Dom 09.11.2003
cash

Cumbre de banqueros

Por Claudio Zlotnik

Apenas se vieron se abrazaron. El saludo fue afectuoso. Pero el primer comentario no tuvo que ver con la convocatoria de Cash sino con el superclásico de esta tarde. Jorge Brito, titular de Adeba y del Macro Bansud, es hincha fanático de River. Y Carlos Heller, presidente de Abappra y del Credicoop, fue vice de Boca, el club de sus amores. Ambos aprovechan la sesión de fotos para empezar a jugar el partido. Brito se dibuja con las manos la banda cruzada de la camiseta de River sobre el traje. Lo imita Heller, pero atravesando en sentido horizontal su mano sobre el pecho. Los dos juran que su equipo ganará esta tarde en el Monumental. Pero fuera de todo juego, Heller y Brito aseguran que compiten en el sistema financiero, pero del mismo lado. Brito (Adeba) representa a los bancos de capitales nacionales y Heller (Abappra) a los cooperativos y a los públicos. Cash los reunió el viernes por la tarde para hablar sobre el sistema financiero, la economía, las privatizadas, los piqueteros y la inseguridad. Empezaron por la reestructuración de la deuda.
¿Están de acuerdo con la oferta de quita del 75 por ciento de la deuda en default?
Carlos Heller: –Apoyo la propuesta de fijar un tope de superávit fiscal.
Jorge Brito: –(Ricardo) López Murphy se tuvo que ir del Ministerio de Economía porque quería achicar el déficit fiscal. Ahora el Gobierno plantea un superávit de 3 puntos del PBI.
C.H.: –Creo que es demasiado lograr un superávit fiscal de 3 puntos del Producto para pagar deuda. Es un esfuerzo muy grande que obliga a postergar urgencias que tiene la Argentina. Sería una locura pagar más. Y digo más: en vez de pagarles intereses a los organismos hubiera sido deseable capitalizar esos fondos y utilizar el dinero para la obra pública. La recuperación económica se hubiese acelerado más. Cuanto más sea el esfuerzo para cumplir, menos recursos para reconstruir el tejido social.
¿Una quita del 75 por ciento haría viable la economía teniendo también en cuenta la situación social?
C.H.: –Lo seguro es que lograr un superávit mayor, como quieren algunos, seguramente tornaría inviable cualquier proceso de recuperación.
J.B.: –Es muy importante también la calidad del gasto público, más allá de los grandes números. Cualquiera sabe que en la Argentina se gasta mal. El Gobierno podría comprometerse a elevar los pagos de la deuda si aumentan las exportaciones, por ejemplo, pero de ninguna manera hay que apartarse de la oferta original a los acreedores.
Si los bancos tuviesen bonos en default, ¿aceptarían la propuesta del Gobierno?
C.H.: –Los bancos ya aceptamos una quita considerable. Poseemos bonos garantizados pesificados, que originalmente estaban nominados en dólares, y a una tasa de interés sensiblemente menor.
¿De qué magnitud fue esa quita?
J.B.: –Pasamos de una tasa promedio del 16 por ciento a otra del 7 por ciento. Y después se pesificaron los títulos a 1,40 peso por dólar.
C.H.: –La quita debe haber sido de un rango similar a la que ahora se les oferta a los acreedores de los bonos en default.
El canje de deuda provincial con la Nación haciéndose cargo de los pasivos fue un salvataje para los bancos.
J.B.: –Al contrario, nos volvieron a licuar las acreencias. Nos dieron títulos a 16 años de plazo contra bonos a 5 años que teníamos en nuestro poder a tasas mucho más rentables. Fue un salvataje, pero a favor de las provincias.
¿Están de acuerdo con que los organismos internacionales sean acreedores privilegiados y cobren el ciento por ciento de sus créditos en dólares?
J.B.: –Es así porque el FMI, el Banco Mundial y el BID cobraron tasas mucho más bajas, la cuarta parte, que el resto de los acreedores durante todo el proceso de endeudamiento de los años ‘90.
C.H.: –Lavagna lo explicó bien clarito: fue una decisión política de los países más ricos. Se trató de una condición para firmar el acuerdo con el Fondo Monetario.
¿Debe existir un trato especial para las AFJP?
C.H.: –No a las AFJP sino a los ciudadanos que tienen sus fondos en las administradoras. Los afiliados fueron inducidos para pasarse al régimen de capitalización, y no hay antecedentes de que el Estado aplique una quita, nada menos que del 75 por ciento, sobre los ahorros de la gente en el sistema jubilatorio. El tema requiere una solución para proteger los fondos de los aportantes, aunque sea con bonos de largo plazo. El bono Par sería una posible respuesta. Es incongruente que si el Estado indujo al público a pasarse al sistema privado ahora se castigue a esa gente.
¿Los fondos buitre podrían arruinar la negociación de la deuda?
J.B.: –Es muy fácil trabar el proceso. Cualquier fallo negativo lo haría. La clave es que Lavagna establezca una fecha límite para adherirse a la reestructuración. Quien la rechace, seguiría la ruta judicial. La renegociación no puede durar toda la vida. Está sobreentendido que muchos rechazarán la propuesta. No sería bueno que el 90 por ciento lo haga, pero creo que estamos lejos de ese escenario.
C.H.: –El daño de los fondos buitre sería mucho menor al imaginado. Tienen más efecto de imagen que a nivel práctico. Son muy pocos los activos argentinos que podrían embargarse ante un fallo adverso. Las reservas del Banco Central, las embajadas o los aviones son inembargables. Me parece que las acciones judiciales son más ruidos que nueces.
¿Qué piensan cuando ven a los acreedores minoristas alemanes, japoneses o italianos? ¿Sabían el riesgo que corrían o está bien que se sientan estafados?
J.B.: –Los bancos colocadores tenían información y no se hacen cargo de su responsabilidad.
¿Ustedes poseen bonos en default?
J.B. y C.H.: –(Juntos.) No.
¿Percibían que se venía la cesación de pagos?
C.H.: –Invertí a plazo fijo y quedé atrapado en el corralito. Era dinero de mi madre de 96 años, que en julio de 2000 nos dijo que vendiéramos su casa para no depender económicamente de sus hijos.
J.B.: –Yo prefiero comprar campos y vacas. Todas las monedas que fui juntando las invertí en campos y en cabezas de ganado.
Ahora que las tasas de interés se encuentran por el suelo, el dólar está planchado y el Estado no lanza bonos, ¿en qué invierten sus ahorros?
J.B.: –A mis amigos les aconsejo plazos fijos de largo plazo, que muestran buenos rendimientos.
¿Por qué a sus amigos no les recomienda comprar campos y vacas?
J.B.: –Defiendo el negocio bancario. Si quieren comprar campos, que le pregunten a otro.
¿Y con sus ahorros qué hace?
J.B.: –Compro campos y vacas.
C.H.: –El tiene las vacas y yo tengo las penas.
J.B.: –Las penas las vas a tener el domingo (por hoy, por el clásico Boca-River).

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