EMPLEO EN NEGRO, CRECIMIENTO ECONOMICO Y SALARIOS
"Tienen que bajar impuestos"
La polémica por la baja del IVA, iniciativa que por ahora fue archivada por el Gobierno, abrió el debate sobre impuestos y el destino del superávit fiscal. La posición de la CAC.
Por Cledis Candelaresi
“Cualquier política tendrá como objetivo la reducción de impuestos”, augura el titular de la Cámara Argentina de Comercio, quien en diálogo con Cash se quejó por la presión que existe sobre los comerciantes y prestadores de servicios. Carlos de la Vega asiste a las periódicas reuniones que tienen los gremios empresarios más importantes del país para reeditar un aggiornado Grupo de los Ocho.
¿Cómo se explica que el Gobierno haya desistido de rebajar el IVA por la renuencia empresaria a trasladar ese recorte a los precios?
–La CAC y otras cámaras empresarias estaban dispuestas a suscribir convenios para concretar esa rebaja de precios, si se reducía a la mitad la alícuota sobre algunos bienes básicos. No se nos escapa que generaba alguna distorsión para los productores que pagan el 21 por ciento y luego debían vender al 10,5. Pero hay que ir reduciendo gradualmente la presión impositiva y eso beneficiará al consumo. Argentina hoy tiene un enorme superávit, saludable para la economía. Pero, de alguna manera, esos fondos se sustraen al sector privado, es decir, al mercado. Nosotros no dudamos de que cualquier política tendrá como objetivo la reducción de impuestos. Será el IVA o será el impuesto al cheque.
La CAC pidió incluir a las pymes en planes de regularización impositiva con el argumento de que así generaría más empleo. Pero se probó, por ejemplo, que la rebaja de aportes patronales no significó más trabajo.
–Es cierto que no son cosas directamente ligadas. Después de la devaluación, el mercado dejó de trabajar a crédito de un día para el otro y los empresarios se vieron en la disyuntiva de que necesitaban comprar al contado la mercadería a vender. Por un par de años, las empresas derivaron su capital de trabajo a esa estrategia de sobrevivencia y acumularon deudas impositivas. El RAFA (plan de regularización de deudas oficial) es un pulmón artificial que ayudará a vivir unos pocos meses. Pero las tasas que se aplican en cinco años duplican la deuda. Esto es altamente inequitativo e imposible de afrontar. No pedimos quitas ni perdón de deudas, pero sí tasas razonables, que debe ser igual a las bancarias para evitar que la gente se financie dejando de pagar impuestos.
¿Por qué mejoran los indicadores económicos pero no el empleo?
–Es preocupante el nivel de trabajadores en negro. Las rebajas de aportes patronales quizás no generaron más empleo, pero sí propiciaron blanqueos y no tengo dudas de que a las pequeñas empresas las cargas, las complicaciones de la legislación laboral las orientan a preferir trabajadores informales.
¿Cómo entiende que debe alentarse hoy el comercio?
–Tenemos un viejo slogan: “No queremos que nos den una mano sino que nos saquen una de encima”. Pagamos más impuestos que otras actividades: Ingresos Brutos, tasas municipales y siempre que hay alícuotas diferenciales nos corresponde la más alta.
¿Cuál es su visión de la situación económica?
–Desde mayo del 2003 hay una reactivación más que notable y ya tenemos un crecimiento de dieciocho meses. La mayoría de las empresas se capitalizaron y el nivel de ventas está cercano al de 1999-2000. A pesar de que nuestra última encuesta en todo el país nos da una especie de amesetamiento, no tenemos en claro a quiénes les va mal como para bajar el promedio.
¿Cómo ve el reemplazo de Alfonso Prat Gay por el de Martín Redrado?
–Es un cambio de hombres, pero no de política. Redrado es prudente y ejecutivo, muy conocido entre empresarios, banqueros y la sociedad.
¿Qué piensa de la política oficial en materia de salarios?
–Los empresarios recibimos con beneplácito la convocatoria al Consejo del Salario porque es una apuesta a que las remuneraciones se establezcan en base a las instituciones. Algunos dirigentes empresarios y sindicalistas propusieron que derivásemos la solución de este tema al Ejecutivo. Pero,afortunadamente, se tomó la decisión política de “acordar” y no “delegar”. Sobre esa base, el salario debe definirse según la posibilidad de cada sector, en paritarias. Inmediatamente después de la devaluación, los favorecidos como textiles o metalúrgicos mejoraron los niveles salariales. Es un ejemplo de cómo funciona el mercado.