El malo de la película
› Por Fernando Krakowiak
Podría haber sido el villano de un comic de superhéroes, pero resultó ser el peor enemigo del gobierno argentino. El excéntrico millonario Kenneth Dart es el titular del fondo buitre EM Limited. Durante la crisis adquirió bonos de la deuda pública a precios de remate y ahora se niega a aceptar cualquier oferta que implique una quita. Desde abril del año pasado, reclama 724 millones de dólares equivalentes al 100 por ciento del capital más los intereses devengados. El 12 de septiembre la Justicia estadounidense falló a su favor y luego de varios meses de prórroga, la semana pasada el juez Thomas Griesa lo habilitó, junto a otros tres fondos que reclaman cifras menores, a solicitar embargos contra la Argentina. En el Gobierno se esforzaron por quitarle dramatismo a la situación al afirmar que el país no posee en el exterior activos que puedan ser confiscados. Sin embargo, Dart no es de los que resignan su presa fácilmente. En su currículum se incluyen enfrentamientos con los gobiernos de Brasil y Ecuador durante la reestructuración de sus respectivas deudas públicas, disputas con su hermano mayor por la herencia familiar, rebeliones fiscales con exilio incluido y hasta un mano a mano con la temible mafia rusa. A pesar de la fortaleza de sus adversarios, Dart no tuvo límites cuando se propuso incrementar su fortuna. La que sigue es la historia del principal rival que el presidente Néstor Kirchner y su ministro de Economía, Roberto Lavagna, deberán vencer si quieren evitar tropiezos en el proceso de reestructuración de la deuda en default.
Los orígenes de la fortuna de Kenneth Dart se remontan a fines de los años ‘50, cuando su padre William encontró la forma de moldear bolitas de poliestireno para fabricar vasos térmicos. Dart Container se posicionó desde entonces como una empresa líder en el negocio de los plásticos. En la actualidad, factura 1100 millones de dólares por año y emplea 5000 trabajadores en 17 plantas distribuidas por Europa, Australia y América, incluida una ubicada en el Parque Industrial de Pilar.
Además, la familia invirtió en el sector petrolero, a través de Dart Energy, y en el desarrollo inmobiliario de oficinas y lujosos complejos de viviendas en la ciudad de Michigan por intermedio de Dart Properties.
En 1986 William les cedió la propiedad del holding a sus tres hijos. Kenneth fue el más favorecido y ese mismo año asumió la presidencia de Dart Container y el control de los negocios inmobiliarios, donde obtuvo ganancias millonarias con la compra y venta de hipotecas. También comenzó a especular en la Bolsa, obteniendo varios millones con acciones de Salomon Inc. y de la compañía de cosméticos Allou Health & Beauty Care. De los 88,9 millones de dólares que ganó bajo todo concepto en 1993, 34,5 millones fueron a parar al fisco.
Para evitar el pago de impuestos, Dart se fue a vivir a las Islas Caimán, un paraíso fiscal donde compró un resort privado por 5,3 millones de dólares. También obtuvo las nacionalidades de Irlanda y Belice, dos países que otorgan ventajas impositivas a sus ciudadanos. En Irlanda están exentos del Impuesto a las Ganancias los artistas, como Bono el cantante de U2, y los millonarios no residentes que realizan inversiones generadoras de empleo por una cifra cercana al millón de libras irlandesas, como es el caso de Dart y el heredero de las sopas Campbell, John Dorrance.
La ciudadanía de Belice, en cambio, le sirvió a Dart para impulsar un pedido curioso. En 1995, el gobierno local realizó una solicitud formal ante el Departamento de Estado de Estados Unidos para abrir un consulado en Sarasota, ciudad donde Dart vivía antes de fugarse del fisco. El embajador de Estados Unidos en Belice, George Bruno, les informó a sus superiores que Dart estaba detrás de aquel pedido, pues tenía por objetivo vivir en ese consulado cumpliendo responsabilidades “comerciales y financieras”. Esa trampa le hubiera permitido vivir en Estados Unidos sinpagar impuestos, pero el Departamento de Estado rechazó la propuesta al argumentar que Belice ya tenía un consulado en Miami.
