Dom 16.11.2003
cash

EL PODER DEL ESTADO, EL MERCADO Y LA MUNDIALIZACION

La economía mixta

Una economía muy dependiente del comercio internacional encierra sus riesgos. Esa apertura también conlleva un aumento del flujo de capitales financieros, que implica más deuda. El rol del Estado.

Por Verónica Gago

El economista Christian Comeliau estuvo de paso por Buenos Aires, con el auspicio de la Embajada de Francia, para dictar un seminario sobre “Globalización y políticas nacionales de desarrollo” a partir de sus teorizaciones sobre “economías mixtas”. Comeliau, tras ser profesor en Zaire, trabajó para el Banco Mundial y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y actualmente enseña economía en Ginebra.
¿Qué opina del riesgo de que el crecimiento de Argentina se base en la exportación de productos primarios como la soja?
–Cuando toda la actividad interna de un país es sometida al comercio internacional, podemos hablar de una economía que se ajusta, en términos concretos, a la filosofía de la OMC (Organización Mundial de Comercio). Y esto me parece extremadamente peligroso. Es muy importante darse una organización de las prioridades en las políticas nacionales en función de las necesidades nacionales. Y el esquema del cual se habla para la Argentina me parece excesivamente orientado hacia la demanda del comercio internacional.
¿Cuál es el problema?
–El problema no es sólo la especialización en el marco del comercio internacional, también está la cuestión de la apertura a los flujos financieros que acompañan al comercio internacional y que es, justamente, creador de deuda. Aparece ahí un círculo vicioso: se termina pidiendo que en Argentina se trabaje para la economía mundial pero la suerte de los argentinos no parece interesarle a nadie.
Argentina y Brasil firmaron “El consenso de Buenos Aires”. ¿Usted piensa que el de Washington está agotado?
–Para mí el consenso de Washington no terminó. Este no es un acuerdo formal, es una interpretación para resumir reglas de gestión macroeconómica. Tras esas reglas hay una filosofía orientada hacia el crecimiento, el mercado y la apertura internacional que está más sólida que nunca. En este sentido, es muy importante una perspectiva de acuerdo entre Brasil y Argentina. Es muy importante que no sea simplemente participar en el juego del libre intercambio y los flujos financieros. Debe intentarse una cooperación internacional en la cual existan realmente intereses comunes. Creo que lo que está por verse en el caso de Brasil y Argentina es cuáles son esas modalidades concretas y qué se quiere lograr exactamente.
¿Cuál es el margen de maniobra política y económica que les queda a los estados, especialmente los periféricos, en un modelo de crecimiento regido por la globalización?
–Estamos efectivamente en el marco de la mundialización, en el cual los países centrales llevan las riendas del juego y sacan los principales beneficios. Eso me parece evidente. Por lo tanto la posición de los países débiles es, por definición, menos fuerte. Pero atención: hay diferentes grados en ese escenario. Brasil y Argentina no están en el mismo nivel que Nigeria o Burkina Fasso. Segundo punto, hay un hecho que me parece muy importante: como la economía mundial se volvió mucho más compleja, hay niveles de decisión y determinadas cuestiones que sólo pueden ser decididas al nivel de la economía mundial. Ahora bien, el margen de maniobra tiene que ver con una serie de problemas que conciernen en primer lugar a los estados. Hablaría, más bien, de una transformación del rol de los estados en la mundialización, no necesariamente positivo.
¿Por ejemplo?
–Pienso que se le está dando al Estado la función de mantenimiento del orden legal de tal manera que la mundialización pueda funcionar, bajo formas tales como la apertura de fronteras, la ausencia de protección y la adopción de una legislación social mínima. Admito que hay un problema de reducción del poder de los estados para los problemas que le conciernendirectamente. Y que corren el riesgo de estar sometidos a programas de ajustes del FMI y el Banco Mundial o a estrategias de alguna firma multinacional.
Cuando usted habla de modelos de economía mixta como modalidades diferentes de la economía de mercado, ¿en qué países está pensando?
–Podría dar ejemplos fáciles, pero no quiero porque pienso que el contenido de la economía mixta no puede jamás imitar el de otro país, sino que está relacionado a problemas específicos de un país en un momento dado. Los ejemplos clásicos que damos son los países escandinavos, con una economía de mercado muy viva y, al mismo tiempo, con un rol del Estado muy importante.
¿Cuál es la idea que tiene de economía mixta?
–Es simplemente la combinación del rol del mercado y de la economía pública. Y lo que es importante es que el lugar de la frontera forma parte de una decisión política, que no es solamente sobre la naturaleza del rol del Estado, sino sobre dónde se detiene el rol del Estado en relación al mercado y cómo se combinan entre ellos, con qué mecanismos.

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