› Por Fernando Krakowiak
Para el Gobierno el cierre
de la reestructuración de la deuda pública es el comienzo de una
nueva etapa en la política económica. El presidente Néstor
Kirchner la definió del siguiente modo: Se viene la Argentina industrial.
¿Será así? ¿El equipo económico tiene política
industrial? ¿Y si posee una, es suficiente? ¿El modelo del dólar
alto alcanza como estrategia? Para responder esos y otros interrogantes Cash
entrevistó al flamante secretario de Industria, Miguel Peirano (quien
junto con el actual secretario Pyme, Federico Poli, fueron habituales columnistas
de este suplemento). Peirano afirmó que el cierre del canje es
un factor positivo para la estrategia industrial, pero remarcó
que lo fundamental son las reglas del juego con las que viene operando la economía.
¿El Gobierno tiene política industrial?
Existe una clara política industrial basada en dos pilares fundamentales:
políticas activas sectoriales y regionales y lineamientos de política
económica general fuertemente favorables a los sectores productivos.
A medida que vamos ganando grados de libertad en materia fiscal y se consolida
el crecimiento la posibilidad de avanzar en incentivos fiscales, impositivos
y financieros es mucho más relevante.
¿Se piensa estimular un perfil de especialización productiva para
favorecer una mejor inserción internacional?
La Argentina es un país que debe ser fuertemente industrial. En
los 90 se afirmaba que el sector de servicios y otros sectores no vinculados
con la industria eran los dinámicos. Se decía que no había
espacio para la industrialización. Ahora se está reconstruyendo
el tejido industrial que se desintegró en los 90. En ese escenario,
el primer desafío es constituir valor agregado y volver a integrar nacionalmente
las distintas cadenas productivas. La producción debe ser cada vez más
compleja tecnológicamente y con mano de obra calificada.
¿La Argentina puede ser competitiva en todos los sectores?
Sin duda, se puede competir en todos los sectores. El tejido industrial
se está reconstituyendo en su conjunto y cuando se ven los indicadores
de crecimiento queda demostrado que es así. Puede haber empresas no viables,
pero en la actual etapa de desarrollo de la Argentina todos los sectores tienen
viabilidad.
Pero hay ciertas producciones en que la economía de escala no favorece
la competitividad del país. En el sector textil tal vez es mejor apostar
al diseño antes que ponerse a fabricar remeras blancas.
La política industrial tiene que generar estímulos para
que todos los sectores se desarrollen. Después, cierto grado de especialización
se va a ir dando naturalmente por las decisiones empresarias. A medida que el
crecimiento se vaya prolongando se irá viendo cuál es la tendencia.
En ese sentido, se enfatizará políticas para determinados sectores
o regiones. Ese proceso se va dando no sólo por la definición
estratégica del sector público sino también por el comportamiento
propio del sector privado.
¿Los foros de competitividad creados para impulsar el desarrollo de algunos
sectores no implican la definición de un determinado perfil industrial?
Los foros de competitividad son un espacio institucional donde se analiza,
junto al sector privado, medidas tendientes a favorecer el incremento de valor
agregado en la producción, pero no implican una jerarquización.
El criterio es extender los foros a todos los sectores.
¿Qué cambia con la salida del default?
La salida del default es un factor positivo, pero no cambia el esquema
de política económica. Lo fundamental son las reglas del juego
con las que viene operando la economía. Primero hay que desmitificar
la idea de que en default era imposible recuperarse o tener un comportamiento
macroeconómico adecuado. Quedó claro que el pensamiento neoliberal
quedó descolocado, no sólo porque se salió del default
de manera exitosa, sino porque la economía argentina tuvo un comportamiento
virtuoso aun estando en cesación de pagos. Hay que decirlo con todas
las letras: los neoliberales son perversos.
¿El éxito del canje va a posibilitar un aumento de la inversión
extranjera directa?
