El censo 2001 se realizó el 17 y 18 de noviembre, con los negocios abiertos y la bronca popular por el deber de permanecer en el hogar un sábado y un domingo, ya que no se informó en cuál de esos dos días pasaría el censista. Fue esto último lo que motivó el desacato de muchas familias de las grandes concentraciones urbanas, como Rosario, Córdoba y la ciudad de Buenos Aires. En este último lugar, según destacó ayer Roberto Muiños, coordinador del actual censo, “la Dirección de Estadísticas de la Ciudad estimó en un 8 por ciento la omisión de censados”.

Por el gasto y la mejora en la logística, agregó el funcionario del Instituto Nacional de Estadística y Censos, “lo ideal siempre es hacerlo en un día, de lo contrario pierde sustento el concepto de encuestar a la persona en el lugar en que durmió la noche anterior, porque no se sabe cuál era la noche anterior, si la del viernes o la del sábado”. Para el coordinador, estos son detalles, “pero se sienten” a la hora de las conclusiones. De hecho, es probable que los datos de población sean más altos que los esperados porque las proyecciones actuales fueron hechas en base al incompleto censo 2001.

También había un frente interno en el gobierno de Fernando de la Rúa al momento del censo. Estaba en puja salarial con los docentes que debían llevar adelante el censo. La de-serción alcanzó cerca de un 15 por ciento de maestros y profesores y obligó a los coordinadores de aquel censo a medidas extremas: capacitaciones full time para los reemplazantes que pudieron conseguirse. Y muchos censistas nunca pudieron ser reemplazados. “Además, la carga de trabajo de los censistas de 2001 era enorme, censaban más de 40 casas en dos días; ahora, dependiendo de si tienen el básico, que es más corto, o el ampliado, censan entre 20 y 36 casas.”

Otra diferencia, resaltada ya en la presentación de los lineamientos generales del censo 2010, es que esta vez se contabilizarán las viviendas. Las cartografías del censo anterior no se habían completado, lo que terminó complicando el relevamiento y dejó afuera muchas personas. Esto último es lo que ocurrió en las villas de emergencia y algunos edificios en zonas porteñas como Villa Lugano: quedaron faltos de cobertura, al igual que importantes distritos del conurbano como La Matanza. Como las áreas asignadas a veces eran enormes, muchos censistas no lograron recorrerlas y omitieron datos para acelerar su trabajo.

También falló en 2001 la formación de los censistas. Cuando éstos devolvieron las planillas con los cuestionarios, los controladores detectaron que muchos no había completaron adecuadamente el espacio destinado a cada respuesta. Otros no usaron el lápiz correspondiente, dificultando así la lectura de los resultados. Esta vez, los negocios deberán cerrar sus puertas. Es que durante el censo anterior, lograron que esta medida se frustrara tras una serie de amparos presentados por las cámaras de representantes de los comerciantes.