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Cuando ellas trabajan
En las últimas décadas ha sido notorio el aumento de mujeres que dejaron de ser amas de casa para convertirse en un proveedor más del hogar, casi a la par que sus maridos. O que en cada vez más casos, ante el crecimiento de la desocupación masculina, terminaron siendo el sostén económico. Desgranando los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, Wainerman le puso números precisos a esta tendencia que abarca tanto a mujeres con hijos pequeños como a aquellas cuya prole se acerca a la pubertad. Entre 1980 y 2001, en los hogares con esposas jóvenes –que no superan los 29 años– la pauta de dos proveedores se expandió de 23,5 por ciento a 38,8 por ciento (65,1 por ciento), mientras en los de cónyuges de edades medianas (30 a 44 años) se expandió de 28,2 por ciento a 46,0 por ciento (63,1 por ciento) y en las edades mayores (45 a 60 años), de 22,4 a 50,3 por ciento (es decir, 124 por ciento). Entre los hogares nucleares completos con hijos, aquellos con dos proveedores pasaron de ser un 25,5 por ciento en 1980 a ser un 46,3 por ciento en el 2001. De este último total, en un 33 por ciento están el varón y la mujer ocupado. Por otra parte, aquellos en los que él no tiene empleo y ella sí crecieron en las dos últimas décadas 15 veces, al pasar de 0,4 a 6 por ciento.
“El cambio de uno a dos proveedores es revolucionario y se tiene poca conciencia”, considera Wainerman. “Una esposa-madre que sale a trabajar supone cambios en la dinámica familiar y socialización de las futuras generaciones. Además, tiene consecuencias para las próximas generaciones: los chicos criados en hogares de padres con estas pautas de comportamientos suponemos que van a reproducir estos modelos”, agrega.
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