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Domingo, 23 de septiembre de 2007

INTERFERON, SUS PRIMEROS CINCUENTA AñOS

Aventuras biotecnológicas

El Interferón cumplió años y su experiencia ilustra todo un camino para llegar del laboratorio al mercado en medicamento.

 Por Alberto Diaz *

Para el Dr. Ernesto Falcoff,
científico emprendedor
“... Para distinguirlo del virus calentado, hemos llamado a este nuevo agente interferente, como ‘interferón’”
(Isaacs y Lindenmann, diciembre 1957).

Había nacido “la penicilina” de los virus, un antiviral general que despertó no sólo gran interés entre los científicos sino en la industria, los gobiernos, los medios y el público en general. Cincuenta años más tarde permitió lograr beneficios médicos, formación de nuevas empresas de biotecnología, un mercado global de 5000 a 6000 millones de dólares y, fundamentalmente, grandes (enormes) avances en la investigación básica y clínica y beneficios para nuestra salud. A partir de ese descubrimiento, el desafío comenzaba a ser el de producirlo en escala para poder estudiar su estructura y su potencial actividad clínica como antiviral. Como suele suceder con los científicos, no se asustaron y tomaron el problema, entre otros, investigadores del Instituto Curie de París, los doctores Gresser, Chany y Ernesto Falcoff. Ernesto, argentino, fue quien sistematizó las primeras producciones del IFN a partir de glóbulos blancos humanos en 1966.

Pero sin lugar a dudas fue el finlandés Kari Cantell quien con meticulosidad excesiva llegó a montar un proceso de producción para toda Finlandia a partir de glóbulos blancos humanos, logrando obtener, con ese método tradicional, cerca de un gramo de IFN a partir de unos 100.000 dadores de sangre. “Esta producción permitía tratar unos 100.000 enfermos con enfermedades virales, 2000 pacientes con enfermedades virales crónicas y unos 500 con cáncer. El costo en 1980 de un gramo de IFN oscilaba entre 5 y 20 millones de dólares. Con esos costos, más la dificultad de la materia prima y la baja producción, no era fácil entusiasmar a las empresas farmacéuticas.

“Sería un avance reglamentar la Ley de Promoción de la Biotecnología”, propone Díaz.Foto: AFP.

Un día de marzo de 1978, Cantell recibió una llamada telefónica de una persona que él desconocía hasta ese momento: el doctor Charles Weissmann de la Universidad de Zurich, Suiza. Weissmann era uno de los científicos/ emprendedores de una nueva empresa de Estados Unidos, llamada Biogen. Weissmann necesitaba los genes activados de los glóbulos blancos que producían IFN, para colocarlos en bacterias y así producir IFN por las nuevas técnicas de ADN recombinante. En aproximadamente 18 meses las primeras células de la bacteria E. coli producían moléculas de IFN humano. Los resultados fueron publicados en marzo de 1980 en la famosa revista Nature de Inglaterra, previa conferencia de prensa, que provocó fuerte aumento de acciones de la empresa en las bolsas internacionales. El Interferón llegó a la clínica y al mercado en 1986, de la mano de las nuevas “aventuras biotecnológicas”.

La ingeniería genética o tecnología de ADN recombinante comenzaba a cambiar las producciones biológicas, la industria farmacéutica, la economía (bioeconomía) y las sociedades. Surgieron las Nuevas Empresas de Biotecnología (NEB) en Estados Unidos, constituyendo un modelo que se iba a ir imponiendo en el mundo. Biogen era una nueva compañía que tenía una alta representación de científicos no sólo en sus direcciones científicotécnicas, sino también en las direcciones de management, que fueron orientadas por la acción de un experimentado hombre de la industria farmacéutica, Robert Luciano (abogado), que decide hacer ingresar a ScheringPlough en el campo de la biología molecular en 1978. La incorporación de Schering al proyecto IFN alfa permitió que en corto tiempo se pudieran solucionar los problemas productivos en escala y así se logró llevar la primera proteína fabricada por la ingeniería genética al mercado, que todavía no había sido usada nunca como medicamento masivo, a diferencia de Insulina y Hormona de crecimiento. Exitosa alianza entre investigadores de las universidades, las NEB y las grandes farmacéuticas. El IFN y otros biofármacos fueron los causantes del surgimiento de varias de las empresas de biotecnología en Estados Unidos, que luego se internacionalizaron (Genentech, Biogen), y de que algunas farmacéuticas ingresaran en la biotecnología (Roche, Eli Lilly), provocando este gran cambio tecnológico y de organización en ese sector que influyó para que empresas de otros países siguieran esos caminos. En América latina, el IFN permitió desarrollar la biotecnología industrial de la mano de las primeras empresas del sector, en Argentina y Cuba. Argentina fue la base de la creación de la primera empresa de biotecnología en el país, BioSidus, a la que siguieron PCGen y otras.

Saltamos al siglo XXI: el 14 de mayo de 2007 Nautilus Biotech recibió la aprobación por la FDA (Food and Drug Administration, de EE.UU.) para realizar la Fase I de la prueba clínica para su Interferón (IFN) por vía oral. La Fase I se realiza para comprobar su seguridad. Llamativamente (¿?) los fundadores, presidente y directora científica de la empresa, Manuel Vega y L. Drittanti, son dos argentinos. “Final de juego” o de la historia (por ahora....), Vega y Drittanti han continuado en la línea de los trabajos pioneros de Ernesto Falcoff (argentino y rosarino) en la producción de IFN y de la escuela de la doctora Sacerdote de Lustig y sus investigadores/as del Instituto de Oncología Angel Roffo de la Universidad de Buenos Aires. ¿Casualidad o causalidad?

El IFN ilustra todo un camino para llegar del laboratorio al mercado (medicamento). Para ello fue necesaria la Nueva Tecnología basada en el manejo de la información genética (biotecnología) y necesariamente la aparición y desarrollo de las Nuevas Empresas de Biotecnología (“aventuras” biotecnológicas), creadoras de productos y conocimientos, que para tener éxito deben reunir estos tres temas: ciencia, ganancia e integridad. La reglamentación de la recientemente promulgada Ley de Promoción de la Biotecnología puede ser un instrumento para facilitar estas acciones al establecer un fondo para la creación de “nuevas aventuras biotecnológicas”.

* Inis Biotech; INTIPrograma Biotecnología; UNQ

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Claves

El Interferón llegó a la clínica y al mercado en 1986, de la mano de las nuevas “aventuras biotecnológicas”.

Para ello fue necesario la Nueva Tecnología basada en el manejo de la información genética: biotecnología.

Y también, necesariamente, fue relevante la aparición y desarrollo de las Nuevas Empresas de Biotecnología.

 
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