Agradezco a mi ilustre amigo, el director del Proyecto Estratégico Plan Fénix de la Universidad de Buenos Aires, profesor honorario Abraham L. Gak, la valiosa invitación a tomar parte de esta reunión sobre el Plan Fénix dedicada especialmente a considerar la inserción social, el bienestar general y la educación, que la convocatoria describe adecuadamente como imperativos para el desarrollo.

El presente seminario tiene lugar en circunstancias distintas de las que motivaron las primeras jornadas del Plan Fénix. El propósito ampliamente compartido de lograr niveles más altos de producción y ocupación coexiste actualmente con temores e incertidumbres inducidos por la inflación de los dos últimos años. Para aliviar las tensiones inflacionarias, algunos proponen “enfriar la economía” aminorando el ritmo de crecimiento económico.

La relación entre el crecimiento económico y la estabilidad de los precios fue extensamente analizada en la controversia del monetarismo con el estructuralismo, iniciada hace 50 años por economistas latinoamericanos con apreciable repercusión en Europa y los Estados Unidos. Según expresa Aldo Ferrer en la tercera edición de su obra fundamental sobre la economía argentina, el enfoque estructural de esa cuestión reviste interés permanente.

El concepto de inflación estructural puede caracterizarse en breves términos. Si los precios monetarios de los bienes se mueven con mayor facilidad y prontitud hacia arriba que hacia abajo, como sucede habitualmente en los mercados de productos industriales, el ajuste de los precios relativos se traduce por un alza del nivel general de precios. Cuanto mayor la amplitud y la frecuencia del cambio en los precios relativos, tanto más intenso resulta el efecto inflacionario.

Si un proceso de crecimiento económico se presenta acompañado por fenómenos de inflación, la reducción de la tasa de crecimiento económico no resuelve el problema. A cada tasa de crecimiento corresponde una determinada tasa de ganancia y, dados los coeficientes de producción, a cada tasa de ganancia se asocia un vector de precios relativos. Por lo tanto, si se altera la tasa de crecimiento económico, los precios relativos deben ajustarse a la nueva tasa de crecimiento y su variación trae consigo un efecto inflacionario adicional.

Aquí coinciden, aunque por distintas razones, el estructuralismo y el monetarismo. En virtud de la denominada “ecuación del cambio”, sobre la cual se basa la teoría monetaria de la inflación, dado el incremento de la oferta monetaria y de la velocidad de circulación del dinero, cualquier disminución de la tasa de crecimiento económico determina un ascenso, nunca una disminución, del ritmo de aumento de los precios.

En suma, armonizar el crecimiento económico con la estabilidad de precios no implica reducir la tasa de crecimiento económico, sino estabilizar la tasa de crecimiento económico sobre un sendero de crecimiento equilibrado. El importantísimo trabajo de Benjamín Hopenhayn y colaboradores muestra que ese objetivo es plenamente asequible para la economía argentina.

Uno de los puntos centrales del Plan Fénix es la educación. A causa de su configuración temporal, la demanda de educación tiene un comportamiento altamente anticíclico. El gasto en educación no sólo es un factor primordial de crecimiento económico, como hoy se reconoce universalmente, sino un eficaz estabilizador y regulador del proceso de crecimiento. Este hecho posee alta significación para el planeamiento eficiente de las inversiones públicas.

* Presidente Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Discurso pronunciado el 13/12/2006 en la Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires, con motivo de la presentación del Plan Fénix 2006/2010.