Domingo, 3 de marzo de 2013 | Hoy
EXPERIENCIA ARGENTINA
Por Esteban Magnani
Los paralelos entre Argentina 2001 y Grecia 2013 son un clásico de análisis en cuanto a los síntomas: desempleo, desmantelamiento del Estado, privatización de los recursos. Lo que sí resulta novedoso es que las experiencias de este lado del mundo también puedan servir como alternativas frente al callejón sin salida que sugieren los poderes financieros. Lo que ocurrió en Vio.me, una fábrica de Tesalónica que produce materiales para la construcción, es muy similar a lo que pasaba hace una década en San Martín, Florencio Varela o Rosario: en mayo de 2011, la fábrica paró y, aunque nunca fueron despedidos, los trabajadores dejaron de percibir sus salarios y decidieron realizar una ocupación pacífica. La disyuntiva a la que se enfrentaron los trabajadores griegos es similar a la que enfrentaron las argentinos: el grado de descomposición social y económica era tan grande que ni siquiera había con quién sentarse a negociar. Fue en ese momento que el know-how obrero argentino los inspiró para explorar nuevos caminos alternativos a la desocupación: producir bajo control obrero. Lalo Paret, un militante de las fábricas recuperadas argentinas que había ido a Grecia invitado al Festival por la Democracia Directa, los visitó y les contó su experiencia.
“Lo que les dije es que se pusieran a producir y que mientras negociaran. Esa es la única forma de que el tiempo juegue a favor de ellos”, explica Lalo. Los trabajadores tenían miedo e incluso, como ocurrió en la Argentina en los comienzos, los sindicatos intentaron disuadirlos de encarar la producción. “Las primeras asambleas eran como acá: uno contaba que se había separado, el otro que estaba deprimido. Hubo hasta un compañero que se suicidó. Había mucho miedo, más que acá, tal vez porque allá la red de contención es más fuerte y no se animaban a dar el paso adelante. Después, cuando se decidieron, empezaron a venir de otras fábricas a ver cómo les iba.” De alguna manera Vio.me se ha transformado en un ensayo para Grecia y tal vez para Europa.
Así fue que los 60 trabajadores que quedaron, lanzaron un plan de reiniciar la producción con bombos y platillos, aprovechando incluso una campaña internacional con personajes conocidos como Naomi Klein. Y la izquierda recogió el guante. El 9 de febrero último se realizó un encuentro masivo, con asamblea pública incluida, y un recital para juntar fondos. Luego se invitó a la prensa a visitar la fábrica y el 12 de febrero pusieron en marcha nuevamente las máquinas. En el comunicado de prensa que anunciaba el evento, los trabajadores griegos citaron como fuente de inspiración a los trabajadores argentinos y sus 300 recuperadas en funcionamiento “desde clínicas, diarios, hasta metalúrgicas, imprentas y un hotel”. Además se atrevieron incluso a proponer un futuro en el que se produjeran sólo materiales de construcción que no dañaran el medio ambiente. Tanta difusión de su proyecto no es casual, ya que dependen en buena medida de la solidaridad para reunir el capital necesario que permite poner la fábrica a producir en toda su capacidad. Lalo imagina que “si la crisis se profundiza, va a haber muchas empresas mirando este caso para ver si ellos también se animan a dar el salto”. De hecho, ya hay al menos un diario ateniense y un hospital de Kilkis, también en Grecia, en los que se está hablando de la posibilidad de operar como empresa recuperada
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