› Por Ricardo Aronskind *
Los resultados económicos al cierre de 2012 han sido francamente malos, a tal punto que el propio FMI y las calificadoras de riesgo –filosóficamente auspiciantes de las políticas contractivas– continúan ajustando para abajo sus pronósticos para 2013.
Sin duda Europa es el epicentro de las políticas neoliberales contractivas. Allí los efectos de las medidas regresivas ya han llegado a la propia Alemania, baluarte de las recomendaciones de “austeridad” para el resto de la Eurozona. El crecimiento del PBI alemán en 2012 fue de sólo 0,7 por ciento, pero en el cuarto trimestre mostró signo negativo. Las inversiones cayeron el año pasado un 1,3 por ciento. Están disminuyendo las exportaciones, que han sido un motor clave de esa economía, tanto por la contracción promovida por Merkel en Europa, como por el ralentamiento de la economía global. El gobierno, entre tanto, promete no cambiar la política económica (ni la alemana, ni la de la UE).
Mientras se conocía que la producción en la Eurozona se redujo un 0,6 por ciento en el último trimestre 2012, y que el desempleo promedio llegó al 11,8 por ciento en noviembre, en la última reunión del Eurogrupo se estableció un pacto fiscal que cristaliza los criterios más contractivos en materia de gasto público para los próximos años. Los dirigentes del sur de Europa esperan que –al menos en el corto plazo– el triunfo de las tendencias que proponen profundizar la “austeridad” agrade a los “mercados” y por consiguiente bajen las tasas de interés que les cobran.
En Francia, el principal banco del país, y segundo de Europa, el Crédit Agricole, cuadruplicó sus pérdidas en 2012. No es buen negocio prestar al sector privado cuando la recesión derrumba la actividad y la rentabilidad productiva. El presidente Hollande ha tratado infructuosamente de promover a nivel de la Unión Europea medidas de estímulo al crecimiento y una política cambiaria más competitiva.
Japón terminó 2012 con una caída del producto del 0,4 por ciento en el último trimestre. El nuevo gobierno de Shinzo Abe ha exigido al Banco Central del Japón que expanda la oferta monetaria y estimule la economía. Es una estrategia devaluatoria, que mereció la amonestación indirecta del G-20, grupo que teme la profundización de una “guerra de monedas” de todos contra todos. Por otra parte, el ministro de Finanzas japonés, Taro Aso, transparentando las lógicas humanas implícitas en la formación de los tecnócratas financieros, recomendó a los ancianos japoneses “que se mueran pronto”, dado el elevado costo que representa para la seguridad social la manutención y cuidado de salud de los mismos. Autoridades monetarias de Japón consideraron en estos días insostenible el nivel de la deuda pública del país.
Gran Bretaña, que está sufriendo en las últimas semanas una corrida contra la libra, y cuya deuda acaba de ser degradada por las calificadoras, amenaza, a su vez, con debilitar su relación con la UE, e incluso ponerla en duda mediante la convocatoria a un plebiscito nacional. A pesar de ser el Banco de Inglaterra el campeón mundial de la expansión monetaria, no logra hacer crecer la economía del país, afectada por los recortes presupuestarios y la saturación de endeudamiento. Probablemente ningún funcionario conservador asocie que el hecho de que los niveles salariales en 2013 sean iguales a los de 2003 –producto del congelamiento salarial de hecho y la suba de los precios de los alimentos y la energía– puede estar impidiendo cualquier recuperación económica creíble.
En Estados Unidos el PBI mostró un crecimiento insignificante del 0,1 por ciento en el último trimestre de 2012. El gobierno evitó el “precipicio fiscal” (conjunto de medidas automáticas de recorte drástico del gasto público), sin resolver sustancialmente ningún problema. Las ideas contractivas siguen pesando fuertemente entre republicanos y parte de los demócratas, lo que traba cualquier acción de estímulo efectivo por parte del gobierno de Obama. Entre los demócratas más activistas, en cambio, florecen ideas para atraer nuevamente hacia Estados Unidos las industrias que migraron, y vender cada vez más productos norteamericanos afuera del país. Si esta visión se impone, EE.UU. saldrá próximamente a competir con dureza por nuevos espacios comerciales.
Algo tardíamente, el gobierno de EE.UU. ha promovido un juicio por 5000 millones de dólares a Standard and Poor’s por haber realizado maniobras irregulares antes de la crisis de 2008. Este nuevo episodio judicial se suma a otros procesos que ya han demostrado una amplia participación del sector financiero en actividades ilegales, incluso en detrimento de sus propios clientes. También están bajo investigación algunos de los principales bancos suizos, por complicidad con los grandes evasores impositivos norteamericanos. Si se considera la manipulación de la tasa Libor por un grupo de bancos ingleses, y la abundante cantidad de fraudes económicos comprobados en diversos países, la conclusión sensata es que se requeriría un amplio saneamiento del sector financiero a nivel global para que recupere alguna función socialmente útil.
