Lejos de terminar, pareciera que la crisis internacional se prepara para adoptar nuevas y más complejas formas. Asimismo, se hace cada vez más evidente que los países centrales intentan transferir a los periféricos los costos de la vuelta a la “normalidad”. Sin embargo y tal como la historia lo prueba, las recurrentes crisis del sistema capitalista han beneficiado a las naciones atrasadas y subdesarrolladas del globo, industrializándolas en diversos grados y erigiendo o fortaleciendo las bases materiales de movimientos nacionales. A propósito de ello e independientemente de su diversidad política, sus contradicciones, avances y retrocesos, la Unasur encuentra en la actualidad condiciones objetivas y subjetivas no sólo para superar la crisis; no sólo para abandonarla con la menor cantidad de secuelas, sino y fundamentalmente para contribuir a un modelo económico más justo, solidario y promotor del desarrollo. En esa dirección y en el marco de esa coyuntura, un grupo de países sudamericanos se propone dar a luz una nueva arquitectura financiera regional.