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Domingo, 7 de octubre de 2007

LA EXPERIENCIA DE LA COOPERATIVA JUJEÑA UNION QUEBRADA Y VALLES

Asociarse para producir

La cooperativa surgió para comercializar la producción de la zona. El desafío fue exitoso y así pudieron superar la barrera de la subsistencia y estructurar una mínima red omercial.

 Por Diego Rubinzal

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En 1844, un grupo de obreros ingleses creó la primera cooperativa en la ciudad de Rochadle. Desde entonces, el desarrollo del cooperativismo se ha ido afianzando como una alternativa al modelo clásico de organización empresaria. En la Argentina existe un importante desarrollo cooperativo que cubre distintas actividades y necesidades diversas. Una de esas cooperativas, Agropecuaria Artesanal Unión Quebrada y Valles, hace once años intenta revertir la marginación social y económica de los pequeños agricultores del noroeste. En una región con altos niveles de necesidades básicas insatisfechas se combinan: actividades económicas extensivas, baja tecnificación, severas condiciones de aridez y escasa rentabilidad.

A su vez, la mayoría de los productores es descendientes de pueblos originarios. La cooperativa, integrada por 152 pequeños productores jujeños residentes de la Quebrada de Humahuaca, cultiva productos frutihortícolas y producciones ancestrales. Por ejemplo, 47 variedades de papa andina y maíces. En sus comienzos, la cooperativa surge como una alternativa para poder comercializar la producción de la zona. El desafío era superar la barrera de la subsistencia y estructurar una mínima red comercial. Para conseguirlo, los dirigentes cooperativos decidieron trabajar sobre toda la cadena productiva. El primer paso fue diseñar estrategias para incrementar la eficiencia productiva. En particular, se implementó un programa de capacitación, con el apoyo de la embajada de Canadá, en áreas como manejo de cultivos y maquinaria agrícola, gestión en proyectos, cultivos de papas andinas y computación.

Otro paso fue la incorporación de distintos servicios que permitieran la disminución de los costos productivos. Así, la cooperativa compró un tractor para ser utilizado comunitariamente y comenzó a brindar servicios de fletes más económicos. Esas medidas permitieron una reducción del 30 por ciento en el costo de labranzas y un 25 en el caso de los insumos.

También con la ayuda de la embajada de Australia se adquirieron semillas de papa andina de alta sanidad, que duplicaron el rendimiento productivo.

Una de las cuestiones a resolver por la cooperativa era la falta de financiamiento. Marginados del sistema bancario formal, la alternativa que le quedaba era contraer préstamos en condiciones usurarias con intermediarios de la zona. Ese problema fue subsanado con un financiamiento otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo. Así, el Consejo de Administración pudo definir cinco líneas de crédito distintas que respondían a los intereses y necesidades de los productores.

Para comercializar la producción, la cooperativa diseñó distintos canales: mercados concentradores, entregas a domicilio en Buenos Aires, puntos de venta en algunas localidades de la zona y reparto semanal a restaurantes y hoteles de la quebrada y de San Salvador de Jujuy. En octubre del 2004, los productores lograron un salto cualitativo, al concretar una exportación piloto de papas andinas a Italia. Posteriormente se siguieron exportando papas a la península itálica, pero las operaciones comerciales no estuvieron exentas de algunos traspiés. En octubre del 2006, se había acordado una exportación importante y por problemas con la firma transportadora la carga terminó varada en Buenos Aires.

Consultado por Cash, el dirigente cooperativo Andrés Longoni expresó que “hace unos meses tuvimos la visita de Slow Food (la firma que comercializa las papas en Italia) y acordamos terminar de desarrollar durante este año el puré deshidratado de papa andina que ha tenido un buen impacto en el mercado italiano. Una vez que podamos cumplir con lo que nos han solicitado, nos dedicaremos a exportar ese producto”. Con respecto a la situación actual de la cooperativa, el dirigente cooperativo reconoce que existen ciertas debilidades. Entre ellas, mencionó los altos costos de fletes e insumos, gran distancia de los grandes núcleos urbanos del país, costos elevados de promoción, organización y comunicación que le restan competitividad en los mercados, cultivos con fuertes problemas fitosanitarios que no posibilitan grandes volúmenes para su comercialización y pérdidas de alrededor del 50 por ciento sobre el total cosechado. Sin embargo, Longoni rescata el fortalecimiento de la organización, la consolidación de un equipo técnico propio y la calidad de la producción. Además, Longoni señala la existencia de una oportunidad que brinda el mercado, puesto que los productos están teniendo una importante demanda en sectores de mayor poder adquisitivo.

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La cooperativa cultiva 47 variedades de papa andina y maíces.
Imagen: Alejandro Elías

Claves

La Cooperativa Agropecuaria Artesanal Unión Quebrada y Valles hace once años intenta revertir la marginación social y económica de los pequeños agricultores del noroeste.

La mayoría de los productores es descendiente de pueblos originarios.

La cooperativa, integrada por 152 pequeños productores jujeños residentes de la Quebrada de Humahuaca, cultiva productos frutihortícolas y producciones ancestrales.

Esos productos están teniendo una importante demanda en sectores de mayor poder adquisitivo.

Ha habido en los últimos años un fortalecimiento de la organización, la consolidación de un equipo técnico propio y la calidad de la producción.

 
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