenso entre la gente: “En su momento –dice–, conocí una encuesta en la que el 87 por ciento lo consideraba necesaria”.
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