En Italia el resultado de los comicios generales plantea una compleja situación política. El dato sugestivo es que el candidato de los “mercados”, Monti, terminó cuarto en las preferencias de los italianos. La división electoral impide formar un gobierno grato al paladar de los prestamistas internacionales. Tanto por la demagogia berlusconiana, por los pruritos sociales del candidato democrático Bersani, o por el rechazo a la politiquería alejada de los problemas del pueblo, representado por Beppe Grillo, será muy difícil imponer la “austeridad” y las privatizaciones reclamadas por “los mercados”. Esto se refleja en la creciente dificultad de Italia para conseguir financiación a tasas razonables.
En España la deuda externa aumentó en forma vertiginosa en 2012 –agregando 146.000 millones de euros a la deuda ya existente–, debido a la estrategia de rescate bancario adoptada y apoyada por la troika (FMI, BCE, Comisión Europea). La velocidad de endeudamiento, impulsada por las tasas que le cobran a España los capitales globales, crea fuertes interrogantes sobre el escenario de 2013. Diversos banqueros recomiendan que España pida ya un rescate financiero a la UE, dada la masa enorme de vencimientos que ocurrirán este año, y las dificultades del gobierno del Partido Popular, a pesar de su vocación antisocial, de poder alcanzarlas. Si el rescate fuera lo suficientemente grande como para garantizar que España pague sus compromisos, lo será a cambio de una profundización de las políticas recesivas. Ello implicará mayores ataques sociales, que deberán ser ejecutados por un gobierno desprestigiado tanto por su actuación como por los graves hechos de corrupción conocidos recientemente.
En Grecia se suceden las escenas sociales desoladoras, las resistencias de los agredidos, y un clima de creciente malestar y violencia. Sin embargo, el ajuste no parece ser suficiente para que la economía vuelva a crecer alguna vez. Algunos analistas suponen que luego de las elecciones de este año en Alemania –para no enturbiar el triunfo de Merkel–, Grecia podría entrar en default. Los efectos internos y externos son imprevisibles.
Algo parecido sucede estos días en Chipre, donde estalló la crisis bancaria y quedaron a la vista las consecuencias de las graves medidas que le impuso al país la Unión Europea. Chipre es una economía especializada en transacciones bancarias poco transparentes. El impacto del recorte a los depósitos tendrá implicancias para la credibilidad de su banca y se extenderá como una mancha de aceite hacia el resto de la banca europea.
El este de Europa, del cual poco se habla, también está pasando por una difícil situación económica y social. El caso extremo, en estos días, ha sido Bulgaria, en donde diversas confrontaciones entre manifestantes por la precaria situación económica y las fuerzas policiales han precipitado la caída del gobierno.
El actual salvavidas global, China, está mostrando a comienzos de 2013 el crecimiento más bajo en los últimos 10 años, con reducción del ritmo de crecimiento industrial. La economía china no está sometida a las mismas políticas económicas destructivas de Occidente, pero no puede aislarse del declive de sus principales mercados de exportación, de los que aún depende fuertemente.
Mientras tanto, la OCDE, a mediados de febrero, ha exhortado a continuar con las “reformas en la seguridad social” y “reformar los mercados de trabajo”, para impulsar el crecimiento. Insisten en ese dogma, a pesar de que los resultados de la “reforma” que se viene aplicando drásticamente en España ni crea trabajo ni favorece el crecimiento. El desempleo entre los menores de 25 años supera en España el 50 por ciento.
El escenario base para el mundo desarrollado en 2013 es de estancamiento, con tendencias declinantes. Sin embargo, cambios cualitativos en el contexto mundial pueden plantear otros escenarios peores. Si se piensa en alguna –probable– crisis político-social en un país del sur europeo, que derive en la llegada al gobierno de fuerzas que rechacen el ajuste salvaje, o en un estallido de violencia en Asia, producto de los varios conflictos y rivalidades regionales pendientes, o de la injerencia occidental, la crisis se reciclaría en la forma de una mayor contracción de la producción, el comercio, el empleo y también en nuevas quiebras bancarias y colapsos crediticios.
Los grandes “tomadores de decisiones” deberían comprender que nos encontramos en un escenario muy fluido, en el que las múltiples tensiones que se vienen acumulando desde hace cinco años pueden desembocar en nuevos desequilibrios –sociales, económicos, políticos–. Ni la Unión Europea ni los tecnócratas financieros globales cuentan con tiempos infinitos para que funcione la “magia de los mercados”.
A pesar de la abundancia de propuestas alternativas que permitirían revertir el curso de los acontecimientos, no aparecen todavía en el nivel político los actores capaces de formular una solución internacional cooperativa, expansiva e inclusiva.
* Director del Programa Interdisciplinario de Seguimiento de la Crisis del Orden Mundial (Pisco), de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
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