EL PAPEL DE BRASIL COMO INVERSOR EXTRANJERO
› Por Esteban Actis *
La controversia entre la gigante brasileña Vale y el gobierno nacional (y mendocino) por la paralización de las obras del proyecto Río Colorado no sólo debe analizarse desde las particularidades propias del caso. Debe enmarcarse en un proceso más amplio que es la transformación de Brasil en la primera década del siglo XXI en un país emisor de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED), a través de la internacionalización de un vasto conjunto de empresas nacionales. En ese proceso, la Argentina se transformó en uno de los principales destinos de los Investimentos Brasileiros Diretos.
Las principales multinacionales brasileñas tienen inversiones en nuestro país, a saber: Constructora Odebrecht, Grupo Gerdau, Metalfrio, Coteminas, Ibope, Sabó, Magnesita, Marfrig, AmBev, Grupo Vale, Artecola, Marcopolo, Weg, Gol, Embraer, Duratex, Hautec, Grupo Camargo Correa Stafanini, Grupo Votoratim, Andrade Gutiérrez, Tupy, CI&T, TAM, Bertín, Petrobras, Natura, CSN, Brazil Food, Dass, Randon, Banco Do Brasil, Banco Itaú, Bradesco, entre otras. En realidad, el fin de la primera década evidenció la aparición de una nueva asimetría con impacto e implicancias en la relación bilateral entre Brasil y Argentina. Mientras que la Argentina continúa siendo un país casi exclusivamente receptor de flujos de IED, Brasil, además de recibir gran cantidad de IED, se transformó en un emisor neto de capitales. Desde 2006 la salida anual de IED brasileña supera con creces los 10 mil millones de dólares.
En otros términos, mientras la economía argentina –y su entramado productivo– no ha podido quebrar en el modelo posconvertibilidad la desnacionalización y extranjerización, parte del entramado productivo brasileño se ha internacionalizado e insertado en la centralidad del capitalismo global. En lo que va del siglo XXI, ambos procesos no sólo han transcurrido de forma paralela, sino que se han retroalimentado mutuamente.
A pesar de los beneficios económicos que conlleva el ingreso del capital brasileño y su funcionalidad hacia la tan mentada integración productiva, la asimetría genera dilemas y malestar en el vínculo político bilateral. La alianza estratégica con Brasil se pensó, desde los años ochenta, en un marco de intereses y capacidades conjuntas en cuanto a una inserción internacional atravesada por problemáticas comunes. Actualmente, esa situación en muchos casos se ha trastrocado, siendo la asimetría en cuestión un ejemplo. Los intereses y las capacidades que tiene Brasil como emisor de IED son disímiles de los de un país receptor. La lógica empresa multinacional-país huésped tiene una impronta Norte-Sur muy fuerte. Para la Argentina el problema radica en que ya no son los “malos” e “inescrupulosos” capitales del “Norte poderoso” con prácticas capitalistas inadecuadas.
Desde el 2010 la tensión incluye a empresas de nuestro vecino y principal aliado internacional. Los conflictos con Vale, Petrobras, Dass, JBS, Banco Patagonia (cuyo principal accionista es el Banco do Brasil) así lo demuestran. Si bien es cierto que la buena sintonía y el entendimiento político bilateral entre ambos gobiernos ayudan a transitar las tensiones, esto no implica que el capital originario de un país en desarrollo no implemente prácticas y estrategias propias de la fase trasnacional. La minera Vale (al igual que la española Repsol, por ejemplo) es acusada de incumplir los contratos, reclamar mayores incentivos gubernamentales para maximizar las ganancias y replegar inversiones en el marco de una estrategia empresaria global.
Los gobiernos de Lula y Dilma han mostrado ambivalencia en torno de su relación con el proceso de internacionalización de “sus” capitales. Un Estado activo que apoya y fomenta la expansión de las multinacionales brasileñas y que internaliza las ganancias, pero que se ausenta y no sabe cómo asumir y sortear ciertos costos que provocan las inversiones en los países anfitriones producto del desempeño empresario. Que el Estado brasileño tenga participación accionaria en Vale no es un dato menor en la actual controversia.
* Becario doctoral del Conicet. Docente de la UNR.
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