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Domingo, 16 de junio de 2002

Es verdad aunque usted...

Aunque suene increíble, mientras la economía sigue batiendo records históricos de caída del PBI, quiebras de empresas y destrucción de empleos, hay sectores a los que les va bien. O, por lo menos, mejor que el año pasado. Son los que se beneficiaron con la devaluación. Empresas pequeñas, medianas y grandes que habían perdido competitividad durante la convertibilidad y que comienzan a resurgir. Los de mejor performance son, obviamente, los exportadores, que ahora reciben 3,50 pesos por cada dólar (menos las retenciones) y mantienen fijos sus principales costos, como los salarios y las tarifas de servicios públicos. Es el caso de la industria aceitera, que en el primer cuatrimestre del año aumentó su producción un 20 por ciento. Otros que comienzan a revivir después de años de decadencia son los fabricantes de productos que habían sido desplazados del mercado interno por mercaderías importadas. Por ejemplo, el sector de calzado. En el 2001 se importaron 25 millones de pares de zapatos y zapatillas; este año ese calzado se producirá casi íntegramente en el país. La brusca modificación del tipo de cambio alteró la ecuación económica. Muchos empresarios que habían cerrado su fábrica y se dedicaban a importar, ahora vuelven a hacer funcionar sus máquinas. La fuerte retracción del mercado interno y la paralización del sistema financiero acota este proceso a unos pocos sectores y empresas.
Según cifras del Indec, en enero pasado la producción industrial se derrumbó un 19 por ciento; en abril, el mismo índice registró una caída del 12 por ciento. La atenuación del declive se debió a que algunos sectores industriales comienzan a despegar. Para la mayoría de la población este arranque resulta casi imperceptible porque los servicios, la construcción y la industria automotriz, los tres sectores con mayor participación en el PBI y en la generación de empleo, aún siguen cayendo. Luego de la cadena de devaluaciones competitivas, que comenzó en el sudeste asiático en 1997, muchos rubros industriales comenzaron a perder terreno en el mercado interno y en sus exportaciones. Pensando que la convertibilidad duraría todavía muchos años, decenas de empresas mudaron líneas de producción y hasta plantas enteras a Brasil, que devaluó su moneda en 1999. Los sectores más perjudicados en ese período son los que más sienten el efecto positivo de la devaluación del peso.
Cuatro años de recesión y el impresionante aumento de la pobreza devastaron el mercado interno. Pero hay industrias que aún en medio de la depresión económica venden más que antes, porque, a partir de la devaluación, se libraron de la competencia de bienes importados. Hasta el año pasado el 54 por ciento de la venta de productos textiles estaba en manos de los importadores. En los primeros cuatro meses de 2002 la producción extranjera apenas retuvo el 8 por ciento del mercado. Aunque las ventas totales cayeron por la recesión, las empresas nacionales están vendiendo mucho más.
Los fabricantes de neumáticos, que durante la convertibilidad fueron arrasados por las importaciones brasileñas, en abril aumentaron su producción un 21 por ciento con respecto al mismo mes del 2001. La industria del vidrio había perdido terreno en la competencia con los envases plásticos importados y también comenzó a resurgir: en abril creció un 11 por ciento. El precio del dólar actual es tan alto que ni siquiera les conviene ingresar productos importados a los contrabandistas. Por eso la industria productora de cigarrillos pudo remontar su producción un 8 por ciento.
Hay otros sectores que podrían beneficiarse con la devaluación, pero que no pueden aprovechar el cambio de reglas de juego porque, luego de diez años de convertibilidad, están prácticamente extinguidos. Es el caso de los jugueteros que perdieron el 95 por ciento del mercado en manos de sus competidores asiáticos. No sólo desaparecieron casi todas las fábricas, también cerraron la mayoría de los distribuidores y jugueterías. Un caso similar vive la industria editorial, que en el último año vio cerrar las puertas de más de 200 librerías sólo en la ciudad de Buenos Aires.
Otros sectores están creciendo a partir de la sustitución de importaciones, pero en este caso el resurgimiento responde a un proceso más estructural. Son los fabricantes de productos químicos, agroquímicos y plásticos. Los tres rubros llevan varios años invirtiendo en tecnología, factor que les permitió convertirse en los principales proveedores de insumos de las grandes empresas locales y también exportar. Ahora la devaluación les mejora una situación que ya era ventajosa. Los químicos aumentaron su producción un 18 por ciento en el primer cuatrimestre del año, con respecto al mismo período del 2001; los plásticos crecieron un 13 por ciento; los agroquímicos, que habían caído luego del cóctel de default y corralito, volvieron a crecer un 5 por ciento en abril.
La industria fuertemente ligada a las exportaciones representa el ocho por ciento del PBI industrial. Este segmento creció un 3 por ciento en abril. Los más beneficiados fueron los yerbateros, los frigoríficos que procesan carne vacuna, la industria aceitera, los productores de aluminio y la siderurgia. Los productores de granos, el rubro de mayor participación del sector exportador, están sufriendo la caída de los precios internacionales. Por eso su facturación externa sufrió una leve caída en el primer cuatrimestre. Pero la cantidad física embarcada hacia el exterior creció un 3 por ciento en el período.
La evolución de las exportaciones está fuertemente limitada por la falta de financiamiento. El comercio exterior se cancela con pagos de entre 90 y 180 días. Para otorgar esos plazos a los clientes los exportadores requieren financiación bancaria. Pero en Argentina el sistema financiero está paralizado y esas líneas de crédito son casi inexistentes. Entonces, algunas grandes empresas están utilizando capital propio; las pymes están ofreciendo precios más bajos con la condición de que les paguen en efectivo en el momento del embarque en Buenos Aires.
La exagerada depreciación del tipo de cambio real está generando negocios tan increíbles como el que hicieron algunas empresas textiles, que lograron ganarle una licitación en Estados Unidos a una industria de origen indio, país líder en el sector. O la exportación de calzado a China que consiguió un empresario local. Pero estas operaciones son fruto de una relación entre el valor del dólar y el resto de los precios internos que no va a durar mucho tiempo. Para que la industria recobre el camino perdido durante la convertibilidad necesita, además de un tipo de cambio competitivo, reglas de juego estables, un sistema financiero apoyando la producción, tarifas de servicios públicos a precios razonables e industriales con vocación de crecer. Hasta que eso suceda, conseguir empresarios a los que le va bien va seguir costando mucho y a los lectores les costará creerlo. Pero todo lo aquí expuesto es verdad, aunque usted no lo crea.


