Vie 24.05.2013

SOCIEDAD • SUBNOTA  › UN EX ALUMNO RELATA COMO FUE ABUSADO POR EL ENTONCES CURA RECTOR

“Se te caen todos los esquemas a la mierda”

› Por Mariana Carbajal

Los episodios de abuso y acoso sexual narrados en el libro La cacería del ángel tuvieron como escenario campamentos organizados por el Instituto Vicente Pallotti, de Turdera, al sur y a la costa, y la llamada Casa del Joven, ubicada a la vuelta de la iglesia que tienen los curas palotinos, en la misma manzana del colegio, entre otros ámbitos. Y fueron perpetrados por el cura y rector de la institución educativa, un profesor de Historia, un jefe de preceptores y docente de Computación y quien fuera encargado de la pastoral y llegó a ser representante legal del Pallotti, como se lo conoce al colegio. Al parecer, ninguno de ellos sigue en el IVP, aunque hace tres meses se lo vio al cura por la zona, y quien fuera encargado de la pastoral todavía sigue vinculado con la organización de campamentos estudiantiles. El ex jefe de preceptores trabajaría en la Municipalidad de Lomas de Zamora. Estos dos últimos se alejaron del colegio luego de que unos años atrás aparecieran pintadas en Turdera que los vinculaban con episodios de pedofilia, según pudo saber este diario.

“El caso mío es muy viejo. Sucedió en Pilolil, en una misión. Fue en el verano del ’76 (...). En esa ocasión éramos cuatro: el cura Blas, el cura Seryo, el flaco y yo. La misión consistía básicamente en repartir lo que habíamos llevado y actualizar el tema sacramental. Se celebraba mucha misa, se bautizaba a los que habían nacido durante el año y si había interesados se hacía algún casamiento. El paraje donde misionábamos era un lugar en medio de la nada. El primer vecino quedaba a cuatro kilómetros por caminos de montaña”, dice el relato de Ronco, que en realidad es Marcelo Arruiz y tiene actualmente 55 años. Pilolil es un pueblo de la provincia de Neuquén. En ese escenario, mientras dormía dentro de una carpa, el cura rector de la secundaria, en la que él era alumno por entonces de uno de los últimos años, se le acercó y comenzó a abrirle la bolsa de dormir y le agarró “bien fuerte la pija”. “Fue como si me hubiera caído un rayo en medio de la mollera. Esto no puede ser. Una cosa es que un trolo se te tire un lance en el baño de una estación (...) Pero otra es que estés durmiendo y te agarre la pija el cura. El tipo que hace cinco años te viene enseñando a vivir. A pensar. A reflexionar. El tipo que te lleva de la mano por el tema religioso. Que se las da de amigo. De compañero. Es violentísimo. Es terrible. Se te caen todos los esquemas a la mierda. En el momento atiné a darme vuelta haciéndome el que dormía. Tosí un poco y me acomodé. Cuando insinué el movimiento el cura retiró la mano y se quedó en el molde. Despacio me fui subiendo el cierre. Me sentí destruido ...”, dice Ronco, en el libro.

El cura Seryo –como se lo nombra en el libro– era el rector del instituto. En los días siguientes “me la pasé cagando. Vomitando y sin comer. Llegué a mi casa con diez kilos menos. No dormía. No comía. Un desastre. Durante el resto de la misión tuve que seguir durmiendo al lado del cura Seryo. Por suerte lo podía hablar con el flaco, que es como mi hermano y me decía ‘quedémonos en el molde. Si armamos quilombo no sabemos hasta dónde pueden llegar (...)’. Después estuve más de un año en el instituto. Realmente fue un año difícil porque no tenía con quién hablarlo. Solamente con el flaco (un amigo). Sabíamos que estábamos en un nido de víboras porque eso no se le hace a un pibe. Si a vos te gusta el palo, curtilo en otro lado. Pero los pibes no se tocan”. Este diario se contactó con Arruiz, quien ratificó sus dichos en el libro.

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