En Villa La Angostura, “la situación se ha superado de una forma evidente en todo lo que hace a la infraestructura de la ciudad”, explica David Tressens Ripoll, secretario de Defensa Civil y Seguridad vial municipal y responsable del Comando de Operaciones de Emergencia. En lo más agudo de la crisis generada por el volcán, sobre el pueblo cayeron entre 7 y 8 millones de metros cúbicos de arena. “Ya se han retirado 750 mil centímetros cúbicos. Esa era la actividad más titánica que teníamos por delante” cuando el volcán transformó el paisaje de la zona. “Había que retirar la arena para que la ciudad pudiera recuperar los servicios, también su vida. En el centro se nota con claridad: habían precipitado 35, 40 centímetros de arena de alto, y hoy cuando salís ves que la ciudad está recuperada, igual que el bosque nativo.” La tarea de limpieza de esa arena, se estima, continuará al menos dos meses más.

En el bosque, detalla Tressens Ripoll, los perfiles se recortan con nitidez. Al sector de especies nativas “se lo ve muy recuperado, a diferencia de lo que pasa con algunas especies exóticas, como el pino oregón, que no puede sacarse de encima la arena”. Ahora, al recorrer el bosque autóctono “ves colores de retama, de pino... los pesimistas hablaban de una recuperación que iba a llevar 6, 8 años. Los optimistas tuvimos más éxito”.

Las toneladas de arena barrida y retirada no desaparecieron, pero casi. Primero se barrían hasta las veredas, luego llevadas a la calle, cargadas en bateas y llevadas a dos depósitos temporarios por nueve equipos de camiones y máquinas. Luego van al depósito final, en Manzano, un barrio donde hay una cantera abandonada. “Se desvió un río para vaciar la cantera y se está tirando ahí la arena. Es como en medio del bosque. Para que no se disperse, encima se le tira una malla con semillas de césped. Eso crece. Así la arena va a quedar tapada”, explica.