SOCIEDAD
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Odio y amor con los medios
La búsqueda de rating prevaleció por sobre el rigor informativo, como tantas veces. Y el asedio de los medios de comunicación, ininterrumpido desde hace una semana, desencadenó en el hartazgo de la familia Echarri, que pidió “silencio” a la prensa y luego, en cuestión de minutos, terminó festejando la resolución del caso frente a las mismas cámaras que había echado.
Los Echarri jugaron al amor-odio con las cámaras de televisión. A las siete de la tarde, la familia supo que Antonio estaba con vida. Media hora después, Pablo salió para pedirles a los medios dramáticamente que abandonaran la guardia “por la vida de mi viejo”. Poco a poco, los canales informativos fueron retirando las cámaras.
Sin imágenes, a puro silencio y sólo con el cartelón rojo de siempre, Crónica salió a las ocho a anunciar la liberación: Echarri estaba vivo. Minutos después, Pablo volvía a la fiesta, a los medios, a las cámaras. Sobre la terraza estaba la familia completa con Nancy Dupláa como parte del elenco, abrazándose y festejando el regreso. Todo nuevamente ante la mirada insistente que capturaba la televisión.
Poco después de las ocho cuando se conoció la liberación, un grupo de vecinos se desquitó. Frente a las cámaras que aún seguían en el lugar, gritaron como en las canchas pidiendo a todos “que se vayan”. Otra vez todo volvía a foja cero: otra vez Echarri caminaba hasta la puerta de entrada para pedir corrección a los medios. “Tengo el pecho demasiado caliente para poder tener las cosas claras”, dijo.
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