LA EVOLUCIóN DE LOS PRECIOS Y LA MEJORA DE LOS INGRESOS
› Por Roberto Follari *
Cada tanto algunos medios de comunicación lanzan campañas donde se escandalizan sobre los índices de inflación. Que los útiles escolares aumentaron 20 por ciento en un año; que la verdura subió –nunca se dice cuando baja–, que la indumentaria está 15 o 20 por ciento más cara que el año anterior. Esas campañas chocan con el más elemental sentido común, pues si el poder adquisitivo de la población hubiese bajado en un 15 o un 20 por ciento en un año, no se explicaría que exista aumento del nivel de consumo en casi todas las capas sociales, incremento de venta de automóviles, posibilidad de vacaciones para un amplio espectro social, mejora de las condiciones de acceso a electrodomésticos. Esto ha sido publicado a menudo por los mismos que remiten al aumento de precios, lo cual constituye una contradicción nada menor.
¿Se miente al afirmar que los bienes y servicios han aumentado? Habitualmente, no. Es cierto que existe en el país un alza notoria de los precios; podrá exagerarse mostrando sólo lo que sube y no lo que no sube, o exhibiendo sólo a los que protestan y no a los que tienen otra opinión. Pero no existe mentira abierta, pues es verdad que hay un corrimiento de precios, que el ciudadano reconoce cuando va al supermercado o a comprar al comercio del barrio.
Aunque no es mentira plena, funciona igual que si lo fuera. Porque no se agrega la información de cuánto subieron en ese mismo lapso los salarios, las jubilaciones, la Asignación Universal por Hijo. De esa manera, en realidad, aun con precios mayores la población ha salido ganando. Si la inflación fue del 20 por ciento y aumentaron los sueldos el 23 por ciento, los bienes no están 20 por ciento más caros, sino que ha subido un 3 por ciento la capacidad de compra.
Por ello el tema no es la inflación, es el poder adquisitivo. Esto último casi no se menciona en ese debate. Por ello esas campañas no dejan de dañar, pero no han desestabilizado al actual gobierno. Se sabe, aun cuando no se conozca sobre estos temas, que no se está sufriendo una situación económica afligente, excepto los sectores sociales desocupados y marginalizados, hoy menos que hace ocho años.
Poco aporta la discusión sobre el Indec, cuyos índices poco han interesado a la población en el pasado y hoy aparecen como súbitamente dignos de atención. Si bien los índices del Indec han tendido a mostrar menos aumentos de precios que los que percibimos cotidianamente, sólo una buena investigación podría demostrar su posible distorsión. Pero tal distorsión no habilita a las denominadas “consultoras privadas”. Sus índices son tan interesados como podrían serlo los del Indec, pero en sentido contrario. Tienden a exagerar la inflación, y jamás hablan del poder adquisitivo. Miden mal la inflación (pues no tienen infraestructura ni personal idóneo para desplegar), y disimulan cuidadosamente las mejoras del salario real y del consumo.
Hoy se discuten los salarios en paritarias, con una libertad de negociación sindical que rara vez se ha visto en la Argentina. No serán fáciles las próximas negociaciones. Cabe esperar demandas desmesuradas en algunos casos, y sensatas en muchos otros. Lo cierto es que los salarios van a subir, como hace poco lo hicieron fuertemente las jubilaciones. Eso no aparece en el debate sobre la inflación en una típica maniobra de decir la verdad a medias para terminar configurando una mentira
* Doctor en Filosofía, profesor de la Universidad Nacional de Cuyo.
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