Mié 26.02.2003

SOCIEDAD • SUBNOTA

Una larga historia de desaciertos y promesas oficiales sin cumplir

El Padelai fue construido en 1887, pero su debacle comenzó en el ‘78, con Cacciatore como intendente. En el ‘84 fue ocupado y, desde ese año, ninguna gestión pudo resolver la situación. Hubo ineficiencias y burocracias varias. Y sospechas de corrupción. Al final, quedó casi en ruinas.

› Por Mariana Carbajal

La historia de la ocupación del ex Padelai comenzó casi veinte años atrás, cuando en 1984 unas 108 familias desalojadas de inquilinatos, que no podían pagar ni una mísera pieza de hotel para cobijarse, decidieron ingresar al edificio de la calle Humberto 1º y Balcarce. El lugar, emplazado en el corazón del circuito turístico de San Telmo, estaba abandonado desde hacía seis años y sus nuevos ocupantes lo convirtieron en una vivienda colectiva. Le hicieron entrepisos de madera, paredes divisorias y algunas mejoras. Con el paso de los años, su población fue creciendo al ritmo de la desocupación y hubo hacinamiento. Distintos gobiernos comunales trataron de sacar a sus habitantes, con la idea de reciclar el edificio con otros fines. Pero los intentos fracasaron por la férrea resistencia de sus ocupantes. Por falta de mantenimiento, la vieja construcción se fue deteriorando al punto que un reciente informe de la Facultad de Ingeniería de la UBA aconsejó su demolición. La historia, parece ahora haber llegado a su fin.
De las 108 familias que originalmente ocuparon el ex Padelai en 1984 hasta ayer vivían allí sólo cuatro. El resto se fue yendo en los últimos años con las distintas ofertas gubernamentales. Aunque paralelamente fueron ingresando otras. En total, ayer fueron desalojadas 70. Pero en el momento de mayor hacinamiento llegaron a vivir en el edificio, cada vez más destartalado y en ruinas, unas 150, en total más de medio millar de habitantes, la mayoría niños de todos los tamaños.
El edificio que ayer comenzó a demolerse había sido construido en 1887. Durante 86 años funcionó allí la sede del Patronato de la Infancia, un organismo creado bajo la presidencia de Carlos Pellegrini, destinado a brindar asistencia y protección a la niñez desamparada. Pero en 1978, el entonces intendente Osvaldo Cacciatore acordó con sus autoridades el traslado de la sede al parque Almirante Brown. La cesión del terreno prometido por Cacciatore nunca se concretó, el Padelai desapareció como institución y el predio de San Telmo, que ocupa más de media manzana, quedó abandonado. Hasta 1984.
Desde que hicieron pie en el lugar, sus primeros ocupantes vivieron con la amenaza del desalojo. En 1986 la comuna los acusó lisa y llanamente de “usurpadores” y les inició juicio para sacarlos. Un año después, los habitantes se unieron y formaron la Cooperativa de Crédito y Consumo San Telmo. Luego de intensas gestiones, en un hecho sin precedentes, en 1990 el entonces intendente Carlos Grosso firmó un convenio con ellos por el cual les reconoció el 70 por ciento de la propiedad del edificio; el 25 por ciento quedaba para la comuna y el 5 por ciento para equipamiento urbano. Grosso se comprometió a girar dinero para la remodelación de todo el caserón mientras que los vecinos tenían que aportar a un fondo común el 15 por ciento del ingreso mensual del grupo familiar y una vez finalizada la obra deberían pagar 240 cuotas del 25 por ciento de sus ingresos.
El proyecto fue elaborado por un equipo técnico de la Facultad de Arquitectura de la UBA en conjunto con organizaciones no gubernamentales y aprobado por una ordenanza del Concejo Deliberante. Preveía la construcción de 118 departamentos, de dos, tres y cuatro ambientes, 60 locales comerciales –que pertenecerían al municipio–, un jardínguardería abierto al barrio, espacios recreativos y un patio seco para una feria artesanal. La firma del convenio se celebró con música de Tarragó Ros, que hizo bailar con su acordeón desde los más chicos hasta las señoras mayores. A los festejos se sumaron varios concejales y funcionarios municipales. Suponía una solución habitacional inédita. Pero los fondos comunales nunca llegaron y el proyecto hizo aguas. La construcción, mientras tanto, sin ningún mantenimiento se fue deteriorando día a día.
La pulseada entre el gobierno porteño y los ocupantes del ex Padelai se tensó bajo la gestión de Enrique Olivera. El reemplazante de De la Rúa en la ciudad de Buenos Aires firmó un decreto que puso como plazo el 10 dejulio de 2000 para darle otro techo a las 135 familias que en ese momento tenían ahí su casa. Para que se fueran, sin apelar a la fuerza, se les ofreció créditos blandos de un máximo de 30.000 pesos, con cuotas que no debían superar el 20 por ciento del ingreso familiar y a 20 años. Algunas familias la tomaron. Pero 70 siguieron firmes. La oferta está vigente.
Finalmente, el operativo para desocupar el Padelai fue reactivado a principios de febrero, cuando Aníbal Ibarra firmó un decreto que ordenó el desalojo total para “preservar la seguridad de los habitantes”. Fundamentó la medida en dos informes de la comuna (uno de la Subsecretaría de Logística y Emergencia y otro de la dirección de Obras y Fiscalización), y un tercero de la Facultad de Ingeniería de la UBA, que aconsejaron la desocupación y demolición del vetusto caserón, con ventanas sin vidrios y construcciones precarias. Un primer juez frenó el operativo, pero ayer otro dio vía libre y firmó el acta de defunción de lo que pudo ser en algún momento una experiencia histórica de vivienda social, pero por falta de fondos y voluntad política, y seguramente por intereses económicos e inmobiliarios, pereció.

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