SOCIEDAD • SUBNOTA
El violento desalojo del espacio ocupado por el Taller Protegido 19 del Hospital Borda marcó de nuevo el perfil intratable de la Metropolitana. El 26 de abril de este año intervino la fuerza del gobierno porteño en un conflicto de larga data entre el Ejecutivo y médicos y usuarios del Borda. El ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chaín, ordenó la demolición del taller a pesar de que existía una orden judicial que había suspendido cualquier tipo de desalojo o demolición en el predio hasta nuevo aviso. Chaín pidió despliegue policial para custodiar la demolición. Se introdujeron las palas mecánicas, pero alrededor de las 9, cuando algunos de los trabajadores de la institución empezaron a acercarse para oponerse a la demolición, se produjo la primera acción represiva de la Metropolitana, que intentó dispersar a los manifestantes con bastones, balas de goma y gas pimienta. El ataque produjo numerosos heridos en una zona por la que circulan los pacientes del hospital. Con la llegada de un grupo de legisladores, se iniciaron las negociaciones y la policía retrocedió. Cerca del mediodía, cuando los manifestantes intentaron derribar una chapa que circundaba la zona de trabajo (donde la demolición ya se había realizado), los monos con navaja reaccionaron “disparando a mansalva, indiscriminadamente, a corta distancia y al cuerpo”, según cita el informe. En ese momento se encontraban presentes el jefe de la Metropolitana, Horacio Giménez, y el subjefe, Raúl Pedace, pero no había ningún funcionario de la conducción política de la fuerza. La segunda represión produjo más de 40 heridos, entre ellos periodistas, legisladores, trabajadores e incluso pacientes del hospital.
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