Feliz Año
Por Fernando Krakowiak
Aunque es un completo desconocido para el público en general, el economista José Luis Maia desempeña un rol clave dentro del Estado. Es el encargado de leerle el oráculo de la economía a Roberto Lavagna. Como director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía, Maia es quien confeccionó los proyecciones económicas del Presupuesto 2004. Entusiasmado con la reactivación, hoy admite que el crecimiento podría ser este año bastante superior al “modesto” 4 por ciento que incluyó Lavagna en el acuerdo con el Fondo. “Una tasa razonable podría ser el 6 por ciento”, reconoce, algo que hasta ahora Lavagna evitaba blanquear públicamente, para eludir las presiones del FMI para aumentar los pagos a los acreedores. Después de todo, más crecimiento significa más recaudación, por lo que los analistas coinciden en que uno de los temas centrales del 2004 será la pelea por el excedente fiscal con relación a lo comprometido con el Fondo que, de no ocurrir nada extraño, brotaría de las cuentas públicas. Si esos recursos se destinarán a incrementar los pagos a los acreedores, como pretende Washington, o si se volcarán al gasto interno (salarios públicos, jubilaciones, obras públicas y/planes sociales) es una discusión todavía abierta.
¿Cuánto va a crecer la economía durante este año?
–La proyección oficial sigue siendo del 4 por ciento y no se va a modificar. Es la que está incluida en el Presupuesto y la que está implícita en las metas acordadas con el FMI.
Pero cuando se hicieron las proyecciones el crecimiento estimado para 2003 era de 5,5 por ciento y terminó siendo de 8 por ciento.
–Cuando hicimos la proyección todavía había algunos que pensaban que era demasiado optimista. Hoy llegar al 4 por ciento aparece como algo más fácil porque la base es más alta. Pero hay que tener cuidado porque ahora hay un montón de analistas que se pelean por ver quién da más en sus pronósticos. Hay que ser muy criterioso al hacer proyecciones porque la situación de 2004 va a ser distinta. Si bien la economía sigue estando en una etapa de transición, hemos cerrado en parte la brecha entre el producto real y el potencial que se generó a partir del colapso. Por lo tanto, no se va a poder obtener una tasa de crecimiento como la de 2003 con la misma facilidad. El potencial de crecimiento sostenido de la economía no es de 8 por ciento. Nosotros no trabajamos con esa hipótesis. Al país le costó muy caro hacer proyecciones basadas en esquemas demasiado optimistas.
¿Cuál es la hipótesis de crecimiento con la que trabajan?
–Nosotros creemos que la economía converge hacia un crecimiento moderado del 3 por ciento anual. Lo que pasa es que en los años de la transición se puede crecer a tasas más altas como las que se están experimentando ahora. Por eso para crecer a 4 por ciento durante este año se necesitará poco impulso. El 4 por ciento es el piso si la economía mantiene el mismo nivel de actividad.
¿Cuál cree entonces que va a ser el crecimiento real?
–Una tasa razonable podría ser de 6 por ciento.
¿El Gobierno pronosticó cifras menores para escatimarle recursos al Fondo?
–El acuerdo con el Fondo fija 10.000 millones de pesos en materia de superávit primario. No es un porcentaje del PIB. Lo que pasa es que cuando se hizo el acuerdo esa cifra equivalía al 2,4 por ciento del PIB de entonces. Por lo tanto, si la economía crece más el porcentaje de superávit primario es menor. Por eso existe la presión. Pero el PIB nominal está compuesto por la tasa de crecimiento real y por los precios y en las proyecciones está incluida una inflación de 10,5 por ciento. Esa cifra hoy es un poco elevada. Entonces, respecto de la proyección oficialhabría más crecimiento real y menos crecimiento por el lado de los precios, con lo cual en parte se compensa.
¿Entonces la presión del Fondo es injustificada?
