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Mucho se debate acerca de los aumentos salariales que anualmente se discuten en el marco de las paritarias puestas en marcha nuevamente a partir de los gobiernos del presidente Néstor Kirchner y continuadas por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero poco se analiza el rol del salario en los distintos modelos económicos.

Haciendo un poco de historia económica argentina, en el modelo agroexportador que se desarrolló hasta el año 1930 los salarios no eran una variable relevante y a lo sumo eran un costo a disminuir en una economía productora de bienes primarios orientada al mercado externo.

Con los gobiernos peronistas se desarrolló un nuevo modelo económico basado en la industrialización sustitutiva de importaciones y en este modelo los salarios tuvieron un rol central no sólo porque creció el número de trabajadores con el de-sarrollo industrial sino que además fue un factor de demanda que dinamizó el mercado interno.

Luego, con el golpe cívico militar de 1976 se impuso una economía basada en la valorización financiera, que destruyó parte importante de la industrialización alcanzada con el peronismo. Los trabajadores que no fueron torturados, asesinados o desaparecidos fueron víctimas de un ajuste en sus salarios, dejando de ser éstos un factor de demanda y convirtiéndose en un costo a bajar todo lo que fuera posible.

Como el movimiento obrero organizado era la garantía de trabajo con salarios crecientes, la última dictadura cívico militar (a diferencia de las dictaduras previas, que no cuestionaron el desarrollo industrial) apuntó directamente a destruir la industria y sus trabajadores para poder imponer el nuevo modelo económico, que desplazó la producción de bienes industriales y privilegió los mercados financieros.

Los ochenta fueron una década de retroceso para los trabajadores y finalmente los noventa, con el Plan de Convertibilidad, terminaron de imponer la valorización financiera sobre el modelo productivo, destruyendo la industria argentina y el trabajo como forma de progreso social. Significaron años de desocupación, precarización laboral y remuneraciones muy bajas.

Finalmente, en la post-convertibilidad se le devolvió al salario el rol que tuvo en los gobiernos peronistas, pasando nuevamente a ser un factor de demanda dinamizador de la economía. Con la creación de 5,5 millones de puestos de trabajo y la tasa de desocupación de un dígito (rondando el 7 por ciento) la discusión nuevamente pasó a ser el nivel salarial.

Según las estadísticas publicadas en el Boletín de Estadísticas Laborales del Ministerio de Trabajo, la remuneración promedio de los asalariados registrados del sector privado pasó de 967 pesos en 2003 a 4935 pesos en 2011. Además se fortaleció el ingreso de los trabajadores con la implementación de políticas públicas como la reestatización de las AFJP, la moratoria previsional y la ley de movilidad jubilatoria, que permite dos aumentos anuales en las jubilaciones, incorporando al sistema jubilatorio a más de dos millones de nuevos beneficiarios. Asimismo, se implementó la Asignación Universal por Hijo para garantizar un piso de derechos para todos, cubriendo a más de 3,5 millones de chicos y chicas, bajando los índices de pobreza e indigencia, este último a la mitad.

Este breve resumen demuestra cuán importante es el rol del salario en los distintos modelos, ya que mientras la ortodoxia define al salario como un costo (medido en dólares), la heterodoxia le asigna un rol mucho más importante como dinamizador del consumo en una economía en crecimiento. Por eso, si bien es importante seguir peleando por el aumento de salarios, no debemos olvidar la historia del salario en nuestro país y el rol central que tiene en la actualidad, en un modelo económico basado en la producción y el trabajo

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* Maestría en Economía Política de Flacso.