Domingo, 18 de noviembre de 2012 | Hoy
DEUDA EXTERNA E INTERNA Y SOBERANíA ECONóMICA
Por Andres Asiain y Lorena Putero
Una de las principales políticas de gobierno implementadas desde el 2003 ha sido el desendeudamiento externo. Los resultados de dicha estrategia se perciben, por ejemplo, en la pérdida de influencia del FMI en el diseño de la política económica o la irrelevancia que tiene para la actividad económica el nivel en que se encuentre el riesgo país. Sin embargo, el conductor de un programa televisivo de un canal opositor ha sostenido recientemente lo contrario gestando la ficción de una Argentina cada vez más endeudada y al borde de una crisis de pagos, contando para ello con el respaldo de un variopinto grupo de profesionales que incluía entre sus integrantes a dos ex ministros de Economía.
Según el relato opositor, la política de desendeudamiento ha sido en realidad una consecuencia indeseada del cierre de los mercados internacionales de créditos tras el default de parte de la deuda pública de 2002, que no han sido reabiertos pese a la aceptación mayoritaria de los sucesivos canjes y el posterior pago puntual de los vencimientos. La historia continúa señalando que ante la falta de fuentes externas de financiamiento, el Gobierno acudió a la plata de los jubilados que administra la Anses, a los fondos del Banco Nación, a las reservas del Banco Central y a la emisión monetaria. La consecuencia fue un creciente endeudamiento público que pone en riesgo el pago de las jubilaciones, la expansión del crédito, la estabilidad cambiaria y conduce a una inflación fuera de control. Para evitar ese desenlace no hay más remedio que pagarles a los fondos buitre que no ingresaron en el canje, arreglar con el Club de París y las empresas que nos demandaron en el Ciadi, para así reabrir los mercados de crédito y endeudarnos nuevamente en el exterior.
La fábula del endeudamiento creciente descansa en poner en pie de igualdad la deuda externa con la interna. La deuda que se tomó durante la última dictadura militar era deuda externa. Esto es, deuda a pagar en dólares que no se emiten en Argentina y que cuando faltaban, obligaba a aceptar variados condicionamientos a cambio de su refinanciamiento. La política de desendeudamiento consistió en reducir esa deuda de los 110 mil millones de dólares previos al canje de 2005 a los 62 mil millones del presente año (el verdadero contador de deuda se puede seguir en www.ratiodeuda.com.ar), que en combinación con la de acumulación de reservas internacionales, el cuidado del superávit comercial y las trabas a la fuga de capitales, permiten despejar el panorama de una crisis cambiaria sin necesidad de pedir créditos externos.
Aclarado el punto respecto de la deuda externa y sus implicancias respecto de la independencia económica, pasemos a la deuda pública interna. La deuda pública con la Anses, con el Banco Nación o con el Banco Central es una cuestión de distribución de recursos presentes y futuros entre distintas instancias del Estado. A través de ella, la administración central se asegura el refinanciamiento del capital y los demás organismos una inversión redituable para sostener su actividad. Bajo este esquema, el pago de la deuda no compromete el pago de las jubilaciones, por el contrario, es parte de la forma en que se financian
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