Va a colaborar. En inversiones vinculadas con empresas extranjeras la
salida del default es favorable. Pero es tan positivo salir del default como
entender que lo fundamental es la lógica de funcionamiento de la política
económica que está aplicando el Gobierno. El posdefault puede
favorecer la lógica de las decisiones, pero las inversiones se dan porque
hay rentabilidad, certidumbre y armonía social. Nadie invierte sólo
porque se salió del default, sobre todo en las inversiones directas.
Pero muchas empresas, incluso nacionales, tuvieron altas tasas de rentabilidad
e invirtieron poco.
Los sectores industriales nacionales han tenido un proceso de inversión
muy significativo, sobre todo las pequeñas y medianas empresas.
No hubo grandes anuncios de grandes empresas.
Ha habido anuncios y decisiones de inversión grandes en sectores
que han empujado fuertemente el sector industrial, pero adicionalmente la salida
del default va a colaborar en eso.
Quienes critican al Gobierno sostienen que la política industrial se
reduce al dólar alto.
Yo no hablaría de tipo de cambio alto, sino realista y competitivo.
Ahora bien, pensar que el desarrollo industrial va a estar basado sólo
en un tipo de cambio competitivo es un error absoluto, pero no advertir la importancia
de un tipo de cambio adecuado también es un error. No sólo hay
un tipo de cambio competitivo, ha habido una política monetaria adecuada,
una política fiscal y tributaria consistente y una política salarial
vinculada a resguardar el mercado interno a través de la intervención
del Estado. A eso se le agregan incentivos fiscales y políticas de promoción
del comercio exterior.
El Gobierno reivindica un perfil industrial exportador con valor agregado, pero
dos tercios de las exportaciones se concentran en agroindustria, derivados del
petróleo e insumos de la siderurgia, productos con pocos encadenamientos
productivos y capacidad de empleo muy restringida.
Ese perfil está cambiando, pero lleva tiempo. El crecimiento de
las manufacturas de origen industrial implica tiempos de desarrollo y búsqueda
de mercados. Ahora empieza a verse una respuesta pero no hubo una reacción
inmediata al cambio de precios relativos. Cuando se sale de una crisis económica
tan severa los primeros que pueden responder rápidamente al cambio de
precios relativos son las empresas que producen bienes de baja complejidad o
sectores concentrados que tienen una situación financiera más
fluida. Las reglas económicas están favoreciendo la recuperación,
pero también hay que tomar medidas específicas. Por ejemplo, se
va a disponer una eliminación de las retenciones industriales cuando
se superen los niveles de exportación del año pasado. Así
se busca no asumir un costo fiscal, pero generar un incentivo para que quienes
incrementen exportaciones tengan un incentivo adicional.
¿Es posible crear un Banco Nacional de Desarrollo como el que funciona
en Brasil?
La idea está presente. Queremos convertir al BICE en un banco de
inversión que cumpla funciones como el BNDS en Brasil. Nos interesa la
existencia de una entidad financiera que apoye el financiamiento de sectores
productivos a largo plazo y a tasas competitivas. El BICE tiene una enorme posibilidad
de potenciar su rol como banco de inversión ya que tiene liquidez propia,
posibilidad de acceso a líneas de financiamiento con organismos de crédito
internacionales concretas y puede existir cofinanciando junto al sistema financiero
tradicional. El Estado como agente inductor del crecimiento es fundamental.
El piloto automático fue una gran mentira del neoliberalismo. Bajo el
supuesto piloto automático se escondían las decisiones por omisión
para favorecer a sectores de privilegio. Ahora el Estado debe tener un rol muy
activo. Y un Banco de Inversión es un instrumento necesario.
La burguesía brasileña es sólida
Por F.K.
¿El aumento de las
importaciones provenientes de Brasil es una amenaza para la industria local?
La relación con Brasil hay que analizarla estructuralmente. El
Mercosur es un espacio con un enorme potencial para Argentina si se recupera
su espíritu de fundación, tendiente a potenciar el crecimiento
industrial de los países, la complementación intraindustrial y
la posibilidad de negociar con otros bloques de manera conjunta. El problema
es que la lógica económica que predominó en los 90
tendió a desmantelarlo de regulaciones capaces de garantizar un equilibrio.
