Hay que subir una escalerita ubicada al fondo de un local de diseño industrial entre modernísimo y vintage. Peldaños arriba, la buhardilla atesora un mapa de objetos, arte, hallazgos, joyas inesperadas, futuros regalos llegados desde el pasado, máquina del tiempo mediante. Así de notable como resulta el conjunto es la historia detrás de Souvenir (Cabrera 5017, lunes a sábados de 15 a 20 hasta el 23), la feria que se realiza unas pocas veces al año y que sus tres organizadoras definen como “bazar caprichoso de piezas únicas”.

Todo empezó el año pasado, con una primera, y más pequeñita, feria temporal en espacio prestado. Ana Armendáriz, una de las entusiastas detrás de la idea de compartir con otros cosas cuya existencia se ignoraba, dice que empezó por ciertas obsesiones en común entre ella y sus amigas. “En nuestras casas tenemos muchos objetitos, somos muy del coleccionismo, del fetichismo de cosas hechas por amigos artistas, o rescatadas en mercados de pulgas, en viajes...”. Una de ellas, la francesa Eloise Alemany, autora del volumen de culto Libro de cocina. Relatos argentinos, “por ejemplo, tiene muchas muñecas, cosas antiguas de la Bretaña francesa, donde vive su mamá, o kokeshis, porque vivió mucho tiempo en Japón”. Carolina Urresti “tiene mucha artesanía paraguaya porque trabajó en Paraguay, muebles de feria, toda la casa armada con cosas así. Muy personalizada”. Todas ellas tuvieron, o tienen, alguna relación con la moda o los medios; de montar y atender un comercio, nada.

Pero pertrechadas con esa idea de la pequeña belleza cotidiana de los objetos caseros, y porque “conocemos mucha gente que hace cosas lindas, diseñadores industriales, artistas, diseñadores de indumentaria, fotógrafos”, un día quisieron dar un paso más allá. Así nació la primera feria, a fines del año pasado. Y así llegó esta otra, en la que convocaron a poco menos de 50 “colaboradores”, entre los cuales, además de artistas plásticos conocidos en la escena local, fotógrafos o diseñadores de indumentaria, reclutaron hasta los padres de otros participantes. La consigna era que hicieran algo que pasara un cierto proceso de curaduría. Y así lo hicieron nombres conocidos de distintos circuitos locales, como Lola Goldstein, Andrés Sobrino, Mariela Scaffati, Guadalupe Gaona o Vero Ivaldi, pero también “la mamá de una de las chicas, que se puso a hacer agarraderas a mano”, en clave retro pop.

Mínima pero concentrada, la buhardilla da cuenta de una tarea que llevó todo el año. El proceso, dice Ana, empezó en abril o mayo, enviando correos electrónicos a quienes habían sido parte el año pasado. “Re organizadas, ¿no? Se reían cuando les escribíamos en mayo para algo de diciembre.” Otros reclutas, en cambio, no eran ni amigos ni conocidos ni familiares, sino ilustres anónimos cuyos trabajos por distintos azares, alguien había llegado a detectar en algún sitio web. “A esos les mandábamos nuestro tumblr (souvenirblog.tumblr.com) y les decíamos que nos gustaba lo que habíamos visto de ellos. Nos juntábamos. Veíamos la posibilidad de hacer algo especial para Souvenir. Y así.”

Hay una compotera de loza rebosante de anillos hechos de vivos con los que, en los ’70, se adornaban los vestidos de las niñas. Grabados leves, almohadones realizados por mujeres chaqueñas cuya técnica no tiene nombre pero semeja un origami textil, cartucheras chiquitas de tela japonesa, cuadernitos, dibujos, libros de ediciones únicas, o que no suelen conseguirse en Argentina, juguetes de madera, cerámicas inesperadas. ¿Por qué tantos meses para algo tan efímero? “Porque nos gustan los objetos, también las artes. Nos encanta que participen artistas y hagan obra accesible, sin precio de galería. También que algunos artistas hagan algo utilitario, algo que no suelen hacer. Hay una mezcla de eso. Queríamos sumar lo artístico y lo utilitario.” Es la feria casual de la excepción.