Domingo, 29 de noviembre de 2015 | Hoy
SUBORDINACIóN GEOPOLíTICA A ESTADOS UNIDOS
Por Andrés Asiain y Lorena Putero
El periódico británico Financial Times publicó una nota titulada: “Mauricio Macri promete poner fin al aislamiento de la Argentina”. La misma reproducía una entrevista al futuro presidente de los argentinos donde afirmaba que negociaría con los holdouts, término que engloba a los tenedores de bonos argentinos en cesación de pagos desde el 2001 que no aceptaron las ofertas de restructuración de 2005 y 2010, cuya punta de lanza son los fondos buitre que obtuvieron el fallo Griesa. El objetivo de la negociación sería terminar con un conflicto que “está bloqueando el acceso del país a los mercados internacionales de capitales”.
Con la entrevista queda en claro que, bajo la concepción del próximo presidente, “estar aislados” significa tener cerrados los mercados financieros internacionales. Es por ello que puede considerar “aislado” a la Argentina cuando el comercio exterior de bienes y servicios en 2014 (un año flojo en materia de actividad económica y comercio internacional) alcanzó un monto en dólares que superó al máximo de la convertibilidad en un 60 por ciento (descontando la pérdida de poder adquisitivo del dólar en ese período, ya que a valores corrientes el intercambio comercial fue un 136 por ciento superior).
La idea de aislamiento tampoco se condice con los datos duros de la inversión extranjera directa, cuando se excluye de la misma la compraventa de empresas preexistentes. Los aportes de capital de las multinacionales no financieras, que contabilizan las inversiones productivas con fondos provenientes desde sus casas matrices, fueron de 4267 millones de dólares anuales promedio en el período 2011-14, un valor similar al que ingresaba en los años noventa cuando regían políticas market friendly (considerando el poder de compra del dólar a precios de 2014).
El mito del aislamiento pasa también por alto la activa política exterior del Gobierno en los últimos años, con hitos como la ampliación del Mercosur y la conformación de la Unasur, el pronunciamiento de la ONU por la cuestión de los fondos buitre o los acuerdos con China y Rusia en materia de financiamiento e inversiones.
Sin embargo, para la dirigencia del PRO el mundo no está conformado por todas las naciones que lo integran, sino sólo por las potencias tradicionales. De ahí que terminar con el aislamiento debe interpretarse como un acercamiento a los Estados Unidos y su agenda internacional. Así se comprenden los duros pronunciamientos de Macri contra la Venezuela bolivariana y el memorándum de entendimiento con Irán, que conforman el ABC de la agenda de la embajada norteamericana. Aún está por verse si es suficiente con esos pronunciamientos para tener el respaldo de Estados Unidos, más cuando la iniciativa de aplicar la cláusula democrática del Mercosur requiere de apoyos poco probables al interior del bloque.
Bajo el mito de terminar con el aislamiento se esconde una estrategia similar a la de Carlos Menem a comienzos de los noventa: la subordinación a la geopolítica estadounidense con el objetivo de negociar el acceso a financiamiento internacional que permita conseguir dólares frescos para generar un veranito económico.
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