–No, la presión viene por el lado de la reestructuración de la deuda pública y se extiende más en el tiempo, ya que todavía resta por definir el superávit primario para los años 2005 y 2006.
Durante el 2003 se fugaron 5000 millones de dólares, ¿durante este año se va a mantener ese nivel o creen que puede disminuir?
–La salida de capitales tiene una tendencia decreciente que va a ser más acentuada cuanto mayor sea el crecimiento. Pero todavía es la contrapartida del superávit de cuenta corriente. Cuando la economía se recupera las importaciones crecen mucho más fuerte que las exportaciones. Por lo tanto, el superávit de cuenta corriente se reduce. La contrapartida es una salida de capitales más chica, pese a que el Banco Central va adquiriendo parte de ese superávit.
¿El Gobierno proyecta una apreciación real del peso?
–Sí, pero es leve cuando se lo compara con la apreciación que tenía durante la Convertibilidad. Es importante tener en cuenta que no estamos en una economía en equilibrio sino en una transición que tiene precios relativos que no son los de largo plazo.
¿Qué tipo de cambio real proyectan para cuando se supere la transición?
–Entre 1960 y 1974 se crecía a más del 4 por ciento anual y el tipo de cambio real era de alrededor de 1,75 pesos con relación a 2001. La década del ‘80 fue mala y el tipo de cambio estuvo por encima de 2. En los ‘90 nos fuimos al otro extremo y tuvimos un tipo de cambio excesivamente apreciado. Ahora estamos en el promedio de los ‘80, pero creemos que nos vamos a estabilizar en 1,65.
¿El empleo seguirá creciendo?
–Sí, en los mejores años de la Convertibilidad se generaba poco empleo porque el precio relativo de los factores no favorecía las tecnologías más trabajo-intensivas, pero hoy los precios relativos son mejores y la elasticidad empleo-producto se aproxima a uno. Esto es posible porque la composición del crecimiento del producto es totalmente distinta. Se han recuperado actividades trabajo-intensivas como la construcción, la textil y la metalmecánica. Si bien el PIB desestacionalizado está actualmente a un nivel similar al de principios de 2001, la industria creció mucho más y está a niveles de principios de 1999.
¿Por qué se adelantaron a la difusión de los datos del Indec con la proyección de la desocupación basada en la vieja metodología de medición?
–Fue una decisión política. La medición del desempleo depende de la evolución de la población económicamente activa y del empleo. En este caso lo fundamental es ver qué está pasando con el empleo. Además, hay que tener en cuenta que la Encuesta Permanente de Hogares no es un censo sino una encuesta. Por lo tanto, es una estimación que está sujeta a error.
Pero tiene mayor precisión que la proyección difundida por el Gobierno en primera instancia.
–Pero para comparar era necesario tomar metodologías iguales y para no confundir se decidió separar las fechas de presentación, no es que no se presentaron los datos de la EPH. No obstante, lo fundamental es seguir la evolución del empleo, más allá del número de desempleados.
El alto nivel de pobreza parecería demostrar que el trabajo no es condición suficiente para salir de la pobreza, ¿la redistribución del ingreso es una asignatura pendiente para el Gobierno?
–El colapso que sufrió la economía argentina fue de una magnitud inédita. Por lo tanto, la redistribución del ingreso va a ser una asignatura pendiente por varios años. No obstante, al ser distinta la estructura de precios relativos de la economía se está comenzando amejorar. La situación más complicada la van a atravesar los pobres que no tienen educación básica porque es el sector más difícil de recuperar. Lo que hay que hacer es fortalecer las políticas sociales para que ese grupo no aumente.
¿Por qué siguen sin contemplar la posibilidad de recomponer el salario de los trabajadores del sector público?
–Es una cuestión de los salarios relativos de la economía. Indudablemente los salarios más deteriorados son los del sector privado informal. Durante la recesión lo que menos cayó fue el salario del sector público porque se otorgó la restitución del 13 por ciento. Por lo tanto, no estamos contemplando una recomposición.