Argentina tiene que generar un intercambio compensando no sólo a nivel
cuantitativo sino también en bienes con valor agregado. Además,
hay que crear mecanismos institucionales que eviten los shocks producidos por
desequilibrios cambiarios o de actividad para permitir que las economías
se comporten con niveles de previsibilidad adecuados.
Lavagna hizo una propuesta en ese sentido, ¿qué respuesta tuvieron
de Brasil?
La respuesta fue insuficiente y habrá una nueva reunión
en marzo para continuar analizando el planteo.
¿Qué pasará si no se llega a un acuerdo?
No tiene sentido anticiparnos a una negativa de Brasil. En cada etapa
se tomarán las decisiones que correspondan priorizando el objetivo de
evitar daños sectoriales irreparables. Nuestra decisión es compatibilizar
el Mercosur con el crecimiento de los sectores industriales argentinos.
¿Las restricciones fijadas para la importación de heladeras, lavarropas
y cocinas, son un punto negociable en marzo?
No, las medidas siguen vigentes. Lo que se está negociando estructuralmente
son los mecanismos que propuso Argentina.
¿Es posible negociar de igual a igual con una potencia económica
como Brasil?
Debemos hacerlo. Es cierto que Brasil tiene una escala diferente, pero
eso no implica que lo tomemos como un dato ineludible. Además, Brasil
debe comprender que no tiene sentido poner en riesgo el Mercosur, dañando
sectores argentinos, que no son determinantes para el crecimiento brasileño.
Brasil critica que Argentina aplica medidas antidumping al interior del Mercosur.
Es ineludible que frente a la existencia de dumping exista la posibilidad
de sancionarlo. El dumping es pernicioso para cualquier economía y frente
a eso, hay que reaccionar.
Las empresas brasileñas se proyectaron a nivel regional y global, mientras
muchos empresarios argentinos vendieron sus fábricas y se dedicaron a
administrar activos líquidos, ¿se puede vincular las diferencias
en el desarrollo a la falta de una burguesía argentina?
Es cierto que la burguesía brasileña es más sólida
que la argentina, pero no es culpa de los empresarios argentinos, más
allá de conductas individuales. Lo fundamental es que las reglas de juego
demuestren que es más rentable invertir en el país que vender
activos y especular financieramente. Ese es un deber del Estado y de los lineamientos
de política económica, porque el mejor idioma que entienden los
empresarios es el de las reglas de juego que fija el Estado.
No queremos salarios bajos
¿Los
salarios bajos no constituyen una traba para el desarrollo industrial que proclama
el Gobierno?
Las decisiones que ha venido tomando el Gobierno en materia salarial buscan
resguardar el mercado interno. Está claro que la estrategia de desarrollo
industrial no puede estar sustentada en salarios bajos. El sector empresario
tiene que entender que los salarios no son un costo de producción más.
Los niveles de demanda que siempre reclaman están vinculados a los niveles
salariales y de empleo. Una gran parte del sector empresario lo está
comprendiendo, tal como lo demuestra el nivel de diálogo que se da con
los sectores del trabajo.
¿La industria tiene margen para seguir aumentando salarios?
Las realidades son diferentes, pero el nivel de salario industrial se
ha recuperado de acuerdo a la rentabilidad de las empresas. Muchas veces se
señala al mercado como el encargado de fijar los salarios, pero estamos
frente a un mercado con un desempleo tan alto que se restringe la posibilidad
de que la oferta y la demanda actúen de manera lógica. Por eso
las intervenciones del Estado han sido funcionales al crecimiento de la economía.
¿El Estado va a seguir interviniendo?
La política salarial no es competencia de la Secretaría
de Industria. Lo que puedo decir es que en todas las etapas se va a tratar de
preservar la competitividad, los niveles de demanda interna y la equidad social.
Para tener un mercado interno sólido y exportaciones con alto valor agregado
no se puede tener una estrategia de salarios bajos.
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