POR QUE NO HABRA ACUERDOS CON EUROPA O EE.UU.
El libre comercio no será
El nuevo Consenso de Madrid es que no habrá acuerdo con América latina. En Washington también hay consenso en esto.
Por Claudio Uriarte
Del ejercicio en esterilidad que fue la cumbre en Madrid de la Unión Europea y América latina-Caribe, sólo dos cosas se destacan. La primera, por derecha, fue la cantada renuencia del bloque europeo a avanzar un solo palmo en materia de libre comercio con el bloque opuesto, salvo un acuerdo particular con Chile y una referencia vaguísima a negociaciones a “continuarse” en Brasilia en julio con el Mercosur, pero que –desde luego– tienen como condición que la crisis argentina se resuelva.
Pero lo segundo que se destacó, por izquierda, fue el rechazo, también al libre comercio, de la “cumbre alternativa” antiglobalización, que por alguna razón insiste en identificar a Estados Unidos con la única formación supranacional capaz de hacerle pagar sanciones comerciales: la Organización Mundial de Comercio. Viniendo después del penúltimo round entre la Unión Europea y Estados Unidos por el amurallamiento de Washington en torno de su acero y a su agro, se diría que en Europa reina una particular armonía intersectorial, solamente matizada por los sustos episódicos que crea el ascenso de una extrema derecha que –armonía de las armonías– también es proteccionista, nacionalista y anti-libre comercio.
El rechazo de la Unión Europea a América latina se comprende. Los subsidios europeos a la agricultura –como lo dijeron funcionarios norteamericanos la semana pasada en reacción a las críticas estadounidenses contra sus propios subsidios– están entre los más altos del mundo, mientras los principales productos de exportación del Mercosur son agrícolas. Peor aún, Polonia, cuya economía también depende fuertemente de la agricultura, es uno de los candidatos de primera fila a ingresar a la UE, y es poco probable que esté dispuesta a renunciar a los generosos subsidios que la Europa de los Quince entrega a sus agricultores bajo su Política Agraria Común. En otras palabras: con o sin crisis argentina –y con José María Aznar haciendo de loro de Paul O’Neill al recomendar la inevitabilidad de “soluciones dolorosas” y de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional– no habrá libre comercio con el Mercosur.
Tampoco lo habrá del lado norteamericano, pese a una ingeniosa explicación desplegada la semana pasada por funcionarios estadounidenses, que afirmaron que los nuevos subsidios al agro y al acero eran lo que el presidente Bush necesitaba para garantizarse el apoyo de lobbies hostiles y entonces hacer aprobar la “vía rápida” que desembocaría en una autoridad presidencial ampliada para negociar la célebre área de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Esto se parece a decir que el Pentágono debería escalar dramáticamente sus compras de armas para después convencer a la industria de armamentos de la necesidad de disolverse. Ello, por cierto, no ocurrirá, así como tampoco el proteccionismo agrícola de las grandes potencias, y en un año lleno de elecciones donde la defensa de la producción local está en todas las agendas. Los manifestantes no tienen tanto para preocuparse.