Proyectos de inversion

Oasis en el desierto

La mayoría de los economistas piensan que el mayor obstáculo que tendrá el país en los próximos años para volver a crecer sostenidamente va a ser la falta de inversión. Un país en cesación de pagos, que acaba de incumplir todos los contratos internos y de violar los derechos de propiedad no es el lugar ideal para invertir. A pesar de eso, en los últimos meses comenzaron a aparecer algunas inversiones en sectores claramente beneficiados por la devaluación. Varias ya fueron concretadas y otras recién se anuncian. El siguiente es un listado elaborado por Cash de los primeros proyectos en marcha.
- Fiat Iveco decidió congelar sus planes de mudarse a Brasil. Tras la devaluación, la fábrica pudo reactivarse. Actualmente produce 150 camiones por mes.
- Volkswagen está trabajando a tres turnos en su planta de Córdoba y exporta casi toda su producción. La firma anunció que en los próximos meses tomará 500 empleados más.
- La empresa pesquera Conarpesa invertirá cinco millones de pesos para ampliar operaciones en la Patagonia.
- Aceitera del Valle inauguró una planta construida en cuatro meses con una capacidad de molienda de 100 toneladas diarias. La construcción demandó dos millones de pesos.
- Avón invertirá dos millones de pesos para concluir la remodelación de su planta de envasado en la localidad de Moreno.
- Fate invertirá 25 millones de dólares para ampliar la planta de San Fernando en la que fabricará neumáticos radiales para vehículos pesados, en una alianza comercial con Alemania.
- Lavaque anunció la apertura de dos bodegas nuevas en Cafayate y Catamarca. Tiene previstas inversiones por 37 millones de dólares.
- Aluar reactivó el proyecto de ampliación de Puerto Madryn con una inversión de 750 millones de dólares. Según la empresa, la devaluación disminuyó los costos del plan y mejoró la competitividad del aluminio argentino en los mercados internacionales.
- Papelera del NOA (ex Celulosa Jujuy) reabrirá luego de dos años su planta de papel madera para cajas de embalaje. La inversión será de 4 millones de dólares y estiman tomar a más de 700 empleados.
- La compañía Standart Tabaco construirá una planta de acopio y despalillado en Salta. El plan es producir para exportación. La empresa ya compró 9600 toneladas de tabaco Virginia en la región, por las que pagó 20 millones de pesos.
- Philips transfirió parte de la producción brasileña a la Argentina. Piensa fabricar 400 mil televisores durante el presente año. En el 2001 había elaborado 250 mil.
- Buró, proveedora de equipamiento integral para empresas, decidió nacionalizar la totalidad de su producción y focalizar su estrategia de negocio en el mercado internacional. Está estudiando el monto de la inversión requerida.

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Industrias / devaluación

Mientras la economía sigue batiendo records históricos de caída del PBI, quiebras de empresas y destrucción de empleos, hay sectores a los que les va bien.

Son los que se beneficiaron con la devaluación.

Empresas pequeñas, me-dianas y grandes que habían perdido competitividad durante la convertibilidad que comienzan a resurgir.

Los de mejor performance son, obviamente, los exportadores, que ahora reciben 3,50 pesos por cada dólar y mantienen fijos sus principales costos, como los salarios y las tarifas de servicios públicos.

La fuerte retracción del mercado interno y la paralización del sistema financiero acota este proceso a unos pocos sectores y empresas.

Para la mayoría de la población este arranque resulta casi imperceptible.

 
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