Como frente a cualquier destino turístico, las guías y los sitios especializados en Internet brindan a sus usuarios una serie de recomendaciones para moverse en Buenos Aires. Aquí, algunos consejos de la Spartakus guide gay y en el sitio Pinkagenda.com.
- Tanto los hombres gay como los hetero suelen saludarse con un beso en la mejilla. También los policías lo hacen.
- Aunque no está prohibido por ley, las muestras públicas de afecto (besarse, acariciarse, caminar de la mano) no son frecuentes y pueden llegar a ser mal vistas.
- En los lugares gays y gay-friendly, los muchachos suelen ir a exhibirse y a ser contemplados. Pero cuidado, cuando uno se acerca responden con indiferencia o disgusto. Rechazan a casi todos y no aceptan dinero a cambio de sexo.
- No hay códigos de vestimenta diferenciados para los gays y los heteros. En verano es común que usen la menor cantidad de ropa posible incluso en ocasiones dejando el torso al descubierto.
- En la calle, la diferencia más notoria entre los gays y los heterosexuales es que estos últimos son reticentes a sostener la mirada cuando otro muchacho los mira, llegando inclusive a disgustarse cuando esto sucede, aunque los episodios de violencia física o verbal son poco frecuentes.
- Algunos lugares de encuentro frecuentados son: avenida Santa Fe y Pueyrredón, la Reserva Ecológica, Plaza Paquistán en Palermo y la Ciudad Universitaria, entre los arbustos en la mano izquierda del camino (sólo sábados y domingos por la tarde).
- La violencia verbal puede ser denunciada como un acto de discriminación.
- Aunque el sexo no sea pago, la opción más segura que adoptó la población local gay es ir a los albergues transitorios, donde tienen la obligación de aceptar a las parejas del mismo sexo. Usa está opción aunque estés parando en un departamento.
- No es común ver jóvenes marginales ofreciéndose a sí mismos como “escorts” a cambio de pequeños presentes o algo de dinero. Los taxi boys suelen ser caros y mayormente son jóvenes mayores de 20 años, musculosos y bronceados.