Dom 23.05.2004

SOCIEDAD • SUBNOTA

Princesa deprimida, princesa bigotuda

Naruhito, futuro emperador del Japón, llegó solo. Su esposa está hundida en una profunda y real depresión ocasionada por las presiones protocolares de su cargo y por la frustración de no haber podido parir un varón divino. Ya se sabe: el lado oscuro del cuento de hadas. El final feliz que dura poco para dar paso a un nuevo infeliz principio. Lady Di y todo eso. Y buena suerte –en serio– para Letizia. Porque está claro que esto es un trabajo muy bien remunerado, pero también con sus obligaciones. Para empezar, los españoles de a pie y los españoles que se sientan para leer el Hola la quieren y la respetan y le desean lo mejor a la pareja y al reino. Y ya están los que se preocupan por lo mucho que ha adelgazado en los últimos meses y porque su peso “apenas alcance los 49 kilos” y –diagnosticó un diario alemán– “el peso de la Corona amenaza con aplastarla”. A ver qué pasa. Mientras tanto y hasta entonces –hasta que ocurra lo que ocurrirá– la sensación que se tiene al ver todo esto es rara, ambigua. Es tan delgada la línea que separa a los nobles de los súbditos que hay momentos en que no se sabe si son festejados con pompa o no son otra cosa que un espectáculo (esos trajes, esos vestidos, esos sombreros, esas caras) para diversión del populacho que los juzga, los compara, los festeja o los condena. Esta sensación se hace más intensa durante el paseo de los novios adentro de un Rolls por una alternativamente tormentosa y soleada Madrid con poca gente en la calle: mañana serán reyes de España, es cierto; pero también es cierto que están ahí adentro, detrás de un vidrio blindado, moviendo la manito, obligados a hacerlo, y después salir al balcón, besarse, dos veces, como actores, a pedido del público, a ver si salen una vez más. Y, otra vez, Ramón de España: “Hasta ahora para ser rey tenías que casarte con una prima fea y bigotuda o con la heredera del trono de algún país, del que su último rey tuvo que salir corriendo. Tenías que tener hijos con ese fenómeno de feria y entretenerte buscando amantes con cierto postín: todo eso era algo que iba con el cargo. Pero se ve que eso se ha acabado: el príncipe Felipe acaba de demostrar que uno puede llegar a rey haciendo lo que le sale de las reales narices”.

Nota madre

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