Dom 05.08.2007
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ESTRATEGIA CONTINENTAL CONTRA EL NEOLIBERALISMO

“No hay salidas individuales”

Los cambios políticos en América latina generan en algunos círculos de la intelectualidad europea una corriente de simpatía. Los desafíos para la región.

› Por Sebastian Premici

Para el economista francés Gérard Duménil –invitado a Buenos Aires por el Iade y Economistas de Izquierda–, la nueva fase de la economía mundial constituye una mezcla entre imperialismo y neoliberalismo, cuyo objetivo principal es restituir el poder y los ingresos de las clases dominantes. La crisis de 2001 modificó en Argentina el rumbo de la economía; sin embargo, el autor marca que “los mismos intereses que proporcionaron a los años ‘90 sus características específicas, podrían repetirse por otros medios. El resultado dependerá de las confrontaciones de clase” y de cómo se organice Argentina con los demás países de la región.

Gérard Duménil: “El Banco del Sur es un factor en la estrategia de integración regional”. Foto: Nancy Larios

¿Qué quiere decir con que las condiciones del ‘90 podrían reaparecer?

–El aspecto central antes de la crisis era que los capitales del país salían al exterior para ser colocados –principalmente– en Estados Unidos, al mismo tiempo que ingresaban otros capitales. El fenómeno central de los ‘90 era que el mundo estaba comprando la economía argentina: a principios de esa década, el capital foráneo controlaba un 30 por ciento de la producción del país y al final de la misma, el 80 por ciento. Después de la crisis, la situación se volvió más compleja. Ahora los movimientos de capitales no funcionan de la misma manera. Esta característica de la economía actual tiene un aspecto extraño, Estados Unidos exporta enormes capitales al resto del mundo mientras que empresas dominantes del resto del mundo también invierten en la economía estadounidense. ¿Quién financia actualmente este circuito? Primero Europa y luego Latinoamérica. Si bien la situación argentina cambió en este sentido, todavía no se llega a una situación de estabilidad que dependerá de las decisiones políticas del Gobierno.

En este sentido, ¿cómo evalúa el modelo económico de Néstor Kirchner?

–Su principal mérito fue la cancelación de la deuda con el FMI, acabar con la dolarización, tolerar un cierto grado de inflación, limitar la entrada de capitales. Todo esto significa que se tomó conciencia de que no puede repetirse la estrategia de la década del ‘90. El problema ahora será decidir una nueva trayectoria, con un nuevo contenido político económico para el país. Esa es la clave –una vez superada la crisis– para evitar los condicionamientos de otras décadas.

¿Cómo podría ser esta nueva trayectoria?

–Probablemente el país no seguirá creciendo a tasas tan elevadas como hasta ahora, a pesar del tipo de cambio favorable. Pero el tema es crecer y evitar las crisis. Hay dos itinerarios: crecer dentro del neoliberalismo, con tasas de cambio realmente bajas, para disminuir los costos del trabajo y limitar la entrada y salida de capitales como es el caso de China y Vietnam, o plantear un mecanismo que signifique una salida más radical de este modelo. Las alternativas son muy simples. Antes del neoliberalismo existía otro modelo, que si bien no era perfecto, podría mejorarse. Sabemos muy bien que la sociedad podría funcionar de otra manera, como en el Estado de Bienestar o con el modelo de sustitución de importaciones en Latinoamérica. El neoliberalismo representó la salida estructural de la década de 1970 pero no era la única salida posible. Actualmente hay alternativas, antes también existían. Son alternativas que responden a decisiones políticas.

Por ejemplo, ¿profundizar los lazos entre Argentina, Venezuela, Bolivia y Brasil?

–Desde Europa, la situación latinoamericana, con sus gobiernos de izquierda, aparece como un tipo de esperanza. Se tiene la sensación de que hay proyectos políticos alternativos como Venezuela y Bolivia. Sin embargo, no ocurre lo mismo con Lula Da Silva, quien fue electo con un programa de izquierda pero sus políticas son neoliberales. Latinoamérica está atravesando una situación intermedia con gobiernos de izquierda que podrían resistir a la globalización neoliberal, pero hay otros que no lo hacen. Hay pocas posibilidades individuales. Es muy difícil, por ejemplo, para un país como Uruguay modificar su política por sí solo.

¿El Banco del Sur podría tomar este rol estratégico?

–La única posibilidad de resistir al orden neoliberal a escala mundial es organizarse a escala continental. En el caso de América del Sur significa coordinar políticas, reforzar acuerdos como el Mercosur y organizarse en el ámbito financiero. El Banco del Sur sería un nuevo elemento en esta estrategia. El problema es discernir cuál será el grado de intervención que tendrá este organismo desde un punto de vista político.

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