Domingo, 13 de julio de 2008 | Hoy
EL BAUL DE MANUEL
Por Manuel Fernández López
Mañana es un nuevo aniversario de la Revolución Francesa, el episodio que separa la Edad Moderna de la Edad Contemporánea. En este país, los intelectuales y alguna gente más o menos culta pronto se acostumbraron a leer autores franceses traducidos al castellano, y autores de toda índole sólo asequibles en lengua francesa, grata al oído rioplatense. Esa Revolución orientó los estudios de Belgrano en España hacia la economía: el prócer tradujo las Máximas de Quesnay (1794), compuso su Primera Memoria (1795) según la portada de dicha obra y de nuevo tradujo a los fisiócratas en 1796. Adam Smith fue citado por primera vez en Buenos Aires según la versión abreviada de Condorcet. El deán Funes, por su lado, era lector de G.-F. Le Trosne. Poco antes de Mayo, aparecen en el Plata las ideas de N.-F. Canard y de J.-B. Say. Después de Mayo, se usa la obra de Destutt de Tracy para enseñar economía en la UBA, y la de Saint-Simon para hacer lo propio en la generación del 37. En la época de la Organización Nacional, Mitre usa a Moreau de Jonnès para enseñar estadística; y Nicolás Avellaneda y Manuel Zavaleta, el pequeño manual de Joseph Garnier para enseñar economía; Vicente Fidel López nutre sus clases de economía con las ediciones del Journal des Economistes, y Juan B. Alberdi inspira su análisis de los ciclos económicos argentinos en el libro de Clément Juglar. La crisis del 90 hace surgir a otro lector de Juglar: Antonio Terry. En la última década del siglo 19, Juan B. Justo contribuye a traducir a Paul Leroy-Beaulieu y Félix Martín y Herrera incorpora a Charles Gide a su “economía positiva”. Ya en el siglo 20, Luis R. Gondra y Hugo Broggi difunden el pensamiento de Léon Walras y Vilfredo Pareto (el segundo nacido en Francia). Antonio H. Osorio, aunque portugués, es otro autor que llega a estos pagos en francés. La teoría del monopolio del gran Cournot encuentra en la UBA una importante interpretación gráfica debida a Teodoro Sánchez de Bustamante. Y un insospechado traductor del francés es Raúl Prebisch, en sus tiempos de estudiante, que vierte del francés un capítulo de la obra de Adolph Wagner, que se usaba en la cátedra de Economía Política a cargo de Mauricio Nirenstein. Hay muchos casos más, entre ellos los derivados de profesores radicados en el país y provenientes de otras áreas franco-parlantes: Gallez (U. N. del Sur), Becker (U. N. de Cuyo). Pero deberá estudiarse el tema.
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