Dom 29.11.2009

SOCIEDAD • SUBNOTA  › UNA EXPERTA EN GEOPOLITICA NARCO

“Rever la ley”

› Por Mariana Carbajal

“Las reclutan porque son cumplidoras, fácilmente chantajeables si tienen hijos, si hay problemas no reaccionan violentamente y son consideradas descartables por una mentalidad machista que impera en las estructuras narco”, explica Adriana Rossi por qué eligen a mujeres como mulas. Rossi es doctora en Filosofía, experta en geopolítica del narcotráfico y seguridad hemisférica y docente de la Universidad Nacional de Rosario. Lleva año estudiando el tema. Está convencida de la necesidad de una reforma legal, que atenúe las penas “para los perejiles” como las jóvenes que saturan las cárceles federales acusadas de contrabandear o transportar pequeñas cantidades de droga en su propio cuerpo o en valijas, mientras “los grandes capos difícilmente caen por el poder del dinero que manejan y por las relaciones con el poder político que mantienen y que los mantienen a salvo”, dice. “Si se quiere luchar contra el narcotráfico hay que enfocar la política de otra forma”, enfatiza, en una entrevista con Página/12.

Rossi vive en Rosario. Es integrante del Comité Científico de Freedom, Legality and Rights in Europe (Flare), colaboradora del Transnational Institute de Amsterdam y ex secretaria ejecutiva de la Red Latinoamericana de Reducción de Daños (Relard).

–¿Cuál es el rol de la mula dentro del narcotráfico?

–Las mulas cumplen con el rol del tráfico hormiga, que se ha acentuado en los últimos tiempos y que abastece a bandas de menor envergadura. De alguna forma responde a la atomización de las redes narcotraficantes. Si bien siguen existiendo las grandes organizaciones (los carteles mexicanos son un ejemplo) el narcotráfico ha evolucionado y se ha estructurado en redes de las que participan grupos medianos y pequeños. Esto hace que al lado del gran tráfico con los grandes cargamentos de droga, se haya organizado el minitráfico, que reporta por supuesto ganancias menores, pero también riesgos menores. La pérdida ocasionada por el descubrimiento de una mula es reducida respecto del descubrimiento del gran cargamento y de alguna forma impide reconstruir la red de la que la mula es parte ya que su estructura funciona al estilo de las células clandestinas. La mula, una vez descubierta, puede ser fácilmente reemplazable y no afecta en lo absoluto a la estructura narco. Muchas veces las mulas son denunciadas por los mismos narcotraficantes. A través de la denuncia se capta la atención de las fuerzas de seguridad, que se concentran en localizar a la mula. Esto permite a los narcos hacer pasar cargamentos de mayor entidad en las áreas que las fuerzas dejan temporalmente sin control, con la ayuda por supuestos de cómplices.

–¿Cuál es su perfil?

–En su mayoría de estratos sociales bajos con grande necesidades básicas insatisfechas. Esto no significa que no haya gente de otros sectores sociales, ya que en los últimos tiempos el involucramiento en la cadena narcotraficante se da a partir no solamente de situaciones económicas deficitarias, sino por factores culturales determinados por una anomia social donde los valores se desdibujan y donde prima el “tener” sobre el “ser” o donde el “ser” depende del “tener”. Muchas son mujeres y dependiendo de la nacionalidad son analfabetas o casi analfabetas que provienen de Venezuela, Bolivia y, Ecuador, entre otros países.

–¿Cómo son reclutadas?

–En el caso de mujeres, son conocidos, vecinos, personas que se ganan su confianza y que les prospectan la posibilidad de ganar algún dinero extra, amigos, amantes. En la mayoría de los casos ponen a la candidata a mula en contacto con la persona que le organiza el viaje. En caso de mujeres analfabetas, muchas de ellas son engañadas y transportan drogas sin saberlo. Las mujeres son parte importante de la cadena narco. Desempeñan roles de secundaria importancia. Sólo se conocen dos o tres mujeres que han llegado a ocupar posiciones altas. La última es la Reina del Sur, una mexicana que se dedicó a contrabandear drogas en el Mediterráneo. Los narcos las contratan porque son cumplidoras, son fácilmente chantajeables si es que tienen hijos, si hay problemas no reaccionan violentamente y son consideradas descartables (son denunciadas por los narcos en función de acuerdos entre policías y narcos para que la policía pueda llenar las estadísticas y mostrar que lucha contra el narcotráfico), por una mentalidad machista que impera en las estructuras narco.

–¿Considera adecuada la pena que hoy les cabe de acuerdo con la ley vigente?

–La ley hay que reverla. Estos son peces pequeños, son perejiles y las cáceles están llenas justamente de ellos, mientras el negocio sigue floreciendo. Si se quiere luchar contra el narcotráfico hay que enfocar la política de otra forma. Hace años lancé la idea de una reducción de daños ampliada a los eslabones débiles del narcotráfico. En la cadena productivo-comercial hay una serie de actores que participan de forma diferenciada. Diferencia en el tipo de involucramiento, en el tipo de motivaciones (desde las necesidades hasta la ganas de lucro), en el poder decisional y en las ganancias, entre otras. Me parece que habría que desarrollar estudios para determinar estos factores y ver en realidad qué es narcotráfico y evitar que sea un término que finalmente se aplica a sectores “indeseables” en una criminalización de la pobreza.

–¿La Justicia persigue con más fuerza a las mulas que a los grandes narcotraficantes?

–Está a la vista. En las cárceles están los expendedores, los adictos, los trafi-adictos, los minoristas, las mulas, mientras los grandes capos difícilmente caen por el poder del dinero que manejan y por las relaciones con el poder político que mantienen y que los mantienen a salvo.

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