Dom 02.06.2002

SOCIEDAD • SUBNOTA

“Me picaron las paredes”

› Por Mariana Carbajal

El San Jorge, uno de los más exclusivos del noroeste de la provincia de Buenos Aires, con poco más de diez años de antigüedad y colegio en su interior, fue de los primeros en desayunarse con el vandalismo infantil. Durante 1999, en apenas un mes, varias viviendas en construcción o apenas terminadas resultaron con importantes destrozos. La sorpresa de los propietarios fue mayor cuando se determinó –por pesquisas internas– que los autores tenían entre 9 y 12 años. En total se llegaron a contabilizar una docena de actos de vandalismo infantil en treinta días. María José T. fue una de las damnificadas. Se estaba por mudar cuando entraron a su casa y la destruyeron. “Me picaron las paredes con elementos punzantes, me rompieron los vidrios de las ventanas, los muebles de la cocina y de los chicos, me mancharon el hogar con pintura. Me mudaba por un tema de seguridad y me encontré con eso. Imaginate cómo me sentí. No paré hasta descubrir quiénes habían sido. Un mes después de vivir acá apareció un vecino, muy avergonzado y me dijo que se había enterado de que su hijo había sido uno de los autores y se hizo cargo de los gastos. Pero había daños irreparables como una araña de cristal que hicieron añicos. Era de mi abuela”, recordó María José T. a Página/12. La explicación que se dio en aquel momento en el San Jorge fue que los chicos no tenían un lugar de contención, que daban vueltas y que no sabían qué hacer. Y sus padres no estaban en la casa y ellos estaban a cargo de la empleada. “A partir de ahí se formó una subcomisión de padres y se decidió poner en marcha un Club de Jóvenes y los hechos fueron en baja, y hoy ya casi no suceden. Ahora, los fines de semana hay actividades deportivas y recreativas para chicos a partir de los 4 años, y los viernes, sábados y domingos personal de una empresa organiza juegos y salidas de acuerdo con las edades de los chicos: de 9 a 10 años entre las 17.30 a 21; de 11 a 12 hasta la medianoche; y los más grandes, hasta las 3 de la madrugada”, detalló la mujer, que es madre de tres chicos, que concurren al colegio instalado en el corazón del mismo country.

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