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El fiscal federal Federico Delgado presentó ante el juez Claudio Bonadío un documento titulado “Los primeros responsables penales de los hechos”. Delgado pone un gran acento en “el afuera”, o sea las condiciones del servicio. Afirma que no están en iguales condiciones el maquinista, la empresa y los funcionarios nacionales, lo que lo lleva a concluir que estos últimos deben ser el centro de la imputación.

Como ejemplo, el fiscal detalla que los conductores, de acuerdo con sus testimonios, no tienen velocímetros, lo que hace que frenen a ojo. Esa sería una prueba más de que las condiciones del servicio fueron decisivas para producir el choque. Esto no encaja con lo señalado por los ingenieros –a quienes el fiscal menciona como ambiguos–, que se concentran en decir que los frenos del tren funcionaban bien. Exceptúan de la normalidad el freno del guarda, un dato mencionado por Delgado, aunque dándole mayor trascendencia que los peritos, quienes sostienen que el conductor –no el guarda– tenía tres formas de frenar el tren.

El fiscal insiste una y otra vez en las malas condiciones del servicio. En el texto de ayer, pone énfasis en que los subsidios del Estado a TBA crecieron en un 132 por ciento entre 2003 y 2009 y eso no mejoró el servicio. Sobre esa base, el fiscal remarca la responsabilidad de los organismos de control, que “no pasaron del plano de la formalidad jurídica”. “Sospechas sobre el control real de los funcionarios que se asemeja más a un laissez faire, laissez passer, que a la verificación exigida por la ley.” En estas responsabilidad, también Delgado apunta a la Secretaría de Transportes y le imputa connivencia con los dueños de TBA, los hermanos Cirigliano.

Hay un punto también señalado por el fiscal y que tiene que ver con el parachoques. Delgado sostiene que era hidráulico y debía funcionar como tal. Los ingenieros afirman que no hay normativa sobre el tema.