SOCIEDAD › TRES CHICAS ELECTRóNICAS

“Somos lo mismo”

 Por María Fernanda Rezzano

La Escuela Técnica número 8 de Morón, con orientación en electrónica y electricidad, está sobre la calle Andrés Ferreyra, a pocas cuadras de la avenida Gaona, en Haedo. En su amplia estructura, aloja todos los días a un número que ronda los 800 alumnos, entre los que se cuentan 50 chicas, de las cuales sólo tres cursan el último año. En el primer curso de 2015 fueron 20 las que ingresaron a la escuela. Según Carmen Ruiz Pérez, directora del establecimiento, “las chicas son cada vez más en el colegio y muchas de ellas terminan trabajando en empresas luego de hacer sus prácticas profesionalizantes del último año”.

Paula Giselle Carísimo, Micaela Ayelén Palau y Melany Castro Vinci, todas del último año, contaron a Página/12 su experiencia como chicas que estudian en una escuela habituada a recibir una mayoría de estudiantes varones.

Desde chica, Paula iba con sus familiares a las ferias que hacía el colegio al que también va su hermano mayor. Durante varios años estuvo sola en una división con compañeros varones. “Al principio era raro porque yo venía de cursar con chicas, pero a las dos semanas ya era amiga de todos y nos llevábamos lo más bien”, explica. En su entorno, muchas veces le ofrecieron “si no quería pasarme a una escuela normal. Mis amigos me preguntaban ¿para qué a una técnica? Pero nunca quise dejar de venir”, comenta muy divertida.

Melany en cambio, no estaba tan segura de querer hacer esta escuela porque “lleva mucho tiempo y no sé si es lo que me gusta. Decidir cursar en una técnica es como hacer una carrera universitaria, yo hacía danzas o actividades a contraturno que no pude seguir haciendo. Además, lo veía a mi hermano todo el tiempo cómo se cansaba. El no quiso seguir. En casa no pueden creer que yo esté terminando”, se ríe.

Micaela en cambio, está más decidida sobre su preferencia por la escuela técnica. “En mi casa me apoyaron y me incentivaron a hacer la técnica si así lo quería. Siempre me gustaron las matemáticas y también me preguntaba por el funcionamiento de las cosas a mi alrededor”, comenta.

Para las chicas “la escuela técnica te lleva más tiempo. A veces una ve a los amigos y hermanos que hacen láminas mientras tenés que armar un circuito que no funciona, porque nada funciona al primer intento”, pero transitar este tipo de colegios también permite generar vínculos “más fuertes porque estás de 7 a 7 con tus compañeros y profesores”. Además, según opinan, la técnica permite “posibilidades de salir a trabajar en seguida”.

Respecto de la proporción entre varones y mujeres, ellas consideran que es algo que “está cambiando en general, aunque no hay tantas diferencias” entre géneros. “En realidad, la división entre mujeres y varones se hace en el paso por la secundaria. Uno no se da cuenta cómo de a poco se da esa separación. Acá al lado, en el bachiller, los separan para hacer educación física pero nosotros hacemos juntos y no hay nada que no podamos hacer a la par”, expresaron las chicas.

Las tres estudiantes hacen sus prácticas profesionalizantes en diferentes empresas y recibieron recientemente la noticia de que van a quedar seleccionadas. “En el colegio ya no es tan fuerte la sorpresa por la presencia de mujeres en los pasillos. Somos todos lo mismo”, cuenta Paula. Sin embargo, agrega que “en el trabajo te das cuenta de que todavía hace ruido que seas mujer”.

A Paula le hicieron una entrevista para trabajar en el sector de maquinarias de Bimbo. Sin embargo, el día de la preselección, cuando vieron que era mujer la mandaron a su casa alegando que “no se aceptan chicas”. Según indagaron las estudiantes, “allá son muy machistas, sólo hay una mujer en el sector donde nos iban a tomar”. Para las jóvenes, “pasar por la escuela técnica para una mujer ya no es algo difícil. Pero el mundo laboral todavía tiene que cambiar”.

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Imagen: Jorge Larrosa
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