Las autoridades estadounidenses castigan a quienes renuncian a su ciudadanía para no pagar impuestos prohibiéndole el ingreso permanente al país y exigiéndole el dinero que quisieron eludir al Estado. Por eso Dart sostiene que no se mudó para evadir al fisco sino por una cuestión de seguridad ya que en 1993 la mansión que estaba construyendo en Sarasota fue incendiada. Entre los posibles responsables del atentado mencionó a su hermano mayor Tom, quien quedó disconforme, con razón, por como se dividió la fortuna familiar, y a los brasileños con los que se enfrentó durante el proceso de reestructuración de la deuda de ese país. Durante su vida acumuló tantos enemigos que se vio obligado a blindar su lujoso yate de 60 metros.
La intervención de Dart en Brasil lo posicionó como un verdadero buitre. En 1992 compró bonos de la deuda pública que comenzaba a reestructurarse luego de la moratoria decretada en 1987 por el gobierno de Sarney. La baja cotización le permitió gastar apenas 375 millones de dólares para comprar bonos por 1380 millones de valor nominal, convirtiéndose en el cuarto acreedor más grande de Brasil. En 1994, cuando el gobierno brasileño intentaba llegar a un acuerdo con un conjunto de bancos acreedores, Dart boicoteó la negociación exigiéndole a la Justicia de Estados Unidos el pago del 100 por ciento del valor de sus bonos. Finalmente, la demanda no prosperó pero su voracidad le sirvió para llegar a un acuerdo por 980 millones de dólares, un 161 por ciento más de lo que había invertido.
Su próximo conflicto lo tuvo en Rusia, donde había comprado acciones de subsidiarias de la petrolera Yukos cuando los activos comunistas se privatizaron a precios ganga. Su rival en Moscú fue Mikhail Khodorkovsky, un ex comunista peso pesado que, según The Russia Journal, se convirtió en multimillonario haciendo negocios luego del desplome de la URSS. Dirigió Yukos hasta que en octubre del año pasado cayó en prisión por evasión de impuestos, justo cuando hizo pública su intención de competir contra Vladimir Putin por la presidencia del país. A fines de los ‘90, Dart se opuso al proceso de reestructuración de la compañía impulsado por Khodorkovsky, denunció el vaciamiento de la empresa y presionó para que le compraran su parte. Los rusos intentaron diluir la posición de Dart emitiendo nuevas acciones de las tres subsidiarias donde el norteamericano tenía intereses, pero la Justicia frenó la iniciativa por irregular y finalmente se vieron forzados a comprarle su parte para sacarlo del camino.
Otro de los escenarios donde Dart desplegó sus tácticas depredadoras con la intención de ganar dinero rápido fue en Ecuador. Antes del default, compró bonos de la deuda pública a 22 centavos por dólar y comenzó a presionar para cobrar el 100 por ciento del dinero hasta que llegó a un acuerdo con las autoridades del país. También especuló con la deuda de otros países como México, Perú, Venezuela, Costa de Marfil, Nigeria, Polonia, Rusia y Ucrania.
En un trabajo elaborado a fines del año pasado por Manmohan Singh, integrante del FMI, se afirma que el retorno promedio que obtienen los fondos buitre que presionan a los deudores varía de 50 a 333 por ciento, luego del pago de honorarios a los abogados. Mientras que el promedio de los acreedores que aceptan las reestructuraciones llega sólo el 57 por ciento.
Kenneth Dart apuesta fuerte en los tribunales para acorralar a sus víctimas, con las cuales luego se sienta a negociar. Tiene millones de dólares para resistir un juicio largo y una codicia desenfrenada. Por eso, el rey de los buitres se ha convertido en una pesadilla para el gobierno de Kirchner.
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