SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Mariana Carbajal
Llevar cápsulas de cocaína en el estómago, en la vagina o el ano puede ser fatal. “No es frecuente que se abran, pero si ocurre, una sola cápsula pone seriamente en riesgo la vida de la persona. En cuestión de minutos u horas puede morir por una intoxicación aguda por cocaína. La presencia de la droga puede desencadenar infartos intestinales, cardíacos, crisis hipertensivas y la muerte”, explicó a Página/12 el médico Carlos Damin, jefe de la Unidad de Toxicología del Hospital Fernández. Cuando las fuerzas de seguridad descubren alguna “capsulera” o “vaginera” –como se las conoce en la jerga– las trasladan al Hospital de Ezeiza si fueron detectadas en el aeropuerto, o al Fernández, si la detención se produjo en la terminal de micros de Retiro, adonde suelen llegar desde provincias del norte. Allí las hacen defecarlas, si las cápsulas están en el estómago. Pueden estar hasta cuatro días para expulsarlas. Algunas veces, las mulas llegan a un hospital por su cuenta por temor a que alguna cápsula se les haya abierto.
–¿En esos casos tienen la obligación de denunciarlas? –le preguntó este diario a Demin.
–Hay dos posiciones al respecto. Como médico, tengo la obligación de denunciar la situación porque es un delito. Será el juez quien evalúe si debe o no juzgarla, por la necesidad que tuvo de concurrir al médico. Claro que genera un dilema ético, porque los médicos no estudiamos para denunciar personas que cometen delitos, y en este caso es en ocasión de una consulta en que uno se entera de ese delito. De cualquier manera, el profesional puede ampararse en el secreto profesional, si esto no perjudica a terceros directamente, y no hacer esa denuncia.
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