Domingo, 16 de septiembre de 2012 | Hoy
PRIMARIZACIóN EN BRASIL E INDUSTRIALIZACIóN EN ARGENTINA
La primarización en Brasil se explica por su ortodoxa política económica, elogiada por el establishment argentino. La política heterodoxa de crecimiento y administración del tipo de cambio favorecieron cierta complejización de las exportaciones en Argentina.
Por Gustavo Ludmer * y Daniel Schteingart**
A partir de 2002 tuvo lugar a nivel mundial un cambio en los precios relativos entre los bienes primarios y las manufacturas, a favor de los primeros. China e India contribuyeron a esta dinámica de doble manera. Por un lado, su crecimiento industrial incrementó la oferta de manufacturas a precios reducidos, disciplinando los del resto del mundo. Por otro, aumentaron la demanda de materias primas para dicha producción, así como de alimentos para sus crecientes mercados internos. Los capitales financieros también contribuyeron en este proceso, al procurar valorizarse a través de la especulación con los commodities. El resultado fue un fenomenal aumento del peso de los productos primarios en el comercio internacional (del 23 al 33 por ciento), a costa de las manufacturas (cayeron del 77 al 67 por ciento). Este proceso es conocido como primarización.
En este contexto, América latina se ha visto favorecida por dichos términos del intercambio. Sin embargo, el costo que muchos países han pagado por ello ha sido la primarización de sus exportaciones. El caso de Brasil es paradigmático. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, en 2003 el 32 por ciento de sus exportaciones fueron bienes de tecnología media y alta (por ejemplo, autos y autopartes, aviones, maquinaria) y el 48 por ciento commodities. En 2011, la situación fue sumamente distinta. Mientras que las ventas externas de artículos de tecnología media y alta mermó al 23 por ciento del total, las de materias primas treparon al 65 por ciento. Esta primarización comenzó a darse con intensidad desde 2006, cuando los precios de exportación de los commodities brasileños se dispararon. En particular, la suba del precio del hierro explica, por sí sola, el 40 por ciento de esta simplificación productiva.
La primarización brasileña no se debe sólo al cambio de precios relativos, sino también a la caída de 21 por ciento de las cantidades exportadas de manufacturas. Un ejemplo de la simplificación de la estructura exportadora brasileña es que mientras que a principios de la década pasada Embraer (fábrica de aviones) era la firma más exportadora, en 2011 cayó al quinto lugar. En ese año Vale (minera) y Petrobras lideraron el ranking, representando juntas el 22 por ciento de las exportaciones.
En tanto, según estadísticas de la ONU, en 2003 el 16 por ciento de las exportaciones argentinas eran productos de tecnología media y alta (autos y autopartes, químicos, plásticos, tubos de acero, maquinaria), y el 71 por ciento eran productos primarios. En 2011, en cambio, el peso de los bienes con mayor contenido tecnológico se había incrementado al 25 por ciento del total, mientras que los primarios retrocedieron al 66 por ciento, pese a que Argentina también se vio favorecida por los mayores precios de los commodities. Entre 2006 y 2011 las cantidades exportadas de estos últimos no crecieron (en buena medida, esto se debió a la crisis en el sector energético), pero sí lo hicieron las de las manufacturas en 68 por ciento, evidenciando una mayor dinámica de nuestro sector industrial.
Cabe hacer algunas aclaraciones al caso argentino. En primer lugar, entre 1998 –pico de la convertibilidad en términos de actividad– y 2003, las exportaciones se habían simplificado considerablemente. Si se comparan las canastas exportables de 1998 con la de 2011, se observa que aún son similares pese a que se han complejizado en los últimos años. Es decir, si bien es innegable que una parte de la complejización exportadora argentina desde 2003 se produjo por el rebote que implicó la superación del colapso de la convertibilidad, sería insensato desconocer la contribución de las políticas aplicadas desde entonces.
Por otro lado, si entre 2003 y 2008 todas las grandes ramas de media y alta tecnología crecieron en cantidades exportadas (automotriz, químico-plástica, maquinaria y equipo y siderurgia), entre 2008 y 2011 se observan heterogeneidades. Mientras que la automotriz y la químico-plástica siguieron creciendo (45 y 18 por ciento, respectivamente), la de maquinaria y equipo y la siderúrgica no pudieron reponerse al difícil 2009: en 2011, sus cantidades exportadas fueron inferiores a las de 2008 (según información de las respectivas cámaras empresarias). Así, entre 2008 y 2011, el contenido tecnológico de las exportaciones argentinas se estancó.
En tercer lugar, vale mencionar que la producción nacional de autos posee aproximadamente un 70 por ciento de piezas importadas, hecho que relativiza su real contenido tecnológico local.
En suma, en un contexto de primarización mundial, la preocupante trayectoria de Brasil no puede ser comprendida sin referirnos a su ortodoxa política económica, elogiada desde diversos sectores del establishment mediático y empresario argentino. En el mismo marco internacional, las políticas heterodoxas de crecimiento económico y administración del tipo de cambio favorecieron cierta complejización de las exportaciones en Argentina, aunque sin mejorar sustancialmente los niveles de 1998. Sin embargo, las tendencias de los últimos tres años obligan a profundizar los esfuerzos en materia de política industrial y a evitar una apreciación cambiaria que dificulte la competitividad de la industria nacional
* Economista (UBA) y coordinador del Departamento de Política Económica del Capítulo Buenos Aires de la Sociedad Internacional para el Desarrollo (SIDbaires) @gusludmer
** Sociólogo (UBA), investigador SIDbaires y becario doctoral (IDAESConicet).
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