SOCIEDAD • SUBNOTA › UN ABOGADO SOBRE EL CASO FATIMA
› Por Soledad Vallejos
Desde el martes pasado, nada es igual. Eso dice el abogado Germán Díaz, que dice que el antes y el después puede rastrearse en “un estado de incertidumbre lógico” que las absoluciones provocaron en las víctimas que han declarado durante el juicio, y aun en quienes no lo hicieron, pero todavía luchan por reconstruir la vida después de la captación, la explotación, el rescate.
Díaz es abogado de la Fundación María de los Angeles y representante de Fátima Mansilla, una testigo rescatada cuya declaración fue clave en el juicio por Marita Verón. Aunque él mismo estaba “desmoralizado” tras el fallo, dice, y esa noche también Fátima compartió con él su desazón, “al día siguiente pude ver la fortaleza de ella para hablarme y decir ‘quiero hacer lo necesario para colaborar en esto. Si la prensa me quiere hablar, que me hable. Si tengo que estar a la par de Susana (Trimarco), voy a estar”.
–Fátima es una víctima, pero otras víctimas lo han tomado de otra manera. B., otra chica que es una víctima que ha declarado, está con incertidumbre y pide consigna policial porque no se siente segura. Ella declaró con asistencia psicológica, porque no está bien. Cada una de ellas digiere a su manera lo que pasó con el juicio de Marita. Las chicas son muy cuidadosas. Susana es partidaria de que hay que empoderar a las víctimas. Hay que darles poder para que puedan declarar, para que hagan catarsis. Y el juicio lo que asegura es que las víctimas han podido liberarse de toda la bronca.
–¿Qué puntos en común tiene la causa de Fátima con la de Marita?
–Fátima primero es llevada como niñera a casa de Milhein (imputada en el juicio por Marita, para ella la fiscalía había pedido 25 años por considerarla partícipe necesaria). Renuncia y después es captada por Milhein y su esposo, González (imputado y acusado de los mismos cargos que Milhein), en un auto.
–Ella testimonió eso en el juicio por Marita.
–Sí. En ese lapso entre que es captada y se libera, Fátima ve a Marita. En ese lapso, es víctima y testigo. Entonces ella es muy importante dentro de la causa de Marita.
–Aunque todavía no se pudieron conocer los fundamentos del fallo, el presidente del tribunal, Alberto César Piedrabuena, dijo que no había pruebas, sólo indicios, sólo relatos. ¿En el caso de Fátima podría pasar lo mismo?
–Es distinto porque hay testimonios, hay prueba documental... Por ejemplo, cuando a ella la llevan a hacerse un examen al hospital Carrillo, Milhein la hace pasar con el apellido de su madre. También hay otros testigos: cuando desaparece Fátima, la madre va con Milhein a Canal 10 a mostrar la foto para pedir que se difunda y la ayuden a encontrarla. Cuando se va la madre, Milhein vuelve y le dice al guardia: “No le lleve el apunte que está loca”. Y en la causa declara el portero. Eso está. También están las declaraciones de una testigo, una vecina que llevaron ellos, que dicen que en el fondo de la casa de ellos Fátima se movía libremente. Cuando lo citan al esposo de esta mujer, le preguntan si desde su casa se puede ver el fondo de Milhein. “No se ve nada”, dijo. Contradicciones entre testigos presentados por ellos hay muchas y son a favor nuestro. Y hay pruebas suficientes, creo, para condenarlos. La otra diferencia fundamental es que Fátima está: ella es la que está declarando. Y ha estado en esa casa, ha sido explotada sexualmente.
–Pero en general, en casos como éstos, previos a la ley de trata, lo que se juega es la voluntad de los jueces para creer o no. O para decidir a quiénes creen.
–No quiero hablar del juicio de Marita, porque no soy abogado de ese caso. Pero lo que sí digo es que en el juicio de Marita vos podés decir si hay pruebas o no. Podés tener la convicción de que han sido culpables o no esas personas. Yo creo que hay pruebas.
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