Domingo, 31 de octubre de 2010 | Hoy
Por Felisa Miceli *
Cuando el 25 de Mayo de 2003, en tu discurso de asunción, señalaste que la causa de la pobreza era la política económica, muchos supimos, con esperanza y alegría, que empezaba una nueva época. Que había grandes posibilidades de dejar atrás casi 30 años de políticas neoliberales, de entrega y saqueo del patrimonio nacional acumulado por generaciones de argentinos, de sometimiento al capital financiero y a los organismos internacionales, de endeudamiento sin fin, de desaparición del Estado, de ajustes permanentes, de destrucción de la producción y del mercado interno, de avasallamiento a los derechos de los trabajadores, de pulverización del empleo y de exclusión social.
Y empezaste nomás. Diciéndonos que había que salir del infierno. Que si cada día hacíamos algo para mejorar la vida concreta de nuestro pueblo, pasado algún tiempo íbamos a mirar hacia atrás y veríamos la acumulación de los resultados en la transformación de la ruinosa situación en que tomaste los destinos de nuestra Patria. Néstor, la Argentina no salió sola del infierno: vos nos condujiste con firmeza hacia su salida. Hoy, en tu despedida, la juventud y todo tu pueblo te lo reconocen.
Desde el principio nos aclaraste que la economía debía estar subordinada a la política. Nos recordaste que nos fue muy mal cuando en la Argentina predominaban ministros de Economía fuertes y presidentes débiles, que con la cantinela del “consenso” firmaban las medidas que ya les traían escritas los representantes de las corporaciones. Nos dijiste que había que negociar con el verdadero poder económico, pero jamás claudicar; que debíamos ser humildes con los humildes y altivos con los poderosos. Que, como vos, nunca debíamos dejar nuestras convicciones en la puerta de nuestros despachos.
Y seguiste. Aumentando los salarios por decreto. “¡Qué herejía!”, bramaba, desconcertada, la ortodoxia. ¡Cómo te atrevías a tener injerencia en el “libre” funcionamiento de los mercados! “Ya no habría más inversión”, decían. Y resulta que lograste la mayor inversión en términos del PBI de la historia económica nacional. Y aumentaste las jubilaciones y las pensiones, y llamaste a las paritarias y al Consejo Nacional del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Y esos mayores recursos en poder de los más necesitados fueron directo al consumo y aumentó la demanda, la producción nacional y el empleo, y así se puso en marcha el círculo virtuoso del crecimiento. Y mentían: era un “rebote post-devaluatorio”, una “primavera”, el “viento de cola”. Envidiosos e incapaces, los mediocres de siempre, los hacedores de la destrucción, los constructores de mil fracasos, empecinados en su pequeñez, nunca admitieron las virtudes y las ventajas de tu política económica, a pesar de todos estos años de crecimiento.
Y seguiste. Desendeudando al país. Poniéndonos de pie ante el mundo. No tomaste ni un dólar de deuda nueva. Sólo seguimos pagando la que asumieron los que todavía te critican. Te preocupabas día a día, con instrucciones precisas, para que el Banco Central incrementara las reservas internacionales (esas que un personaje menor atrincherado le quiso escamotear a Cristina para el Fondo del Bicentenario), por mantener un dólar competitivo, para lograr aumentar las exportaciones y el superávit comercial, por controlar el movimiento especulativo de los capitales financieros. Con calma y paciencia apasionadas, supervisaste cada detalle de la propuesta a los acreedores externos por la reestructuración de la deuda en default, sosteniendo que la quita debía ser muy grande para poder cumplir con la otra deuda, la interna.
Y seguiste. Liderando al continente para que el “NO al ALCA”, que pedían nuestros pueblos latinoamericanos se hiciera realidad. Y nos diste instrucciones precisas para cancelar la totalidad de la deuda al Fondo Monetario Internacional y así recuperar la autonomía necesaria para que la política económica abandonara definitivamente el sometimiento a los dictados de los poderes financieros.
Y Cristina, con firmeza, siguió con tu política económica, aun con una economía mundial enfrentando la crisis más grave desde la de 1929/30. Y seguirá profundizando el modelo para lograr todo lo que falta. Todo lo que soñamos
*Ex ministra de Economía de Néstor Kirchner.
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