Domingo, 11 de junio de 2006 | Hoy
LA ESTRATEGIA DE MANEJO DE RESERVAS DEL BANCO CENTRAL
Las turbulencias en el mercado internacional reactivan el debate sobre cuántas reservas son necesarias y qué tipo de activos el Banco Central debe acumular. Muchos dólares y pocos euros y oro.
Por Claudio Zlotnik
La estrategia inversora que debe tener el Banco Central con sus reservas forma parte de una interesante discusión. Una polémica que se reactiva ahora cuando han regresado las turbulencias a los mercados internacionales. ¿La autoridad monetaria debe actuar como si fuera un fondo de inversión privado, privilegiando la obtención de ganancias? ¿O manejarse con suma cautela, con un sesgo conservador? Otra cuestión refiere a la composición que deben tener las reservas. ¿Lo óptimo es que repliquen el comercio exterior argentino o acaso lo mejor sea mantener la mayor parte en dólares?
Por ahora, Martín Redrado prefirió quedarse con una cartera dolarizada, a la que incorporó una leve diversificación hacia el euro. En lo que va del año, el BC adquirió alrededor de 450 millones. La lógica de esa decisión es que la Argentina tiene la mayor parte de su deuda en dólares y que por eso conviene mantenerse en esa moneda. También influye que los dólares son mejor percibidos como respaldo de los pesos en circulación. Así como en Europa del Este los bancos centrales acumulan euros porque la población tiene esa moneda como referencia, en la Argentina pasa lo mismo pero con el billete verde.
En la actualidad, alrededor del 90 por ciento de las reservas en divisas se encuentran en dólares y otro 10 por ciento, en euros. Adicionalmente, el Banco Central posee el equivalente a 1000 millones de dólares en oro. ¿Cómo están invertidos?
Los fondos se encuentran depositados en el Banco de Basilea, a resguardo del apetito de los fondos buitre que conservan bonos en default y pretenden apropiarse de activos argentinos. Desde el punto de vista financiero, la estrategia del Central, entonces, pasa por comprar títulos emitidos por el Banco de Basilea que replican las condiciones del Tesoro de los Estados Unidos. En su mayoría se trata de bonos de corto plazo, que rinden alrededor del 5 por ciento anual. En los últimos meses, el BCRA fue alargando el perfil de esos activos para mejorar la rentabilidad. Otra parte de los ahorros está colocado en plazos fijos, con rendimientos de entre 4,8 y 5,0 por ciento anual. Los vencimientos están escalonados y, en muchos casos, coinciden con compromisos de pago de la deuda.
Martín Redrado cree que el Banco Central no tiene motivos para maximizar los rendimientos financieros si es a condición de aumentar los riesgos de manera sensible. En cambio, sostiene que la autoridad monetaria debe administrar su cartera cubriéndose lo máximo posible, más que nada prestando atención al mediano y largo plazo. Eso no significa que desde Reconquista 266 no se planteen las mismas inquietudes que los operadores del mercado. Por ejemplo, ¿cuál será el mejor momento para pasarse en forma decidida de los bonos de corto a los de largo plazo. Se espera que, próximamente, los títulos de largo sobrepasen decididamente a los de corto.
Mientras la cartera de inversiones vira hacia una exposición de más largo alcance, la mirada del BC está puesta en la acumulación de reservas, sobre todo en billetes verdes.
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