Dom 16.10.2011
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BENJAMíN HOPENHAYN, ECONOMISTA, FUNDADOR DEL PLAN FéNIX

Un apasionado

› Por Haroldo Montagu *

Luego de una vida dedicada al trabajo y a la difusión de un pensamiento heterodoxo y progresista, el pasado 22 de septiembre falleció a los 87 años Benjamín Hopenhayn. Es casi imposible sintetizar su impresionante hoja de ruta y de vida. Su paso por Naciones Unidas, por la Cepal y por la Unctad, miembro fundador del Plan Fénix, concibió la economía como una disciplina al servicio de promover mejoras en la calidad de vida de las personas y criticó las inequidades de los esquemas económicos injustos que condenan a los pueblos a la pobreza.

Conocí a Benjamín en 2003 cuando él ya era, en más de un sentido, un grande. Por aquellos tiempos, deambulaba por los pasillos de una facultad que parecía contar con muros demasiado gruesos y demasiado altos como para entender la realidad que se encontraba tras ellos. Ahí me topé con Benjamín, que se encomendaba a derribar esos muros en cada clase. Agudo pensador, de sonrisa constante y espíritu joven, poseía muchísimas virtudes, entre ellas, la generosidad y la humildad. Pero por sobre todas las cosas, le gustaba compartir su trabajo y sus debates con gente joven. Afortunadamente, fui uno de esos jóvenes que (se) invitó a su estudio de la calle Juncal para charlar y compartir sus ideas sobre la realidad del país y el mundo. Confiaba en la juventud y apoyaba a las nuevas generaciones de economistas. A su vez, les reclamaba que hacía falta corporizar los conocimientos de la heterodoxia en forma ordenada y consistente para enfrentar en el campo académico y político a la ortodoxia neoliberal. Sostenía que esa ortodoxia logró imponer su visión, en parte, por su aparente simpleza y facilidad de discurso.

Desde el Plan Fénix se encargó de pregonar la necesidad de planificar el crecimiento y el desarrollo del país. Entusiasta de los planes y proyectos de planificación que distintas áreas de gobierno presentaban, reclamaba, sin embargo, la falta de coordinación y la consistencia de todos esos programas para lograr un gran proyecto nacional, transformador en lo productivo y en lo social. Justamente, los grandes temas en los cuales nos encontrábamos trabajando últimamente, y que a él le preocupaban, eran la transformación productiva y la equidad social. Nuestra tarea conjunta consistió en el armado de ejercicios de simulación de políticas económicas y en la cuantificación de sus resultados. La erradicación de la indigencia, la disminución de la pobreza y una mejora notoria en la distribución de la riqueza eran los objetivos que guiaban esa tarea.

Emocionado por los cambios económicos, políticos y sociales de los últimos años, sostenía que estaban dadas las condiciones para emprender un proceso que culminara en un salto productivo y tecnológico, acompañado de mejoras en la cantidad y, sobre todo, en la calidad del empleo. El día de su fallecimiento, Benjamín se despertó temprano, participó de una extensa entrevista en una radio y se dirigió a la tradicional reunión de los jueves del Plan Fénix (en donde contaba con asistencia perfecta desde el 2000). Allí pronunció un encendido discurso sobre la necesidad de poner la mirada en el 2020, y de hacerlo con urgencia, para entender la dimensión de los cambios que aún faltaba realizar. Guerrero y poeta, fue profesor, maestro y amigo de muchos. Su ausencia inunda de tristeza. El mejor homenaje que le podemos brindar es que sus ideales sigan vivos

* Economista.

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